Tejiendo memorias lésbicas en Guatemala
Históricamente, el feminismo lésbico ha sido una corriente teórica y un movimiento que propone una interpelación hacia la naturalización de la heterosexualidad. Ha transgredido el modelo de vida social impuesto hacia las mujeres, a quienes se ha asignado un espacio subordinado dentro de las sociedades patriarcales. Desde el auge del feminismo radical en Estados Unidos, las lesbianas demandaron ser visibles dentro del movimiento feminista y que sus aportes teórico-políticos fueran reconocidos, a pesar de la resistencia de algunas referentes feministas heterosexuales.
En Guatemala, si la historia de los movimientos de mujeres no es ampliamente conocida, la del movimiento feminista lésbico aún menos. Es por ello que entrevistamos a cinco lesbianas feministas guatemaltecas de distintas generaciones para conocer sus visiones sobre este movimiento y la articulación con el feminismo.
Lucía Rosales tiene 28 años, es nutricionista enfocada en la alimentación consciente e intuitiva. También hace drag con el nombre de Gatía Cerota y se identifica como feminista y lesbopansexual. Claudia Acevedo ha sido parte de los años de mayor auge para el movimiento lésbico feminista. Tiene 50 años y se enuncia como lesbiana feminista radical. Celeste Mayorga de 31 años es investigadora, fotoperiodista y artista visual. Se considera lesbiana feminista con el corazón en el feminismo comunitario. Dorotea Gómez tiene 45 años, es la autora del ensayo Mi cuerpo es un territorio político, desde donde se asume y vive lesbiana-feminista. Numa Dávila es antropóloga, tiene 29 años y forma parte de la colectiva de disidencia sexual y artes Cuirpoétikas. Se nombra y reconoce como lesbiana y persona no binaria.
A partir de las voces de cada una se plantea un ejercicio de memoria y reflexión sobre las luchas lésbico feminista en Guatemala desde su auge hasta el presente.
Hubo un movimiento
“Para mi es tan sencillo como ir a la raíz de lo que ocurre en el mundo, a las causas de las causas, a la parte más medular con la intención de hilar fino la historia, no con nudos ni con lana gruesa sino hilar fino la historia para contarla desde un lugar que atenta contra la historia oficial.” Así es como Claudia Acevedo, explica qué significa enunciarse lesbiana feminista radical. Cuando se le pregunta si hay un movimiento lésbico feminista en Guatemala, responde que no.
Hubo tiempos en que estuvimos muy activas, en que hicimos bastante ruido, salimos a las calles e hicimos acciones desde la insurgencia lésbica feminista.
Los años de mayor movilización lésbico-feminista fueron entre 2004 y 2011. Fue una temporada de mucha actividad, entre performances, revistas y encuentros. Se organizaba una escuela de formación lésbico feminista y se realizó el Encuentro Lésbico-feminista de Abya Yala y la Diáspora negra en el 2010, punto donde culmina el auge del movimiento de acuerdo con la memoria que nos comparte Claudia Acevedo.
Celeste Mayorga describe cómo ser lesbiana significa varias rupturas con el patriarcado, con el cristianismo y con el sistema económico
Ha sido Reconocer mi lugar político como lesbiana, como mujer. Ahora digo que es un placer, pero por un tiempo mucho dolor, mucha tristeza, mucha depresión, mucha vulneración por ser activista. Y ahora es un lugar de alegría acompañándome y acompañando a otras personas de la diversidad
Celeste recuerda haber visto hace años el performance de desnudo llamado “Mi cuerpo mi territorio”, realizado por lesbianas feministas en el Parque Central.
Me pegó verdad, yo decía ¿qué tiene que ver el cuerpo con el ser lesbiana? Entonces ahí pues obviamente la sexualidad, porque la sexualidad atraviesa al cuerpo y viceversa. Y luego fue lo de mi cuerpo también lo uno al tema del territorio y las compañeras del feminismo comunitario territorial.
De igual forma, Numa Dávila cuenta las implicaciones de nombrarse lesbiana:
Nombrarse lesbiana en cualquier sociedad, es como que atentáramos contra el orden heteronormativo, contra el orden patriarcal, y también siempre estar bajo la amenaza de la corrección heteronormativa que puede ser, principalmente a través de la violencia sexual y a través de otros mecanismos que se dan aún en Guatemala.
Algunos de estos mecanismos son la “violación correctiva” y las terapias de conversión que se realizan en algunos centros violando los derechos humanos de las personas.
Numa también recuerda otro performance llamado “Este cuerpo es mío”
Siempre ha habido mucha denuncia de violencia sexual. Creo que este performance me parece que es importante anotarlo porque justamente son acciones que se hacen en el espacio público de denuncia.
Otro elemento recordado por las entrevistadas fue la Revista IMagina que contiúa activa desde su página de facebook.
Allí escribían lesbianas feministas locales y se pensaba mucho por ejemplo el amor romántico, la reproducción de la monogamia obligatoria, cómo se reproducen relaciones de poder en relaciones lésbicas, muchos temas así que también creo que era muy interesante leerlo desde la experiencia situada de esas mujeres o de esas lesbianas desde acá. – Explicó Numa.
Estos registros y recordatorios también expresan las reivindicaciones históricas y muchas actuales de las lesbianas en Guatemala. El reclamo del cuerpo como espacio propio, la autonomía, la libertad. Para Dorotea Gómez Grijalva, algunas de las demandas más sentidas han estado atravesadas también por las violencias:
Que las mujeres lesbianas puedan vivir su sexualidad y su vida con libertad sin tener que esconderse, sin tener que vivir en el anonimato porque cuando lo hacen público están más expuestas a violencia, a violencia sexual, a violencia física, a violencia simbólica.
Estas formas de violencia se ven vinculadas con las estructuras sociales y económicas. Por ejemplo, un fenómeno mencionado es que muchas lesbianas no hablan abiertamente de su identidad y su sexualidad porque corren más riesgos de quedar desempleadas. En general, corren más riesgos de que las oportunidades laborales y educativas se les cierren.
Por otra parte, Lucía Rosales cuenta que desde hace varios años ha conocido sobre el feminismo en su hogar, y desde hace 15 años sabe que su hermana es lesbiana. Hoy Lucía se identifica como lesbopansexual “sin embargo para mi nombrarme lesbiana es una posición política, es priorizar mis relaciones con las mujeres”.
Lucía también considera que no hay un movimiento lésbico organizado actualmente, aunque ha habido articulaciones esporádicas en la Ciudad de Guatemala, reconoce que en departamentos como Izabal y Alta Verapaz se ve más articulación.
Sé que hay varias y varios espacios por ahí pero que haya una voz como tal no. Y eso si bien tiene sus contras también me parece que está bonito porque no puede haber una sola voz que hable por todas.
Numa también identifica una presencia fuerte del movimiento lésbico feminista local entre el 2000 y el 2014. Señala que entre 2013 y 2014 ella se empapó más de estos movimientos políticos
Pero ahorita yo si creo que hay lesbianas feministas, y creo que se están moviendo en diferentes espacios. Pero un movimiento lésbico feminista como tal yo diría que no.
Las razones de la ausencia de un movimiento articulado, Claudia Acevedo las identifica como una dilución a raíz del auge de la mercantilización que se ha hecho desde lecturas más occidentales de los temas LGBT. Por otra parte, señala que muchas de las lesbianas más activas en el movimiento se enfocaron en el tema de la sanación.
Es impresionante porque todas empezamos a hacer cosas para sanarnos a nosotras pero también para acompañarnos con otras.
Parte de nuestra propuesta política era empezar a tejer redes de vida, porque ya se hablaba del buen vivir, pero en la concreta del movimiento lésbico feminista en la región y en Guatemala ¿qué implicaba para nosotras? Cómo transformar el racismo, los procesos de misoginia, transformar el patriarcado, y más desde lo íntimo, desde lo colectivo, desde lo común, para poder transformarlo más públicamente. Esa era como nuestra línea de acción, más que hacer reformas al estado
Recuperar el cuerpo
Las reflexiones feministas en torno al cuerpo han sido diversas. Desde El segundo Sexo, Simone de Beauvoir hacía referencia de cómo el pensamiento filosófico había vinculado a la mujer con la naturaleza, lo inmanente y el cuerpo. Silvia Federici menciona cómo la expropiación del cuerpo de las mujeres también representó una de las formas de instauración del capitalismo. Desde el feminismo comunitario, se hace referencia al cuerpo como un territorio histórico en disputa con el poder patriarcal ancestral y colonial, pero también como espacio vital para la recuperación de la vida
Claudia formó parte de la organización y ejercicio de los performance mencionados por Celeste y Numa. El 25 de noviembre de 2006 se realizó la performance “Mi cuerpo mi territorio: deletreando la piel” en el Parque Central de la Ciudad de Guatemala.
Teníamos pedazos de ropa tapando los senos y la parte del calzón. La propuesta era que mientras algunas de nosotras leían poesía contra la violencia contra las mujeres Invitábamos a la gente a que nos escribiera en la piel textos que hablaran sobre qué queremos, cómo queremos al piel, cómo queremos el cuerpo y cómo pensamos en contra de la violencia.
Este fue el antecedente de “Mi cuerpo es mío”, el performance que se realizó el 8 de marzo de 2007 al frente del Palacio de Justicia. Fue una acción organizada por la Batucada feminista luego de varios meses de procesos de diálogo colectivo sobre violencia sexual, femicidios, cuerpo y sexualidad. Claudia cuenta que en ese periodo hubo un pico en los femicidios, desde el año 2000.
Hicimos un proceso de día a día donde nos juntábamos mínimo 4 veces a la semana en la sede de Lesbiradas. Éramos lesbianas y nosotras estábamos haciendo todo un proceso de hablar sobre el cuerpo. Entonces empezamos a tejer el tema de mi cuerpo es mío para el 8 de marzo, con la intencionalidad de poner el punto en el asunto, qué pasa con nuestros cuerpos y qué es lo que el patriarcado pretende robar de nuestros cuerpos y nuestras vidas.
Como resultado de estos procesos se organizó la acción para el 8 de marzo, a pesar del miedo de algunos sectores del movimiento que consideraban que el performance de desnudo iba a “sexualizar” o “genitalizar” el 8 de marzo.
Pero nosotras siempre dijimos que no estábamos pidiendo permiso sino que íbamos a hacer una acción.
Llega el día, y catorce mujeres con batas moradas se pararon al frente de la CSJ, dejaron las batas y sobre el pecho de cada una se leía una letra hasta completar la frase Mi cuerpo es mío con los discursos de fondo de una de las mujeres participantes.
Parte de la acción era pintarnos de morado y rojo y la intención era pintarnos en el cuerpo vulvas, éramos vulvas completas, todo nuestro cuerpo era vulva. Y justamente por la visión del patriarcado de que las personas con vulva valen menos y pueden ser objeto de violencia.
Al llegar a la CSJ el grito “somos lesbianas porque nos da la gana” fue aplaudido y celebrado por las mujeres. “Invitamos a las mujeres a amarnos y a recuperar el poder de nuestro cuerpo. Alto a la violencia contra las mujeres” finalizaba el performance.
Detrás de esta acción hubo toda una estrategia de seguridad para las participantes.
Las que nos desnudamos éramos unas, pero por parte del cordón de seguridad había más. Llegaron a ser más de 100 mujeres, todas las que nos rodearon y nos guardaron, las que hicieron todo el papel de seguridad. En todas las entradas de la CSJ estaban mujeres de la comisión de seguridad. Justamente porque íbamos a desnudarnos en la calle, porque aunque estuviéramos pintadas estaba todo este miedo alrededor de la acción.
Heterorealidad y heterosexualidad
En 1970 Adrienne Rich escribió un ensayo titulado Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana. En este, buscaba “animar a las feministas heterosexuales a analizar la heterosexualidad como institución política que debilita a las mujeres, y a cambiarla” (Rich, 1980).
Rich analiza que las formas de socialización y presiones sociales han llevado a las mujeres hacia el matrimonio y las relaciones heterosexuales, instituyendo la heterosexualidad obligatoria. Esta última es una categoría que Rich propone para desnaturalizar la heterosexualidad, cuestionando su carácter innato y entendiéndola como un a institución política que afecta a todas las mujeres, que lleva a pensar que la heterosexualidad es “lo normal” y la experiencia lesbiana es una desviación o aberración.
Rich criticó que las obras feministas se limitaran a “tolerar” el lesbianismo como un “estilo de vida alternativo” y señaló que es necesaria una crítica feminista de la orientación heterosexual obligatoria. Además, critica como muchas obras feministas están escritas como si las lesbianas sencillamente no existieran, ni siquiera como seres marginales (Rich, 1970:20).
Dorotea Gómez explica en su ensayo “Mi cuerpo es un territorio político” el significado de asumirse como lesbiana feminista. Asimismo, cuenta que
Es cada vez más ser consciente de que vivir esta opción de la sexualidad lo quiero hacer esforzándome por deconstruir, por des-internalizar todos esos mandatos patriarcales desde esa lógica heteropatriarcal en donde las relaciones se construyen a partir de esas relaciones desiguales de poder, de abuso, de control, de opresión, de violencia, y por eso es que yo hago esa distinción y reafirmo eso porque sí conozco de experiencias cercanas que he podido tener o conocer, de que no es lo mismo vivir mi identidad lesbiana no es lo mismo si no lo paso por ese filtro o por esos lentes más finos de mencionar por qué es que yo vivo mi sexualidad de esa manera y qué implicaciones puede tener si yo me doy la oportunidad de vivirla pero cuestionando también esos patrones establecidos.
Algunas de estas ideas pueden verse reflejadas en lo que Celeste Mayorga describe como lesbofobia internalizada. De igual manera, Lucía Rosales identifica en las experiencias de ser lesbiana el estigma que las mujeres sienten hacia su propia sexualidad
Entender que sos una mujer a quien le gustan otras mujeres es motivo de “cómo así que ya sos lo peor y te gusta lo peor”.
Claudia Acevedo explica que las lesbianas han conceptualizado un sistema que nombran heterorealidad:
Es un paradigma ideológico. Este paradigma contiene al patriarcado, a la colonialidad, al racismo.
Este concepto surge en la década de 1970, desarrollado por feministas lesbianas para describir una lógica de pensamiento construida desde la dualidad y el heterosexismo. Dentro de la heterorealidad se mezclan los sistemas de opresión y se viven desde cada cuerpo (López, 2013)
En ese contexto, se puede entender que muchas lesbianas no buscan entrar dentro de la lógica de la heterorealidad. Y esto puede analizarse en la reivindicación de la libertad sexual. Como menciona Numa
La libertad de la sexualidad siempre ha sido como una trinchera de lucha muy importante y que se distancia también, porque no es la misma que la del movimiento de diversidad sexual, como yo lo he sentido no tiene una visión asimilacionista-incluyente sin que mas bien plantea la transformación radical de un sistema político.
Visibilidades
Nombrarse lesbiana en el ámbito público significa, así como un ejercicio político, un riesgo. Como menciona Celeste:
Hay una cosa bien personal de ser lesbiana, luego existe un contexto que es también de ser lesbiana en un país como Guatemala y la otra también de lo que significa nombrarlo porque no todas lo van a nombrar. Y yo en este caso quisiera decir que yo creo que el reivindicar ya políticamente ser lesbiana atraviesa el vulnerarte, también reconocer la misoginia entre nosotras y la lesbofobia internalizada.
De las violencias ya mencionadas por las entrevistadas, muy pocas terminan dentro del sistema de justicia. De acuerdo con un reportaje de Andina Ayala, en los últimos cuatro años las denuncias hechas por mujeres lesbianas son por delitos contra la libertad y la seguridad de la persona, y delitos contra la vida e integridad.
http://vivirsinviolencia.org/lgbt.html
De igual manera, el Ministerio Público no diferencia los motivos de las denuncias realizadas por mujeres lesbianas, sino que las incluye en violencia contra las mujeres. De las 528 denuncias por violencia contra población LGBT registradas, 53 fueron hechas por lesbianas.
En este mismo reportaje, los testimonios de las lesbianas entrevistadas denunciaron que las problemáticas del sector lésbico son las más silenciadas dentro de toda la comunidad LGBTIQ. Otro hallazgo fue que en todo el país, solo dos organizaciones se dedican a la atención especializada para los derechos de las mujeres lesbianas.
Visibilidades
La percepción de que dentro del movimiento LGBTIQ las reivindicaciones de las lesbianas son menos visibles fue compartida por las entrevistadas. Las causas las atribuyen a varios factores, entre ellos la misoginia.
La misoginia hacia todo lo feminizado. Yo creo que eso es algo que atraviesa. Que además hay que recordar que en Guatemala el movimiento de diversidad sexual se concentra mucho en la forma de ONG, y que también está atravesado por una política de prevención del VIH que viene desde lo 90s para acá y eso no ha cambiado mucho en estos años. Y las corporalidades lésbicas no son como beneficiarias de todos esos programas de prevención impulsados por la cooperación. – Explica Numa Dávila.
Lucía Rosales también lo afirma, menciona que:
Es por una cuestión de ser mujeres. Creo que la misoginia permea cualquier aspecto y es bastante importante tenerlo presente. Hoy de hecho vi un tuit que decía que era importante entender que este mes no era solo de los hombres blancos gays, sino de las mujeres.
Claudia Acevedo visualiza que hay una predominancia de la propuesta gay y trans. Por otra parte, Dorotea Gómez también identifica que el movimiento LGBT está mayormente liderado por hombres gays.
A pesar de que las sociedades recriminan, violentan, discrimina a la diversidad sexual en general, esa represión, esa recriminación y esa discriminación es más profunda hacia las lesbianas que hacia los gays. Porque yo sí creo de que a pesar de que seas gay, no dejas, no pierdes tu condición de hombre, y esa condición de hombre hablando biológica y cultural y socialmente viéndote, te da a ti también mayores permisos, mayores condiciones en cuanto a la libertad sexual, en cuanto a la autonomía económica y al poder adquisitivo.
Hablando de la visibilidad cotidiana, Numa Dávila también menciona la presencia de otros factores:
También creo que hay mucho miedo, como ser lesbiana implica tantos riesgos. Yo sí siento que por eso también muchas lesbianas no son tan visibles o no se meten tanto al activismo político, o no se meten como a disputar el poder en estos espacios organizativos. Y tiene que ver con que somos mucho más visibles, con que por ejemplo la violencia, las agresiones y el bullying generalmente se dirigen hacia nuestras corporalidades. Creo que una se la piensa mucho más a la hora de exponerse y eso está atravesado por la experiencia de habitar corporalidades feminizadas, por ser mujeres a quienes sí se identifican así.
Ante estas violencias, Celeste Mayorga señala la ausencia de acompañamiento para las lesbianas:
Como no hay acompañamiento tampoco puede haber algo que sea políticamente colectivo, concreto, que sea sostenible para dar continuidad y creo que eso ha pasado en guate entonces las compañeras de Lesbiradas y otras hicieron muchos performances como “Mi cuerpo es mío”, se desnudaron, hicieron muchas cosas pero eso también significaba vulnerarse en tiempos donde quizás no se habla tanto de sanación y autocuidado como ahora, o de sexualización o hipersexualización de las lesbianas por ejemplo.
Los encuentros con el feminismo
En 1969, Betty Friedan, presidenta de la Organización Nacional para las Mujeres (NOW) había expresado que la vinculación del lesbianismo con el movimiento feminista era una “amenaza lavanda” que podría perjudicar las posibilidades de alcanzar un cambio político para las mujeres desviando las metas de igualdad social y económica. En ese momento, los prejuicios hacia las lesbianas de “odiar a los hombres” eran vistos como potencial amenaza para la visión de la sociedad hacia el movimiento feminista.
Al año siguiente un grupo de mujeres lesbianas feministas se autodenominaron “Lavender Menace” (Amenaza Lavanda) en alusión a la frase de Friedan. Las integrantes de Lavender Menace redactaron un manifiesto sobre Las mujeres que se identifican con otras mujeres. En 1971, la NOW incluyó los derechos de las lesbianas dentro de las políticas de la organización, y en 1977 Betty Friedan se disculpó por promover la exclusión de las demandas de las mujeres lesbianas y apoyó una resolución de la NOW contra la discriminación por preferencias sexuales.
Sobre el contexto Guatemalteco, Dorotea Gómez narra en Mi cuerpo es un territorio político cómo comprendió que no tosas las lesbianas son feministas. Y que tampoco todas las lesbianas tienen una consciencia política de desestructurar la normativa heterosexual en sus relaciones de pareja y sociales, así como no necesariamente todas las mujeres que tienen por pareja a una mujer se asumen lesbianas. (2012)
Para Numa Dávila la situación es similar:
El lesbianismo en sí si lo entendemos solo como práctica, que en Guatemala hay muchas lesbianas, y hay muchas lesbianas que no son feministas y hay otras que sí son feministas.
Es así como las propuestas del feminismo lésbico se resaltan de la identidad de lesbiana vista solamente como práctica sexual.
Los vínculos con el feminismo tienen que ver precisamente con buscar la emancipación que parte de poder vivir en libertad nuestra sexualidad sin tenernos que ocultar. Es una lucha contra la violencia, que creo que también nos vincula a las lesbianas con el feminismo igual por esto mismo que hablamos de toda esta violencia heteronormativa patriarcal que recibimos. Yo no lo veo disuelto, para mi hablar de lesbianismo está pasado por el feminismo, no lo podría ver distinto entonces me cuesta ver los vínculos. Porque todo lo que pienso de lesbianismo es puro feminismo también.
Claudia Acevedo cuenta su experiencia personal desde el feminismo y el ser lesbiana:
Creo que el lesbianismo alimenta muchísimo al feminismo y viceversa, en el sentido que uno de los factores primordiales en que el patriarcado nos quiere sujetar es la sexualidad. Salí del closet y me vinculé con el feminismo, para mí fue muy importante vincularse porque sin el feminismo hubiera sido más difícil, más doloroso, más tormentoso, más conflictivo creo yo como lo es para la mayoría de las lesbianas en este país. Narra Claudia, contando cómo a ella y a muchas mujeres de su generación el feminismo les salvó la vida.
De igual manera, Lucía Rosales cuenta que el feminismo, lo hemos escuchado de todas y yo soy una de ellas, me salvó. Sobre la relación con el ser lesbiana, menciona que:
Tengo muchas contradicciones con esto. Creo que lo que he estado pensando últimamente y lo que me produce muchas contradicciones es cómo a los feminismos les exigimos tanto, se me hace bastante patriarcal y misógino de nuevo que una cosa que esta desde los cuerpos feminizados tenga la respuesta. Sin embargo sí he encontrado mucho consuelo, mucha ternura en el lesbofeminismo. De hecho antes de nombrarme lesbopansexual para mi fue muy importante nombrarme lesbofeminista, porque pues el sujeto político ahí somos las mujeres y nuestras relaciones con las mujeres.
Dorotea Gómez, desde la postura como lesbiana feminista, menciona:
Al vivirlo desde una postura feminista el reto, el desafío y la invitación es, cada vez en la vida, pararse cada vez que es posible y ser consciente de revisar qué tanto estás de verdad deconstruyendo ese patrón establecido, ese sistema que opera, o en realidad lo único que haz trastocado es la manera de con quién construyes tú una relación sexoafectiva y amorosa pero sin cuestionar todo lo demás.
Numa resalta que las lesbianas han hecho muchos aportes a los feminismos para pensar y problematizar los deseos, en dónde ponemos nuestros afectos, para problematizar la política que hay detrás de estos que parecieran o uno a veces los percibe como naturales, las emociones y esto son naturales. Y realmente pues no, no son naturales, también se construyen, también hay una política que los atraviesa y creo que las lesbianas han hecho muchos aportes pero también creo que las lesbianas pueden ser muy incómodas. Y creo que han sido muy incómodas para ciertos movimientos, pero creo que hay muchísimos vínculos.
Un futuro libre
Luego de abordar las vivencias de violencia cotidiana que experimentan las mujeres lesbianas, queda la pregunta ¿cómo te gustaría que fuera el futuro para las lesbianas en el país? Las respuestas van desde el placer, la ternura , el acompañamiento y la autonomía.
Celeste cuenta que, en un futuro definido por las siguientes generaciones de lesbianas, quisiera que:
Hubiera un espacio donde pudieran acompañarnos de lo que significa ser lesbiana en Guatemala y cómo sanamos nuestras historias de represión y violencia, para poder llegar a una lesbianidad que sea placentera pero también que sea cuidada para otras. Y que sea también un referente para tantas generaciones, que decidan qué significa para cada generación, para cada una de ellas, ser lesbiana.
Lucía aboga por un futuro basado en la ternura y vivir libre de violencias:
Para mi el futuro para las niñas, adolescentes y mujeres en Guatemala es que podamos retomar nuestro poder y no un poder patriarcal. Poder tener la capacidad de elegir qué es lo que queremos para nuestra vida sin que eso signifique agresión física, sexual, psicológica, económica, e incluso la muerte.
Claudia piensa en un futuro de libertad de ser y elegir, aunque cuestiona cuánta libertad tenemos dentro de la heterorealidad.
Que exista la posibilidad de que cada lesbiana pueda elegir ser lesbiana sin miedo a que la persigan, sin miedo a que la rechacen de su familia, sin miedo a que la desvinculen de cualquier sistema familiar, sin miedo a que la violen en la calle. Que viva su placer, que viva su gozo, su erotismo, con la posibilidad de explorar su cuerpo y que además pueda decidir que su cuerpo es suyo como primer territorio.
Numa también menciona que le gustaría un futuro muy placentero y libre, donde se puedan construir cambios radicales en las formas en que se entablan relaciones.
Nos veo con trabajos dignos, nos veo cuestionandonos la manera en la que construimos cotidianidad, me imagino siendo libres de cuestionar todos los modelos que se nos imponen también y que nos atraviesan como por ejemplo la monogamia obligatoria, las relaciones de poder de amor romántico. Me imagino un futuro en el que podamos caminar, en el que podamos manifestar nuestras existencias y nuestros afectos y que podamos también disputar los espacios públicos y vivirlos también con mucha más libertad y mucho más plenas. Sin tener miedo, de que nos violen, de que nos maten, de que por defenderte de una agresión violenta te pones en riesgo tu vida y tu integridad. Yo ya no quiero que eso suceda y no quiero que eso le pase a ninguna otra chica lesbiana en el futuro. Y me mueve mucho, la verdad es que me mueve mucho hoy, salir a la calle a veces es muy difícil habitando estas corporalidades que atentan contra la norma. A veces me siento demasiado con miedo de estar en la calle y de toparme con chicos y con hombres y con machos y de recibir agresiones por simplemente cómo me veo, aunque me siento bien de cómo me veo y de cómo es mi expresión de género, pero saber que cuando salgo de la puerta de mi casa van a haber gente que me mira, va a ver gente que me puede agredir. Son cosas que me afectan mucho y que de verdad no quisiera que le pasen a ninguna otra persona.
Finalmente, Dorotea apunta a un futuro de libertad, sin violencia, discriminación ni exclusión:
Que ellas puedan ser tal cuales son como profesionales, como humanas, como lideresas, como personas plenas sin que tengan que estar ocultando lo que son, y que puedan vivir con alegría y con libertad esa manera de su propia sexualidad sin tener que explicar, sin tener que estar temerosas de que pueden ser sometidas a cualquier tipo de violencia o que puedan ser sometidas también a la exclusión mucho más estructural de la que ellas ya son parte. Que sea un futuro en donde ninguna joven tenga temor y piense que lo que está viviendo es una locura.
Se puede observar la importancia que ha tenido el feminismo lésbico dentro de la historia del desarrollo teórico y político del movimiento feminista, tanto en lo local como en lo internacional. Dos días al año se dedican a visibilizar y reivindicar la identidad lésbica: el 13 de octubre como Día de la rebeldía lésbica y el 26 de abril como Día de la visibilidad lésbica. Sin embargo, como cuentan los testimonios de las entrevistadas, la experiencia lesbiana sigue siendo menos visible. Ante esta realidad, las distintas vivencias de las lesbianas en Guatemala siguen tejiendo luchas políticas entre la alegría, la lucha contra la violencia, la resistencia contra una sexualidad patriarcal y la aspiración-acción de libertad para ser lesbiana sin miedo.
Referencias:
Dávila, N. (2021) Comunicación personal.
Rosales, L. (2021) Comunicación personal.
Acevedo, C. (2021) Comunicación personal.
Gómez, D. (2021) Comunicación personal.
Mayorga, C. (2021) Comunicación personal.
Gómez, D. (2012) Mi cuerpo es un territorio político. Brecha lésbica. https://brechalesbica.files.wordpress.com/2010/11/mi-cuerpo-es-un-territorio-polc3adtico77777-dorotea-gc3b3mez-grijalva.pdf
Rich, A. (1980) Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana. http://www.mpisano.cl/psn/wp-content/uploads/2014/08/Heterosexualidad-obligatoria-y-existencia-lesbiana-Adrienne-Rich-1980.pdf
Napikoski, L. (2019). Lavender Menace: the Phrase, the Group, the Controversy https://www.thoughtco.com/lavender-menace-feminism-definition-3528970
López, A. (2013). Cuerpos, sexualidades e identidades políticas en lesbianas feministas. USAC. Escuela de Historia.http://biblioteca.usac.edu.gt/tesis/14/14_0494.pdf