La niñez y las mujeres en el Diario Militar
El 20 de mayo de 1999 el Archivo Nacional de Seguridad (NSA por sus siglas en inglés) hizo público el documento denominado Diario Militar. En él se registran graves delitos de lesa humanidad contra niños, niñas y adolescentes, así como en contra de mujeres, cuatro embarazadas, perpetrados por miembros de estructuras de inteligencia del Ejército de Guatemala.
Por Violeta Cetino
Este documento también es conocido como Dossier de la Muerte y fue sacado a la luz pública a través de Kate Doyle, experta en archivos desclasificados del Departamento de Estado de los Estados Unidos, en una conferencia de prensa emitida en Washington, D.C.
Doyle indicó que el documento fue elaborado por un cuerpo paralelo de inteligencia adjunto al Estado Mayor Presidencial, conocido como El Archivo. Según contó la experta, el Diario Militar llegó a sus manos luego de pagar 2 mil dólares a un empleado del Ejército de Guatemala, quien lo sustrajo de los archivos secretos de esta institución.
Este documento registra la información de dirigentes de organizaciones sociales, sindicales y guerrilleras. Cuenta con una fotografía de cada persona, junto a la descripción de actividades, organización y cargos ejercidos dentro de estas. Además, en muchas indica con códigos la manera cruel en que fueron asesinadas.
Dentro del marco de la conmemoración del 25 aniversario del descubrimiento del Diario Militar, la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Guatemala (FAMDEGUA) y el Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos (CALDEH), organizaron el foro “La niñez y las mujeres en el Diario Militar”, en el que participaron Miriam Martínez, secretaria de la junta directiva de FAMDEGUA; Carmen Gómez, activista de derechos humanos y de las mujeres y Jennifer Harbury, abogada norteamericana y también activista de derechos humanos.
Las tres participantes relataron hechos importantes de la trayectoria, de su trabajo en pro de los derechos humanos y la justicia y en la búsqueda constante de sus familiares y seres queridos.
“El Ejército desapareció a mi hermano Carlos Guillermo Ramírez Gálvez. Él era estudiante de la Escuela Central Para Varones y su desaparición nos dejó mucha tristeza”, comentó Miriam Martínez, quien agregó que su madre, Natalia Gálvez, se unió a la Fundación Myrna Mack para buscar a Carlos Guillermo, caso 66 del Diario Militar, y que después de 40 años de su desaparición, la búsqueda sigue. Por su parte, Carmen Gómez, detalló cómo se involucró en movimientos juveniles a los 17 años. Miriam también indicó que en el Diario Militar están registrados los casos de desaparición forzada de niños y niñas, así como de adolescentes estudiantes de diversificado. Sus casos tienen los números 9, 86, 94, 99 y 140 en ese registro. Además, datan los registros de cuatro mujeres embarazadas, de las cuales únicamente una sobrevivió.
Por su parte, Carmen Gómez narró cómo desde joven, a los 17 años, se involucró en las luchas sociales. Inició luego del terremoto de 1976 prestando apoyo a las personas de los nuevos asentamientos y enseguida, en 1978, se sumó a las jornadas de protesta contra el alza del precio del pasaje urbano. Contó que en esa ocasión la Policía Nacional (PN) la capturó junto a su hermano, hasta que integrantes de sindicatos de Amatitlán, de donde ella era originaria, intervinieron para su liberación.
Luego del asesinato de su hermano, ella fue capturada por el Ejército en 1982. Estuvo durante 10 días en una cárcel clandestina y la liberaron con la única condición de que debía “colaborar”, lo que significa que debía denunciar a las demás personas de su organización. “Me dieron seguimiento, y viví enfrentándome a los poderes más sanguinarios de este país”, mencionó.
Carmen habló sobre el lenguaje peyorativo con que son tratadas las mujeres y las niñas en el Diario Militar. “Se nota la subordinación y la exclusión de las mujeres, expresiones como ‘solo servía de pantalla’, ‘solo colaboraba en la impresión de un periódico’, cuando probablemente ella lo escribía”, indicó.
Esta manera de hacer referencia a los trabajos que las mujeres desempeñaban en las organizaciones a las que pertenecían, no era la misma que con los hombres, indicó Carmen. “Era amante del teniente Joel, o ‘esta dio la casa de la organización’, esta, así, esta, eran las expresiones sobre las mujeres, y así no se hacía referencia de los hombres”, puntualizó.
Las fichas que contienen los datos de estudiantes de diversificado, adolescentes y jóvenes, según Miriam, tienen la numeración 28, 52, 65,66, 67 y 68.
Puedes conocer el archivo en el siguiente link:
https://nsarchive2.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB15/dossier-color.pdf
Jennifer Harbury, recordó que entre 1982 y 1983 vio a muchos refugiados guatemaltecos cruzar el río en la frontera entre México y Estados Unidos. “Muchos iban con sus hijos e hijas, de Huehuetenango e ixiles, en búsqueda de refugio”, dijo. En esos años, el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, estaba a favor de las dictaduras militares en América Latina, así que deportaba a las personas que pedían refugio.
Harbury, que vivía en la frontera, se interesó en el tema y decidió visitar Guatemala por tres meses, una estancia que le ha durado más de 40 años. Al venir a Guatemala conoció a Aura Elena Farfán, Rosalina Tuyuc y a Nineth Montenegro cuando exigían al Estado, en manifestaciones públicas, que les entregara a sus familiares con vida. “Las mujeres siempre fueron valientes. Venían de la provincia muchas mujeres, evadiendo controles militares para llegar a la ciudad y exigir les devolvieran a sus esposos, hijos, hijas, hermanos, hermanas”, valoró.
El caso de Rosario Godoy Aldana la sensibilizó aún más. Rosario trabajaba como maestra y después de la desaparición forzada de su esposo, fundó junto a otras personas el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), para exigir a las autoridades les devolvieran con vida a sus familiares.
El 4 de abril de 1985, Rosario fue capturada junto a su hermano y su bebé de dos años y al día siguiente de su desaparición los cuerpos fueron hallados con politraumatismo y serias señales de tortura.
Para la abogada norteamericana, es importante continuar con la búsqueda del paradero de las y los desaparecidos de la guerra, sobre todo de los niños y niñas. “Este tipo de torturas a bebés no tiene parte en ningún lugar del mundo”, finalizó.