Las mujeres y niñas son más vulnerables a ser víctimas de trata
Por Jimena Porres
Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), las mujeres representan el 48% de migrantes internacionales a nivel mundial. Las situaciones que las llevan a tomar esta decisión han cambiado con el tiempo. Al principio, entre las razones estaban reunirse con sus parejas que ya se encontraban en México o Estados Unidos, posteriormente eso fue cambiando e incluso para salir de sus entornos familiares violentos y opresores.
Actualmente, la precariedad de los medios de vida en las comunidades ha llevado a muchas mujeres y niñas a migrar para buscar una mejor economía, y es por esta necesidad que han surgido falsos reclutadores laborales que las engañan para explotarlas laboral o sexualmente.
“En el tema de la migración, las mujeres se van a exponer a una serie de vulneraciones en cuanto a su integridad física, no solo en la explotación laboral, que implica someterse a una forma de esclavitud contemporánea en la que no se respetan sus derechos económicos porque no se les paga una remuneración acorde a la realidad económica del mercado laboral”, comentó Maritza Velásquez, coordinadora de la Asociación de Trabajadoras del Hogar, a Domicilio y de Maquila (ATRAHDOM).
Las mujeres en tránsito también son vulnerables al abuso sexual porque se hallan en un contexto en el que se encuentran solas y subordinadas ante la persona que las lleva durante la ruta migratoria. Por este motivo, los mismos coyotes o polleros les recomiendan que antes de emprender el viaje se inyecten con anticonceptivos para evitar embarazos no deseados a causa de estos abusos.
Otro peligro al que se exponen estas mujeres es a la trata. Susana Vásquez, de ATRAHDOM, indicó que la finalidad más habitual de la trata es la explotación laboral o sexual. “Comprendemos como trata laboral la captación o reclutamiento de personas que, bajo engaños o amenazas, son trasladadas con fines de explotación laboral. Mientras que la trata sexual está más vinculada al crimen organizado, al tráfico, venta y consumo de drogas, armas y dinero en la que someten a las víctimas a abusos y ofensas de índole sexual”.
Ambos tipos de trata están intrínsecamente ligados a la migración porque depredan a mujeres en situaciones de necesidad económica y con falta de oportunidades para mejorar su situación en sus propios territorios o contextos, por lo que buscan otras opciones fuera de estos.
Mujeres, adolescentes y niñas son las más vulnerables
Cuando la figura paterna se ausenta en las familias, son las mujeres quienes asumen el rol de proveedoras. Al quedarse solas con hijos o hermanos menores, se ven en la obligación de cubrir las necesidades y gastos económicos de la familia. “Si el padre migró y no se tiene conocimiento de dónde está, ellas son muchas veces quienes llevan sobre los hombros la carga de atender a la familia”, aseguró Rosario Martínez, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Es en estas circunstancias que los salarios, especialmente cuando se mencionan en dólares, son atractivos.
Las mujeres buscan también la educación al momento de migrar. Se dan cuenta que dentro de sus comunidades no tienen muchas oportunidades académicas o de educación superior, por lo que deciden migrar para buscar estas oportunidades. Entre otros factores está el huir de la violencia; en el caso de Honduras y El Salvador buscan protegerse de ser reclutadas, extorsionadas o violentadas por maras. En Guatemala huyen más de la violencia que viven dentro de sus familias, por sus padres o esposos y al no tener un sistema de justicia efectivo para realizar la denuncia y obtener justicia, deciden irse.
En el contexto laboral, dentro de sus comunidades tienen lugares de trabajo inseguros. Sufren de discriminación y exlclusión al momento de acceder a oportunidades laborales por roles de género, edad, condición física, apariencia y raza. Son violentadas, amenazadas y menospreciadas, lo que se refleja en salarios inferiores a los de los hombres a pesar de desarrollar las mismas tareas..
Las operaciones de las redes de trata
Se tiene poca información acerca de todo el funcionamiento y organización de estas redes, ya que son estructuras complejas y relacionadas a muchos actores internacionales, pero se puede observar que todo comenzó con el cambio en las dinámicas y características de los coyotes guatemaltecos.
“Antes el coyote era una persona que vivía en la comunidad y al haber tenido experiencia migratoria, empieza a apoyar a su comunidad. Como tiene contacto con los contratistas en Estados Unidos, comienza a llamar a miembros de su familia para apoyar en estos trabajos”, compartió Rosario Martínez .
A medida que las rutas en Estados Unidos se fueron cerrando, la ley migratoria se complejiza y se comienza a tener relación con el coyotaje mexicano (más conocido como pollero), que tenía contacto con organizaciones criminales y se abre la puerta para ver la migración irregular como un negocio y a la trata de mujeres como comercio rentable.
Ya se tienen perfiles identificados desde antes, con características físicas y contextuales de estas mujeres y niñas. Así es como se activan las operaciones de captación, se presentan como coyotes y ofrecen sus servicios para trasladarlas a México o Estados Unidos, cuando en realidad ya tienen algún convenio para venderlas. Una de las rutas que se ha logrado identificar en el mercado sexual es que si las jóvenas aparecen en Escuintla, son para el mercado sexual de esa zona, mientras que si aparecen en Izabal, muy probablemente, van para los mercados internacionales.
Existen también los engaños a través de hacerse pasar por entidades oficiales, como distintos ministerios o instituciones dedicadas a encontrar trabajos temporales en Estados Unidos. Los grupos llegan con insumos aparentemente profesionales, disfrazados de empleados de estas organizaciones que, a través de una fachada, ofrecen trabajos de migración temporal, ordenada y legal, para luego trasladar a las personas a los lugares previamente pactados con organizaciones criminales y entregarlas.
El gancho que utilizan son promesas económicas. Rosario Martínez comentó que estas personas ofrecen pagos exagerados. Dichos trabajos para los reclutados les supondrían salarios de $15 a $20 por hora. También les garantizan que al término de la temporada laboral podrán regresar con sus familias. Otro factor atractivo es la promesa de poder cumplir sus aspiraciones artísticas, les aseguran conseguir trabajos en medios de comunicación, agencias de modelaje o actuación, así como adentrarse en el mundo musical.
Según datos de la Coordinadora Institucional de Promoción por los Derechos de la Niñez (CIPRODENI), se estima que de cada 10 casos de desapariciones, 7 son adolescentes, mujeres y niñas que, en el caso de las que siguen sin aparecer, sus circunstancias pueden estar relacionadas a la trata de personas con el objetivo de explotación sexual y laboral.
Condiciones engañosas
Maritza Velásquez detalló que la realidad de estas mujeres está muy alejada de lo prometido. Encontraron que en tortillerías donde las jóvenas trabajan un promedio de 16 horas al día, contaban con un salario de Q300 mensuales y tenían que soportar acosos, discriminación y maltratos físicos. A otras se les pagaba Q25 diarios por jornadas de todo el día, sin días de descanso, un aproximado de Q750 al mes.
Los trabajos domésticos tampoco contaban con buenas condiciones. En México las mujeres reportaron trabajar sin paga durante meses, los patrones evitaban el pago lo más que podían y terminaban por despedirlas sin pago alguno. En el caso de la explotación sexual, las mujeres son transportadas a burdeles o cantinas en México donde también tienen condiciones de trabajo inhumanas, se les exhibe como meseras para luego colocarlas en el trabajo sexual.
“Las trabajadoras migrantes no saben que el derecho laboral es un derecho sin fronteras”, afirmó Susana Vásquez. Y es que, por miedo a represalias contra ellas o sus familias, las mujeres se abstienen de denunciar las condiciones bajo las que trabajan.
Barreras que previenen la denuncia
El sistema de denuncia es hostil con las mujeres, niñas y jóvenas migrantes. Al no contar con documentación, encontrarse solas en lugares desconocidos y con desconfianza en las autoridades, existe un miedo al momento de querer denunciar su situación. “Las mujeres migrantes salen de un contexto de violencia de sus países, no creen en las instituciones estatales, por ende no van a creer en las autoridades de los países a los que van”, determinó Rocío Martínez.
Además, existe la barrera del idioma, tanto de los idiomas mayas al español, como del español al inglés, sumado el desconocimiento de los procesos e instituciones en las que pueden realizar las denuncias. Todo esto complejiza la denuncia y la hace menos accesible para las mujeres que la necesitan.
“Se deben crear coordinaciones locales”, recomiendó Rocío Martínez, de esta forma se acciona con pertinencia cultural. Al descentralizar el sistema de denuncias se puede accionar más rápido y con más eficacia ya que los procesos están adaptados a la forma de vida y contexto de las comunidades.
Otra de las barreras a las que se enfrentan al momento de denunciar, son los prejuicios que se tienen cuando se reporta a una niña, adolescente o mujer desaparecida. Las autoridades ignoran el hecho y lo clasifican como “se fue con el novio”, descartando cualquier nivel de seriedad y atención al caso.
Atender las necesidades de las mujeres es la mejor forma de prevenir la migración y la trata. “Si cubrimos las necesidades, eliminamos la violencia y discriminación contra las mujeres, no existirá una razón para que migren”, comentó Susana Vásquez.
Crear información accesible, adecuada a cada contexto y con conciencia cultural es clave para prevenir y no caer en estas estafas o engaños. Tener una cultura de prevención y atención para entonces verificar la información que se da, detectar perfiles y empresas falsas y así, proteger a la población de caer en estas situaciones.