Nos queremos libres
Especial periodístico en tres capítulos.
capítulo 1
yo sí te creo
Un grupo de trabajadoras y defensoras de la justicia en Guatemala cuentan sus historias de persecucion y de resistencia
Nos queremos libres es un especial periodístico de investigación que cuenta, en tres capítulos, las historias de mujeres que fueron criminalizadas tras trabajar en casos de alto impacto en Guatemala. En el primer capítulo de este especial ellas contarán su historia, algunas desde el exilio, otras en medio de procesos judiciales espurios vigentes. Yo sí te creo hace una referencia directa a la sororidad feminista que las ha sostenido entre sí y a la que apelamos desde el periodismo que ejercemos en Ruda para contar sus historias.
A casi 30 años de la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala, lo que pensamos que no volveríamos a vivir en relación a constituirnos otra vez en un país con personas demandantes de asilo y refugio, por persecución política, se ha experimentado de manera creciente a partir del gobierno de Otto Pérez Molina y los subsiguientes, hasta la actualidad.
La vida de la abogada guatemalteca Flor de María Gálvez Álvarez cambió completamente en marzo de 2022, cuando tuvo que abandonar el país.
Ha transcurrido más de un año desde que pasé por una experiencia, que podría describir como impactante, injusta, e indignante, pero transformadora. Esto ha hecho que en algunos momentos experimenté sensaciones diversas, contradictorias y que cambian de manera rápida; por lo que revivir estas emociones, positivas y negativas, es lo que denomino déjá vú.
El primer momento de realidad en una celda puede que sea tal vez uno de los momentos más duros que, personalmente, me ha tocado vivir. Sobrevivir la primera noche, sabiendo que te tienen en sus manos y que no te van a soltar así porque sí, sin hacerte sufrir, sin enseñarte que ellos pueden castigarte aún sin razón, es duro, porque de eso se ha tratado todo esto: de venganza.
El cáncer que mata Guatemala tiene nombres y apellidos. Sabemos quiénes son. En redes sociales se reconocen por su banderita azuliblanco, su necesidad obsesiva por mencionar a Dios en vano, sus chistes homofóbicos, machistas, transfóbicos y racistas. Comparten mensajes de odio de cuentas que tienen de líder a Lord Vader (de Star Wars) y que filtra información confidencial del Ministerio Público (MP) y del Organismo Judicial (OJ) en la red social X para criminalizar a exoperadores de justicia, activistas y periodistas afectando gravemente la democracia y el Estado de derecho en Guatemala.
Claudia González Orellana es una mujer profesional de 56 años, con una trayectoria de 25 años en el derecho y la defensa de los derechos humanos. Su trabajo investigativo y especializado en las leyes logró exponer a todas luces la corrupción, la injusticia y lo estropeado que está el sistema de justicia en Guatemala.
Soy Virginia Laparra, exfiscal guatemalteca. Quiero compartir mi historia desde el exilio. Este relato no solo refleja mi experiencia personal, sino también la de muchas otras y otros que han sido perseguidos por luchar contra la corrupción y la impunidad en Guatemala.
La teoría del testimonio nos dice que las personas que los ofrecen suelen tener la intención de contar una parte de la verdad que no fue dicha en su tiempo. Pero también funcionan para rellenar huecos que quedaron sin cubrir por los relatos y las narrativas de la historia oficial.
Las mujeres nos hemos enfrentado históricamente a la sospecha, a la vigilancia permanente y a todo tipo de castigo. Cuando nosotras controlamos nuestros cuerpos, nuestras actividades reproductivas y el conocimiento, ha implicado que recibamos todas las formas de violencias posibles. Por eso seguimos luchando.
Soy Virgina Laparra y quiero compartir mi historia desde el exilio
¿Cómo le explico a mis hijos que no llegaré a casa porque me enviaron a prisión?, fue lo primero que me vino a la mente cuando el juez tercero de Instancia Penal, Geisler Smaille Pérez Domínguez, me mandó a prisión provisional el martes 15 de febrero de 2022, a pesar de que desde el jueves 10, cuando ordenó el allanamiento de la casa de mi madre, de 80 años, y se hizo pública la detención de mi abogada defensora, me presenté voluntariamente ante el “honorable juez” y me puse a disposición.