Guardianas del arte y la memoria
En el marco del 15 de abril, Día Mundial del Arte, reconocemos a quienes, desde sus territorios, defienden la memoria, la identidad y la vida a través de la creación de tejidos, pinturas o la técnica del xajoj (danza/teatro).
Por Angie Ross*
En Guatemala, el arte no solo nace en las galerías o teatros urbanos, también florece en los telares, en los murales comunitarios y en las escenas de teatros que recorren los pueblos. Es ahí donde hay mujeres indígenas como Elena Ixtamer, la colectiva Mujeres Ajchowen y Ester Miza que han hecho del arte su lenguaje, su fuerza y su forma de sanar.
La participación de las mujeres indígenas en el arte no solo es un acto creativo, sino también político y profundamente necesario. En un país donde históricamente sus voces han sido invisibilizadas, el arte se convierte en una herramienta poderosa para recuperar la memoria, afirmar la identidad y construir futuros desde lo colectivo. Estas artistas no solo crean belleza, también hacen justicia desde el color, la palabra y el hilo demostrando que la cultura maya sigue viva y vibrante, y que las mujeres son sus principales portadoras y defensoras.
En el Día Mundial del Arte, esta es una recopilación de tres historias de artistas de Sololá y Chimaltenango que han destacado a nivel nacional e internacional.
Elena Ixtamer: el arte del tejido que cuenta historias
En San Juan La Laguna, Sololá, entre los hilos de algodón teñidos con plantas y barro, Elena Ixtamer trabaja con manos firmes y mirada sabia. Desde los ocho años aprendió de su madre y su abuela el arte del telar de cintura, y hoy lidera la Asociación Batz’, donde junto a otras mujeres preserva técnicas ancestrales del tejido maya Tz’utujil. Sus textiles no solo son obras de arte; son fragmentos vivos de una historia tejida de generación tras generación.
Pero Elena no solo teje telas. También entrelaza comunidad, identidad y futuro. En su taller, enseña a las más jóvenes para que no se pierda el conocimiento de sus abuelas. Cada prenda que sale de sus manos lleva impreso un mensaje: resistir, conservar y celebrar lo que somos. Así, el tejido se convierte en una forma de decir: “Aquí estamos, y aquí seguimos”.
Por otro lado, uno de los aportes de las asociaciones en la cuenca del lago de Atitlán es contribuir económicamente al trabajo de las tejedoras vendiendo los productos directamente a los compradores, ya que anteriormente existían intermediarios quienes compraban los artículos a un precio bajo y los revendían a un precio alto a turistas en otros departamentos y lugares turísticos.
La Asociación Batz’ promueve tours a turistas nacionales e internacionales para dar a conocer cómo se realizan los tejidos a través de los métodos naturales y ancestrales, asimismo realizan cursos de telar de cintura a personas de diferentes edades y sexos.
¿Quieres saber más de ella y su historia? Puedes leerla acá
https://prensacomunitaria.org/2024/05/elena-ixtamer-mantiene-vivo-el-tejido-ancestral-en-san-juan-la-laguna/
Mujeres Ajchowen: sanar a través del teatro
En otro rincón del país, se alzan voces que cuentan historias que durante años fueron silenciadas. Son las voces de Mujeres Ajchowen, una colectiva de mujeres indígenas que hace del teatro y la danza un espacio para sanar la memoria común. Desde 2011, estas artistas se han subido a escenarios dentro y fuera del país para hablar de lo que dolió, de lo que sigue doliendo, pero también de lo que sana y empodera.
Con sus cuerpos como instrumentos y sus voces como fuego, narran experiencias que muchas callaron: violencia, despojo, migración y resistencia. En cada función crean un puente entre el pasado y el presente, usando el arte como ritual y como revolución. Ellas no actúan para entretener, actúan para transformar.
Las integrantes de la colectiva son madres, activistas, académicas y emprendedoras. En su tiempo libre se dedican al arte, atienden sus emprendimientos, estudian y cuidan de sus familias, aunque no siempre reciben apoyo en el hogar.
Mujeres Ajchowen ha enfrentado el desafío de romper esquemas que limitan a las mujeres al “ámbito doméstico”, demostrando resiliencia y empoderamiento a través de la técnica del xajoj (danza/teatro). Y a pesar de las barreras lingüísticas, sus mensajes se transmiten claramente, pues las obras son expresadas en los idiomas K’iche’ y Kaqchikel.
Acá puedes ver el video de su trabajo
Ester Miza: la pintora de la memoria de San Juan Comalapa
En San Juan Comalapa, Chimaltenango, los pinceles de Ester Miza dan vida a lienzos que cuentan lo que no resaltan los libros de historia sobre el conflicto armado interno y memoria histórica. Con más de tres décadas de trayectoria, Ester pinta la memoria de su pueblo maya Kaqchikel: mujeres con sus güipiles, mercados llenos de color, ceremonias, luchas, dolores y alegrías. Su arte es una ventana al alma de su comunidad.
Siendo madre soltera y artista indígena, Ester ha tenido que abrirse paso entre muchas barreras. Pero, su pasión la llevó a convertirse en una de las principales exponentes del arte comalapense. Cada trazo suyo es un homenaje a las mujeres que la formaron, y una invitación a mirar de frente lo que muchas veces se ignora: la belleza, dignidad y resistencia del pueblo maya.
El camino no ha sido fácil. Ester ha enfrentado barreras relacionadas con su identidad como mujer maya Kaqchikel. “Ser mujer y ser indígena a menudo significa toparse con limitaciones. Muchas veces no se cree en nuestro trabajo y eso dificulta avanzar”, lamenta. Además, como madre soltera, Miza ha tenido que lidiar con responsabilidades adicionales que han puesto a prueba su resiliencia.
Pese a estas adversidades, su determinación la ha llevado a participar en eventos internacionales en países como Bolivia, Perú, México y El Salvador.
¿Quieres conocer su historia? Acá lo puedes leer
Estas tres historias se entrelazan como los hilos de un telar. A través del arte, Elena, las Mujeres Ajchowen y Ester no solo conservan la cultura ancestral, sino que la revitalizan y la hacen hablar en voz alta. Son memoria viva. Son el presente que honra el pasado. Y son el futuro que se pinta, se teje y se representa con orgullo indígena.
*Con información de Prensa Comunitaria