Ser, luchar y trabajar: el desafío de los hombres trans en Guatemala

Encontrar un trabajo en Guatemala ya es un desafío debido a la falta de oportunidades del país, pero en esa búsqueda ser trans solo reduce las posibilidades de incorporarse al mercado laboral.

Por Colectivo Trans-Formación

Ser un hombre trans en Guatemala ya es, de por sí, retador. Pero cuando se trata de encontrar trabajo se vuelve una lucha diaria contra la discriminación, el desconocimiento y la falta de oportunidades reales. Para muchos de nosotros, el camino hacia la estabilidad laboral está lleno de puertas cerradas antes siquiera de poder tocar. 

Desde el primer filtro de selección las barreras son evidentes. En un país donde el acceso al cambio de nombre y género en documentos oficiales no es un derecho garantizado, muchas personas trans enfrentamos el dilema de postularnos con nuestro nombre legal, que no refleja nuestra identidad ni expresión, o con el nombre que realmente usamos, arriesgándonos a ser descartados por la aparente "inconsistencia" en los documentos. Esta incongruencia, lejos de ser un simple problema administrativo, se convierte en un obstáculo insalvable en la mayoría de los procesos de contratación. 

Incluso, si logramos llegar a una entrevista, el trato que recibimos varía desde la confusión hasta el rechazo abierto. “Pero, ¿sos hombre o mujer?”, preguntan algunos reclutadores con curiosidad morbosa, como si nuestra identidad fuera un tema de debate y no un hecho. Otros, simplemente nos ignoran cuando notan la discrepancia en nuestros documentos, o peor aún, nos descartan con excusas vagas y respuestas evasivas.

El problema no termina ahí. Para quienes logran insertarse en el mercado laboral, el ambiente de trabajo puede ser hostil e incómodo. La constante necesidad de explicar, de educar, de corregir y de enfrentar miradas inquisitivas se convierte en una carga emocional y mental que muchos no deberían llevar. Además, en un país donde la transfobia sigue latente, la posibilidad de sufrir acoso o despidos injustificados es una realidad que enfrentamos a diario. 

La falta de oportunidades laborales también ha obligado a muchas mujeres trans a recurrir al trabajo sexual, sin ninguna protección legal ni derechos laborales, y algunos hombres trans han tenido que tomar el mismo camino ante la falta de alternativas. A esto se suma la presión de la masculinidad tóxica, que nos exige ser proveedores cuando, en la práctica, muchas veces no podemos siquiera acceder a un empleo digno. Es un círculo vicioso que impacta cada aspecto de nuestras vidas: sin trabajo, no hay estabilidad; sin estabilidad, la salud mental y física se ven afectadas, y así la cadena sigue, perpetuando la precarización y la exclusión. 

No se trata solo de empleo; se trata de dignidad. Se trata de poder acceder a medios de vida sin que nuestra identidad de género sea vista como una traba. Las empresas tienen una responsabilidad que va más allá de la inclusión simbólica. Necesitamos políticas reales de contratación inclusiva, capacitaciones con enfoque de género y, sobre todo, el reconocimiento legal de nuestras identidades para que nuestra existencia no dependa de la empatía o desconocimiento de quienes toman las decisiones. 

Hasta que eso suceda, continuar en la búsqueda de trabajo en Guatemala siendo un hombre trans será, para muchos, una lucha cuesta arriba. Pero aquí seguimos, resistiendo, porque merecemos más que sobrevivir: merecemos vivir con dignidad y sin miedo.

Ruda

RUDA surgió en 2017 entre reuniones e ideas del consejo editorial de Prensa Comunitaria bajo la necesidad urgente y latente de tener un espacio digital en dónde evidenciar, publicar y visibilizar las luchas de las mujeres.

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