Fatima*, una niña guatemalteca obligada a ser madre

A sus doce años, Fátima fue obligada a abandonar sus sueños y continuar con un embarazo producto de una violación sexual. Más de diez años después, su caso será conocido por el Comité de Derechos Humanos de la ONU. La sentencia emitida podría transformar la realidad de miles de niñas embarazadas en Guatemala. 

A Fátima* le encantaba estudiar. A sus doce años, soñaba con ser doctora, arquitecta o profesora. Vivía con su madre, quien trabajaba para mantener a su familia, y sus hermanos. 

La vida de la familia se transformó cuando conocieron a José**, un profesor universitario y funcionario público respetado en su comunidad. José comenzó a llevar comida, ropa y juguetes a Fátima y sus hermanos aparentemente sin ningún interés de por medio, por lo que se ganó su confianza y el título de “papá”. Él se encargó de cubrir los gastos económicos de los estudios de Fátima y le prestaba especial atención. 

José invitó a Fátima a un viaje a la Ciudad de Guatemala, bajo el argumento de que la llevaría a una capacitación de jóvenes, según narró ella en una entrevista realizada por la periodista Kimberly López. Una noche, José abusó sexualmente de ella y la obligó a guardar silencio. Tres meses después, la madre de Fátima la llevó a una consulta médica porque la niña experimentaba vómitos. Allí, descubrieron que estaba embarazada. 

La madre de Fátima denunció a José, pero sus contactos le alertaron de la aprehensión y él desapareció, sin enfrentar a la justicia. Mientras tanto, Fátima fue obligada a abandonar sus estudios por la discriminación que vivía en su institución educativa.

Aunque su salud física y mental empeoraba, Fátima fue obligada a continuar con el embarazo. 

La realidad de las niñas en Guatemala 


Fátima es solo una de miles de niñas embarazadas como consecuencia de una violación sexual en los últimos veinte años. Durante los primeros siete meses del 2023, 33 mil 240 menores de edad se convirtieron en madres, 1 mil 242 de ellas se encuentran entre las edades de 10 y 14 años, según datos del Observatorio de Salud Reproductiva (OSAR). Los departamentos con las cifras más altas de este fenómeno son Huehuetenango (4 mil 82 casos), Alta Verapaz (4 mil 26) y Guatemala (3 mil 726). 

Fátima no deseaba convertirse en madre y tampoco estaba lista para serlo. Ninguna de las niñas embarazadas lo está. Según la iniciativa Vivir sin violencia, durante un embarazo, las niñas pueden sufrir de problemas hipertensivos y abortos como consecuencia infecciones urinarias. “En el caso de las niñas y adolescentes la morbilidad materna durante el embarazo es más frecuente, porque es un embarazo que se descubre tardíamente”, señaló.

El Ministerio de Salud guatemalteco registró más de 12 mil embarazos en niñas y adolescentes entre el 2017 y el 2022. Durante el mismo período, se registraron 295 mil complicaciones durante la gestación y las primeras seis semanas después del parto. Además, 10 mil 800 niñas murieron por ser obligadas a continuar con un embarazo. 

Los efectos de un embarazo son múltiples en las vidas de las niñas. Según la Organización Panamericana de la Salud, “determinan problemas mentales graves, interrumpen el plan de vida de las niñas y contribuyen a ahondar círculos familiares de pobreza”.

En Guatemala, el aborto terapeútico está despenalizado, según el artículo 137 del Código Penal. Este se refiere a la interrupción voluntaria del embarazo cuando la vida y salud de la mujer corre peligro. Sin embargo, actualmente, es complicado acceder a él, por lo que, a pesar del peligro que un embarazo representa, las niñas sobrevivientes de violencia sexual son obligadas a parir. 

Las 5 niñas latinoamericanas


Esta realidad no es exclusiva de Guatemala. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas-UNFPA, Latinoamérica y el Caribe ocupa el segundo lugar en casos de maternidad adolescente; 62 de cada mil niñas y adolescentes entre las edades de 15 y 19 años son víctimas de una violación sexual y forzadas a continuar con un embarazo. Generalmente, los Estados fallan en garantizarles justicia y protección antes, durante y después de la etapa de gestación. 

La historia de Fátima es parecida a la de otras cuatro niñas latinoamericanas: Camila* en Perú, Norma* de Ecuador y Susana y Lucía en El Salvador). A todas les fue negado su derecho a decidir, atención legal y psicológica y el acceso a salud materna. Por este motivo, en conjunto y con el apoyo de organizaciones de sociedad civil, ahora buscan justicia en instancias internacionales. 

Los casos, nombrados Golpe Regional, fueron presentados ante el Comité de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2019. Este es un órgano de expertos independientes que supervisa el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos por parte de los Estados que lo han ratificado, como Nicaragua, Guatemala, Perú y Ecuador. Además, emite recomendaciones vinculantes que los Estados deben cumplir. 

Por medio de esta acción Fátima y las otras 4 niñas podrían acceder a la reparación justa y un verdadero proceso de justicia. La sentencia obtenida también podría promover cambios estructurales en los Estados y la región en materia de violencia sexual contra niñas y adolescentes y la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, así como ser utilizada en otros casos de niñas obligadas a continuar con un embarazo. 

En junio, el Comité de Derechos Humanos conoció el caso de Camila*. En su sentencia, dicho organismo pidió a Perú que el aborto en casos de niñas y adolescentes sea despenalizado y se garantice “el acceso de las niñas embarazadas a servicios de aborto seguro y atención postaborto, especialmente en casos de riesgo para la vida y la salud de la madre, violación o incesto, y que modificara la normativa que regula el acceso al aborto terapéutico para prever su aplicación específica a las niñas”. 

El caso de Fátima es acompañado por la organización Mujeres Transformando el Mundo (MTM). “Su caso debe impactar en que no siga ocurriendo esto y que las niñas tengan otra respuesta por parte del Estado”, señaló Paula Barrios, coordinadora general de dicha institución. Así, la lucha de Fátima podría transformar las vidas y realidades de niñas obligadas a continuar con un embarazo en el país.

*Los nombres de Fátima, Camila, Lucía, Norma y Susana fueron cambiados para proteger su identidad.

** El nombre del agresor de Fátima se cambió para proteger la investigación.

Kristhal Figueroa

Periodista y socióloga en formación. Interesada en narrar la situación de las mujeres, movimientos sociales y juventudes. Feminista de la periferia de la Ciudad de Guatemala. Becaria de la International Women’s Media Foundation e integrante de la octava generación de la #RedLATAM de Distintas Latitudes.

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