Urge una ley de educación sexual y reproductiva en Guatemala
El 19 de septiembre de este 2024 57 diputados firmaron una iniciativa de ley denominada “Ley de Educación Sexual para la Protección de la Niñez y Adolescencia en Guatemala”.
Por Ruda
Esta iniciativa fue promulgada por el diputado Rodrigo Pellecer, del partido político Elefante; a él se sumaron diputados de las bancadas Vamos, UNE, Valor, Unionista, Cabal, Azul, Todos y Viva.
El diputado Pellecer indicó que lo que pretende esta ley es que sean únicamente los padres de familia quienes puedan educar en temas de sexualidad a sus hijos. En ese sentido, también resaltó que es el actual Gobierno de Guatemala el principal “violador de los derechos humanos”, por intentar promover una agenda de Desarrollo Sostenible o Agenda 2030.
Educación sexual y reproductiva
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Educación Sexual Integral (ESI) es un proceso que cuenta con un plan de estudios para dar a conocer los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad. Su finalidad es dotar a las niñas, niños y los adolescentes de conocimientos, aptitudes, actitudes y valores que les permitan disfrutar de salud, bienestar y dignidad, establecer relaciones sociales y sexuales respetuosas, ser conscientes de la manera en que sus elecciones afectan a su propio bienestar y el de otras personas, conocer sus derechos y velar por su protección durante toda su vida.
La Universidad de San Buenaventura, en Medellín, define la salud sexual y salud reproductiva como la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y de manera saludable, sin correr el riesgo de sufrir algún tipo de abuso, violencia o discriminación de cualquier índole. Asimismo, se refiere a un estado general de bienestar físico, mental y social en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo, donde las personas tienen el derecho de procrear y la libertad para decidir hacerlo o no, cuándo y con qué frecuencia.
¿Qué temas se incluyen en esta clase de educación?
Según la OMS, la sexualidad es un aspecto central de la vida del ser humano que abarca el sexo, las identidades, los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Esta se experimenta y se expresa en pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles y relaciones. Esto significa que integra todos los elementos que intervienen en la sexuación de las personas, desde los biológicamente más simples hasta los psicosocioculturales más complejos. Es un concepto que explica el modo sexuado de ser persona, y esto puede estar influenciado por factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, legales, históricos, religiosos y espirituales (Gómez Zapaín, 2015).
Muchos de los países desarrollados y con más avance en temas de sexualidad, han introducido la educación en Salud Sexual Reproductiva (SSR), Educación Sexual Integral (ESI) y la Educación en Salud Sexual y Reproductiva (ESR) desde el inicio de la edad escolar, ya que está comprobado que las niñas y niños deben iniciar con esta educación en paralelo de los cambios que van experimentando conforme crecen y el entorno en el que se desarrollan. Estos modelos educativos han ido evolucionando conforme el tiempo, ya que uno de sus objetivo primordiales en la actualidad es el de proporcionar herramientas a la niñez y adolescencia para que crezcan en un estado de bienestar y puedan establecer relaciones sexuales y sociales armoniosas, apegadas al respeto, así como crearles conciencia de cómo sus propias decisiones pueden afectarlos a ellas, ellos y los demás así como el autocuidado, las relaciones sexuales placenteras, seguras, libres de violencia y discriminación.
En una recopilación realizada por Ana Lis Herrera Espinosa y Adriana Rodríguez Barraza para la revista digital universitaria de la Universidad Autónoma de México (UNAM), se describe cómo en una evaluación realizada en 2018 por el Centro Federal Alemán para la Educación en Salud sobre el estado de la educación sexual en 25 países de Europa y Asia Central, se encontraron datos relevantes sobre las formas de impartir educación sexual en las escuelas. Entre ellos, los casos de Estonia, Finlandia, Suecia, Suiza y México en los cuales se ha implementado una educación sexual integral con resultados favorables.
Los indicadores que se consideraron para evaluar fueron: que la enseñanza se adapte a la edad y al desarrollo de la juventud y, por lo tanto, se extendiera a lo largo de varios años; que los objetivos se relacionen, no solo con la mejora de los conocimientos, sino también con la creación de competencias mediante la clarificación de valores y normas, incluidas las normas sociales y de género; que también tuvieran como objetivo desarrollar habilidades conductuales de protección y de cuidado. Finalmente, la amplitud de los temas abordados, que debían incluir los roles de género, la diversidad en las orientaciones sexuales y el consentimiento mutuo para el contacto sexual.
Eficacia de la educación sexual y reproductiva en la niñez y adolescencia
Según datos de UNESCO, la Educación Sexual Integral (ESI) ha demostrado su eficacia y hay pruebas sólidas de los efectos positivos que ejerce en el aumento de los conocimientos adquiridos por las y los adolescentes, y la mejora de su actitud en relación con la salud sexual y reproductiva.
Las investigaciones también han puesto de manifiesto que los programas de ESI que cuentan con un plan de estudios pueden ayudar a retrasar la edad en que se empieza a tener relaciones sexuales, disminuir la frecuencia de las relaciones sexuales, rebajar el número de parejas sexuales, reducir los riesgos ante infecciones e incrementar el uso de preservativos y anticonceptivos.
Para la política y activista feminista Sandra Morán, de los beneficios que la sociedad puede obtener, destaca el tener incluso mejores relaciones. “Por ejemplo, nosotras decimos que hay que despatriarcar y descolonizar el pensamiento o la educación porque no podemos seguir permitiendo relaciones tan violentas. La discriminación, el racismo, todo eso que está en la sociedad y que nos divide o que nos clasifica y que nos impide desarrollarnos como somos y con quienes queremos estar, implica una educación distinta y esta educación integral en sexualidad sería un aporte para eso, porque tiene que ver con las relaciones, cómo nos estamos relacionando con las otras personas, cómo vamos nosotras relacionándonos con nosotras mismas, entonces creo que aportaría a una sociedad más armónica”.
Otro de los beneficios que puede adquirir la niñez y adolescencia al contar con información oportuna sobre ESR, según Morán, es el autoconocimiento del cuerpo. “Para mí es un conocimiento de su cuerpo, de su relación, es una posibilidad de ser quienes son y de crecer con libertad, porque al final de cuenta es eso, es tener mayor certeza de las decisiones que pueden tomar en un mundo tan complicado en donde la trata de personas está tan presente, en donde los riesgos son tan grandes, en donde la violencia sexual está ahí a la par. Me parece tan necesario que tengan las herramientas para poder tomar decisiones sobre sí mismos, sobre su cuerpo, sobre su ser”.
A decir de Morán, las personas conservadoras le temen a la libertad, aunque la pregonen y destacó la importancia de que la niñez y la adolescencia tengan acceso a información oportuna, científica y veraz sobre la sexualidad. “Lo que prefieren es control de la vida de las personas, control de la vida de sus hijos. Me parece a mí que son herramientas que las niñas, los niños adolescentes y las juventudes pueden tener para poder tomar decisiones informadas certeras en un mundo tan complicado y delicado”.
Para la periodista y activista Iliana Recinos, la niñez y adolescencia se ve beneficiada de obtener una educación sexual y reproductiva ya que la información oportuna brinda a niñas, niños y adolescentes herramientas para tomar decisiones informadas sobre su salud y bienestar.
Entre los principales beneficios están la prevención de embarazos no deseados, la reducción de infecciones de transmisión sexual, y la promoción de relaciones saludables basadas en el respeto y la igualdad. También ayuda a desarrollar una visión crítica sobre la importancia del consentimiento y los derechos reproductivos.
Destaca que la sociedad puede obtener múltiples beneficios a mediano y largo plazo. “A nivel social, la educación sexual integral fomenta la equidad de género, reduce los índices de violencia sexual y promueve la salud general de la población. A largo plazo, contribuye a la creación de una sociedad más informada y responsable, con menores tasas de embarazo adolescente y mejor acceso a servicios de salud sexual y reproductiva. Esto se traduce en un impacto positivo en la economía y en la calidad de vida de las personas”.
La sociedad guatemalteca tiene un rezago grande en términos de Educación Sexual y Reproductiva, porque es una sociedad conservadora, que durante años ha estado dividida por ideologías religiosas y políticas. A pesar de ser un país multicultural no se ha podido dar ese enfoque plural en este tema.
En las sociedades más modernas la educación sexual se inicia desde la edad preescolar, el sistema educativo de dichos países ha creado programas educativos acorde a la edad de las niñas, niños y adolescentes. Países como Suecia implementaron estos programas desde 1955, obteniendo grandes resultados como bajas tasas de natalidad en la adolescencia, relaciones afectivas sanas, bajas tasas de Infecciones de Transmisión Sexual, entre otros beneficios.
Guatemala presenta uno de los índices más altos de embarazo adolescente en la región. El Grupo Multidisciplinario está integrado por organizaciones de la sociedad civil y personas individuales, y tiene como objetivo principal promover los Derechos Sexuales y Reproductivos en Guatemala. Cuentan con un Mirador de los Derechos Sexuales y Reproductivos en el cual realizan un monitoreo de los embarazos en el país.
En Guatemala un aspecto importante a considerar es el nivel de escolaridad, sobre todo de las niñas que resultan embarazadas a temprana edad, muchas de ellas no pudieron terminar ni siquiera la educación primaria. En tal sentido la ESR depende de la escolarización, las y los adolescentes con poco acceso a la educación, sobre todo en las áreas rurales, son quienes presentan un mayor riesgo de tener conocimientos limitados en materia de salud sexual y reproductiva.
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