RUDA

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El agua, el hogar de los creadores

La gobernabilidad y la administración democrática del agua también nos hacen reflexionar sobre los procesos históricos sociales. Por lo tanto, nos intriga el determinismo y el reduccionismo que han definido y guiado la formación de políticas públicas relacionadas con el acceso a este vital líquido.

Por Nancy González

El libro sagrado Popol Vuh nos enseña que el Creador residía en el agua, que este elemento era el sitio de los creadores y, por ende, un espacio de serenidad y silencio. Los seres creadores introdujeron el germen de la vida en el agua.

El Popol Vuh señala que cuando ocurrió la separación del agua para que emergiera la tierra, el agua se convirtió en la sangre de naturaleza y los ríos se convirtieron en las venas que la nutrían para que pudiera preservar y recrear su vida. En este contexto, la fluidez del agua es imprescindible para el progreso de todas las formas de vida. Dicho esto, la falta de agua provoca estancamiento, decadencia y, al final, la extinción de los organismos vivos.

La representación simbólica del agua ha jugado un papel esencial en la espiritualidad, la cosmovisión y la filosofía de vida de nuestras comunidades. Sí, nosotros los pueblos originarios hemos establecido una filosofía y ontología de la naturaleza; en contraposición a la modernidad occidental que no consigue superar la presunta dicotomía entre cultura y naturaleza.

Por ejemplo, el lago de Atitlán o la abuela lago se vincula con nuestras formas de organización comunitaria, con lo simbólico, con los conocimientos ancestrales y locales, con los mecanismos de relaciones socio productivas; para nosotras, nuestra supervivencia y pervivencia dependen de la vitalidad de la abuela lago, por lo que la protegemos frente a cualquier iniciativa que pueda perjudicarla.

La visita académica del Relator Especial del Derecho Humano al Agua realizada el 15 de octubre de 2024, nos planteó las siguientes preguntas: ¿De dónde surgen los saberes acerca del agua?, ¿quién genera estos saberes?, ya que en el agua existen principios, valores, conocimientos y lenguajes de valoración. Entonces, nos lleva a una interrogante importarte ¿Qué universidad podría brindar su apoyo para ese objetivo?, ¿a quién se beneficia con el conocimiento técnico generados en las universidades?, ¿a quién ha validado y legitimado?

En el caso del lago de Atitlán, hemos observado cómo la ciencia y la generación de conocimiento desde las instituciones están relacionadas con el extractivismo, la mercantilización del agua y de alguna manera se han vuelto herramientas para acallar a los saberes y las resistencias de las comunidades. Ya que los conocimientos y saberes también se producen fuera de la universidad, en los pueblos originarios, en las resistencias existen conocimientos, y en las comunidades aún se presentan estos procesos epistémicos.

El término ciencia proviene del latín scientia, que significa conocimiento. En nuestras comunidades, un agricultor, un pescador o una comadrona son científicas. Las Guardianas del Lago, de San Pedro la Laguna, que han comprendido y conocido el sufrimiento de la abuela lago, las hacen conscientes de la enfermedad y del sufrimiento que padece, las hace científicas.

Por esta razón, es importante cuestionar los conceptos, ya que, frecuentemente asumimos que compartimos sus definiciones. La literatura predominante describe la gobernabilidad como una relación entre iguales, entre la sociedad civil, las empresas y el gobierno. ¡Eso es falaz!, cuando somos las comunidades y las mujeres que históricamente hemos sido marginadas de los centros de decisión, y que nuestras palabras no poseen el mismo peso que otras voces.

La gobernabilidad y la administración democrática del agua también nos hacen reflexionar sobre los procesos históricos sociales. Por lo tanto, nos intriga el determinismo y el reduccionismo que han definido y guiado la formación de políticas públicas relacionadas con el agua y el saneamiento en años recientes, sin percatarse de que estos procesos acaban generando y perpetuando las desigualdades estructurales, generando procesos de mercantilización, culpando a los más desfavorecidos y a los pueblos indígenas del deterioro de los cuerpos de agua.

Desde el colectivo Tz’unun Ya’, realizamos análisis y propuestas basadas en la ecología política. Estamos firmemente convencidos de que los problemas ecológicos a los que se enfrentan los cuerpos de agua y especialmente el lago de Atitlán fueron causados por decisiones políticas y vínculos de poder. Por lo tanto, las soluciones no pueden limitarse a aspectos puramente técnicos, las soluciones no deben ser guiadas por el determinismo tecnológico, ese concepto que solo la ciencia y la tecnología nos darán las soluciones, al final estas formas de pensar, como lo decimos en los párrafos anteriores, reproducen los sistemas de exclusión.

Otra interrogante es: ¿Podrían las lógicas de mercado contribuir a la gobernabilidad y administración democrática del agua?, aquel viejo refrán no tiene importancia si los gatos son pardos o blancos, lo relevante es si cazan ratones, no tiene importancia si los servicios son públicos o privados, lo esencial es que exista agua… ¡Eso es falaz!, en el asunto del agua, en el asunto del derecho humano al agua, o el derecho al agua que también poseen otros seres vivos, o los derechos que poseen los mismos cuerpos de agua, no podemos abandonarlo a las normas del mercado. En este punto, el pragmatismo político no es tolerable, esto obstaculiza el debate y el análisis crítico-basados en pruebas históricas y empíricas.

Otro cuestionamiento importante es: ¿Las lógicas de mercado pueden aportar en la gobernabilidad y la gestión democrática del agua?, no importa si los gatos son pardos o blancos, lo que importa es si cazan ratones; no importa si los servicios son públicos o son privados lo que importa es que haya agua… ¡Esto es falaz!

Con el tema del agua, es que se trata de un derecho humano, un derecho al acceso al agua como lo tienen todos los seres vivos, no podemos dejarlo a las reglas del mercado. En este punto no es aceptable el pragmatismo político, ello evita el debate y el análisis crítico a partir de la evidencia histórica y empírica.

¿Cuándo las compañías o el capital privado han actuado como garantes o han respaldado la implementación o expansión de los derechos humanos?, existen aspectos que las lógicas del mercado y las empresas realizan de manera excelente, como el servicio de transporte u otros, pero no en los relacionados con los derechos humanos y la vida.

Hermanos y hermanas, como menciona el relator Pedro Arrojo Agudo, nos encontramos en una etapa educativa clave para comprender el deterioro de los cuerpos de agua. Con los datos que nos brindó el Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (IARNA), de la Universidad Rafael Landívar (URL), los conocimientos obtenidos de los delegados territoriales que participaron en el Encuentro de saberes: Loq’laj Ya’ – visiones, perspectivas y retos hacia una propuesta para la revitalización de los cuerpos de agua desde prácticas y saberes ancestrales de los pueblos indígenas, evidenciamos el desafío que enfrentamos como sociedad. Los cuerpos de agua desafían a la ciencia y a la tecnología a fomentar el bienestar, la autonomía de las comunidades.

El asunto del agua necesita de la academia y sus conocimientos multi, inter e intradisciplinares; necesita de los conocimientos y saberes ancestrales de gestión del agua; requiere de la implicación del Estado a través de un diálogo franco y equitativo, y también requiere de la implicación de las empresas siempre que sea desde la humildad, los principios éticos y los fundamentos de los derechos humanos.