Los Caimus: lugares seguros para las mujeres sobrevivientes de violencia

Las organizaciones de mujeres en Guatemala se han dedicado a defender los derechos de estas  y empoderarlas. Hay trece organizaciones que tienen una lucha poco conocida, que es acompañar a las mujeres sobrevivientes de violencia.

¿Cómo hacen esta tarea? Por medio de los Centros de Apoyo Integral de Mujeres Sobrevivientes de Violencia más conocidos como Caimus, que las reciben para darles una atención integral, segura, confidencial y gratuita. En estos centros las mujeres son referidas principalmente por juzgados, el Ministerio Público, la Procuraduría de Derechos Humanos, otras mujeres e iglesias

Una de esas organizaciones, es la Asociación de Mujeres de Petén Ixqik, que se ubica en San Benito, Petén, al norte de Guatemala, un departamento fronterizo con México. Este sector del municipio se encuentra  en medio de vegetación y un par de casas alrededor, donde se logra diferenciar por una pared que está pintada de blanco con lila,  un mural que dice “Las niñas, niños y jóvenes, tenemos derecho a vivir libres y sin violencia”. Es ahí donde está un Caimus para mujeres que necesitan apoyo psicológico, legal, médico y psiquiátrico.

Según el diagnóstico de la situación actual de los Caimus a nivel nacional en el marco de la ley de femicidio, que fue realizado por la Asociación Ixqik en el año 2021, hay 16 centros de este tipo en el país que se ubican en los departamentos de Baja Verapaz, Escuintla, Chiquimula, Chimaltenango, Guatemala, Quetzaltenango, Huehuetenango, Sololá, Suchitepéquez, Totonicapán y San Marcos.

Debido a la pandemia la afluencia está por citas, todas las trabajadoras usan mascarilla y nadie puede ingresar si la puerta no se abre por un mecanismo interno. Según las cifras del Ministerio Público (MP), en los últimos seis años se registraron 10 mil 033 denuncias de violencia contra la mujer en este departamento. En un país donde la impunidad es prácticamente total, con un 97%, según observatorios de justicia, las denuncias marcan lo que el Estado tiene pendiente de hacer por los derechos de las mujeres que viven esta situación.

La Asociación Ixqik empezó su caminar hace 22 años, intentado que las mujeres participaran activamente en defender sus derechos y eliminar la violencia contra la mujer. Sin embargo encontraron que esto no era posible porque la violencia desbordaba a muchas. Fue entonces que tomaron la decisión de ser ellas las que lucharan por proteger a las víctimas de violencia para que pudieran salir de este círculo.

Así lo cuenta desde una oficina del Caimus pintada de verde con un escritorio y una computadora, Oneida Luna, representante de Ixqik, quién empezó como trabajadora social en el 2008 y se ha ido especializando en la elaboración y gestión de proyectos. “En el inicio era como las mujeres pedían asesoría, pero luego ya se fue viendo sobre todo casos de violencia sexual, que fueron de los primeros casos que acompañamos como organización. Y entonces vimos la complejidad de la violencia y como limita a las mujeres a los espacios de toma de decisión”, señala Oneida

Cuando el Caimus de Petén se inauguró en el 2016,  la prioridad que encontraron las organizaciones de mujeres era que empezara a funcionar, tenían seis personas laborando, así lo cuenta una de las primeras trabajadoras sociales, Liliana Verdugo. “Las mujeres organizadas hicimos muchas propuestas y el Caimus fue una de las propuestas que se dio en ese momento. El Caimus fue una de las prioridades que se dieron, la cual fue aprobada y a partir de ahí a través de la Red de Mujeres de Petén, se define que la organización Ixqik es la que administre el Caimus de Petén debido a que en ese momento era la única organización de mujeres organizadas que trabajaba en la defensa de los derechos humanos de las mujeres y tenía experiencia en el abordaje de casos de violencia contra la mujer y es así como se inicia el trabajo. Se hace un convenio con la Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar y contra las Mujeres (Conaprevi) para empezar a trabajar con seis personas en el 2012”.

Este Caimus es frecuentado por 240 mujeres (casos activos) y cada sobreviviente requiere no menos de seis atenciones psicológicas, tres asesorías jurídicas. “Entonces en términos de atenciones anuales el  promedio es de 900 mujeres atendidas. Hasta ahí hemos logrado. Porque a pesar de que hay mayor demanda no hemos ingresado más de esa capacidad porque sobrepasamos nuestra capacidad de atención”, señala la representante de Ixqik.

Petén por ser un departamento que tiene largas distancias entre los municipios y aldeas, una mujer que visita por primera vez el Caimus, se le trata de dar todo el abordaje desde un inicio. Así lo relata Verdugo.

La Ley Contra el Femicidio indica una información valiosa para los centros de este tipo. Según el Artículo 16 de esta ley, el Estado debe brindar recursos para el funcionamiento de los Caimus, esto se ha cumplido solamente en  cuatro Caimus de la organización Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM). Esto ha traído para los demás centros una lucha más a su qué hacer. Ya que esto determina más trabajo de gestión para lograr donaciones, voluntariado y ayuda internacional, para poder existir y funcionar como Caimus sin fondos estatales.

Al Caimus de Petén llegan mujeres de los 14 municipios de este departamento “son de aldeas o municipios que quedan a dos horas o más”, cuenta Verdugo. Además, mencionan que muchas sobrevivientes no tienen dinero para pagar el transporte y acudir a las citas con la psicóloga y abogada, por lo que Ixqik también ha logrado conseguir recursos para ayudar con el pasaje del bus y así las mujeres no falten a su proceso.

Una oficina con el rótulo que indica el área de psicológica, se puede ver al ingresar al entrar al centro, donde se encuentran oficinas para las distintas atenciones, en el área de psicología unos sillones color marrón, una mesita, un ventilador y una ventana donde se siente un poco el aire fresco que a veces se asoma, es ese el lugar donde las mujeres sobrevivientes de violencia comparten las heridas que les ha dejado los momentos más traumáticos y difíciles de sus vidas, donde el llanto sale y las emociones se ponen a flor de piel. Y las especialistas en la conducta humana, manejan la situación y conducen el proceso terapéutico oportuno para las pacientes que luego de haber atravesado una situación de violencia, se sientan acompañadas y apoyadas.

Por la situación del COVID-19 las mujeres acudían cada 15 días, para ser atendidas por una psicóloga o asesora legal que lleva el caso, pero ahora se ha vuelto a reactivar la atención a diaria[DI2] . Una verdad que sale a luz y que es posible por la seguridad y confianza que da un Caimus, las pacientes no solo han sido violentadas por su esposo o pareja, sino que han atravesado por abuso sexual desde niñas. “Muchas después de varias sesiones terminan diciendo que algún familiar las tocó o abusó de ellas, siendo menores de edad”, relata Leslie Pérez, una de las psicólogas que dispone el Caimus de Petén.

Al principio todas las sobrevivientes llegan por demandas alimenticias, la atención psicológica se les recomienda y son ellas quiénes deciden si acceden a recibirla o no.

Aunque la violencia sexual son los casos que más marcan a las mujeres, cuenta la psicóloga Leslie Pérez, quién está esperando un bebé y al preguntarle cómo logra cuidar su salud mental ella y sus compañeras cuando acompañan y asisten a cientos de mujeres que les cuentan sus historias de violencia. Ella suelta una pequeña sonrisa y menciona que todas cada cierto tiempo hacen ejercicios terapéuticos, Pérez cuenta que cuando termina su horario laboral, llega a casa y pone música para relajarse y entrega todos los pensamientos de la oficina en la oficina. “Sin eso no podría vivir, además ahora debo cuidarme más”, dice mientras acaricia su barriga.

Según Iliana Tzin, coordinadora del Caimus de Petén y una de las fundadoras de la Asociación Ixqik, una mujer recibe la atención dependiendo de ella y también del proceso legal que lleva para obtener justicia. “Los casos de violencia contra la mujer que tienen que ver con el ramo penal pueden llevar hasta uno, dos o tres años después y ahí es donde ellas encuentran este servicio gratuito. Y donde pueden permanecer durante ese proceso. En el caso de la atención psicológica es de igual forma, porque también hay algunas mujeres a veces se les dificulta estar movilizándose, no cuentan con ese recurso, puede ser que permanezcan un mes o dos o hasta 6 meses para finalizar su proceso ”.

 Los refugios para mujeres

Según la Agencia de la ONU para refugiados, refugio es sinónimo de asilo, de acogida o de amparo, pero también significa lugar adecuado para refugiarse. Y que a menudo se utiliza para referirse al espacio que servirá de resguardo a quienes huyen de guerras o conflictos armados y necesitan un techo urgente para cobijarse mientras esperan poder volver a sus hogares.

En Guatemala, lo más cercano a ese refugio o amparo que necesitan las mujeres sobrevivientes[DI3]  de violencia porque su vida corre peligro son los albergues que tienen los Caimus mientras se resuelve su situación. Esto le llama Iliana Tzin, “parte de la segunda fase de la atención integral que pueden recibir las mujeres”.

En el país no todos los Caimus cuentan con refugios o albergues temporales debido a que solo algunas organizaciones de mujeres reciben recursos estatales o logran gestionar fondos para el funcionamiento, así lo señala el diagnóstico sobre la situación actual de los Caimus que realizó Ixqik y presentó en octubre de 2021. De los Caimus que no reciben hasta el momento fondos del Estado y tienen un albergue son: Chimaltenango, Quetzaltenango, Huehuetenango y Petén. Los pendientes de este espacio son: Quiché, Totonicapán, San Juan Sacatepéquez, Guatemala y Chiquimula.

En general los espacios de albergue están acondicionados con infraestructura y personal. Aunque en muchos casos es el equipo multifuncional del Caimus quien atiende a las mujeres que también están en el albergue, generando sobrecarga de trabajo. Debido a la situación de la pandemia estos espacios han reducido el número de mujeres y sus hijas e hijos que se admiten, señala el informe[DI4] .

En Totonicapán la capacidad es para 40 personas, Chimaltenango 8 familias mientras Quetzaltenango tenía espacio para 70 pero por la pandemia ahora solo reciben a 50 mujeres y por último Petén donde pueden albergar a 10 mujeres con sus respectivos hijas e hijos.

Cada albergue tiene su propia dinámica y han logrado contar con este importante lugar por gestiones o fondos propios de las organizaciones.

Cuando las mujeres ingresan al albergue no pueden utilizar medios de comunicación como el celular, esto es por su seguridad, ya que es el personal a cargo quien les ayuda en esa parte. Las mujeres además reciben alimentación y ropa.

Las salidas que se permite que realicen las sobrevivientes es para ir a recibir la atención psicológica y legal al Caimus donde se encuentra el equipo multidisciplinario. Esto para resguardar la ubicación del albergue y solo personal autorizado tiene acceso a su ubicación.

A los Caimus asisten también niñas, adolescentes y mujeres trans y mientras más recursos facilite el Estado a los Caimus más casos se podrían atender, porque se contaría con más personal, así lo aseguran las trabajadoras del Caimus de Petén.

Con el acompañamiento que reciben las mujeres en un Caimus, hay varios casos que obtienen justicia, pero esta no es tanto la meta del personal de estos centros. “Lograr una sentencia no es el fin último de nuestro trabajo sino lograr reconstruir la historia de vida de cada sobreviviente, aunque a veces no se tenga una sentencia favorable logramos hacer ese proceso de restitución de  derechos de las mujeres que es al que más le apostamos dentro del modelo de atención, entonces eso permite que haya mayor referencia de las mujeres o nos busquen, aunque los procesos de referencia, una gran parte las hace el mismo sistema de justicia, ellos mismos refieren los casos porque son mujeres que requieren un acompañamiento integral”, comenta una de las trabajadoras

Marcela Lagarde y de los Ríos, académica e investigadora mexicana, durante una actividad virtual de la Red de Refugios de México el 14 de octubre del presente año, compartió su reflexión sobre los mecanismos de protección para las mujeres y por qué son necesarios los refugios para las mujeres. “Los refugios en México y en el mundo, yo conozco en varios países las redes de refugios, he estado en muchos de estos refugios, son verdaderamente una construcción de aliento. Los refugios son un lugar de apoyo, de empoderamiento, de la causa común colectiva de género, quienes van ahí, están teniendo una oportunidad de oro para salir de la violencia”.

Caimus: Centros de Apoyo para Mujeres Sobrevivientes de Violencia

Conaprevi: Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar y contra las Mujeres. es un mecanismo  institucional de coordinación y asesoría e impulso de políticas públicas para la prevención, sanción y erradicación de la violencia intrafamiliar y la violencia contra las mujeres.

Ana Alfaro

Mujer, bisexual. Me he dedicado al periodismo, fotografía, gestión cultural y realización audiovisual.
La comunicación y el arte me han permitido recorrer otras miradas y posibilidades de crear. Me gusta escribir, viajar y cuando no hago eso cocino. En el 2020 publiqué el libro “Vulcánica”.

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