El acoso sexual existe y persiste

El acoso sexual que a diario sufren las mujeres y las niñas en Guatemala, existe y persiste. Cada día, en espacios públicos y privados se registran diversas expresiones de la violencia de género, que en gran medida están naturalizadas, dejando de lado que se trata de estereotipos y patrones culturales patriarcales, relaciones desigualdades de poder y subordinación que coloca a las niñas y mujeres en situación de vulnerabilidad y peligro. Actualmente no existe una ley que ayude a castigar y penalizar esas acciones. Se esperan avances en el actual Congreso para que se apruebe.

Por Jimena Porres

En marzo del 2023 la bancada del Movimiento Semilla presentó una iniciativa de ley en el Congreso de la República de Guatemala, con el objetivo de evitar el acoso sexual y callejero, llamada “Ley marco para la prevención y atención del acoso sexual y acoso callejero”. Durante ese año no hubo mucho avance con respecto al tema, pero ahora, en febrero de 2024 y con la nueva legislatura se leyó en el pleno con la esperanza que avance el trámite que se debe seguir para ser aprobada para que las mujeres y niñas en el país puedan vivir en espacios libres de violencia. 

Según el Estudio sobre Acoso Sexual y Otras formas de Violencia Sexual contra las Mujeres y las Niñas en Espacios Públicos y Privados: “la violencia contra las mujeres, en todas sus formas y manifestaciones, constituye un problema estructural que limita el ejercicio pleno de los derechos de todas las mujeres y niñas en su diversidad. Su erradicación es prioridad para todos los países que suscribieron en el 2015 la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”.

El Observatorio Contra el Acoso Callejero Guatemala (OCACGT) define el acoso sexual callejero como “prácticas de connotación sexual por una persona desconocida en espacios públicos. Estas prácticas al no ser consentidas por la víctima generan un malestar en ella y un impacto psicológico negativo que las puede llevar a limitar su movilidad, generar miedo en espacios públicos y coartar su autonomía”. 

“El señor que estaba a mi lado se estaba masturbando”

Ruda conoció el testimonio de dos mujeres que en diferentes etapas de su vida atravesaron la terrible experiencia de acoso sexual y callejero, con secuelas que hasta hoy día cuando son adultas persisten.

María José, quien pidió resguardar su apellido, tiene 24 años de edad y contó que cuando tenía 15 años iba camino al colegio y abordó un bus de transporte público cuando un sujeto la agredió sexualmente.

“Yo estaba usando mi uniforme que consistía en una falta por debajo de la rodilla y camisa blanca. Me senté del lado de la ventana y al lado de mí se sentó un señor ya mayor, yo iba escuchando música viendo por la ventana cuando me di cuenta que la señora que estaba sentada en el sillón de otro lado al señor, me miraba fijo. Yo veía una expresión de asombro y angustia en su rostro y no entendía el porqué. Fue cuando volteé a ver y me di cuenta que el señor que estaba a mi lado se estaba masturbando”, narra María José. 

Ella recuerda que en ese momento la invadió el pánico. “Yo no sabía qué hacer y me quedé helada. Fue una situación en la que me sentí muy vulnerable porque yo iba del lado de la ventana, entonces no podía moverme y salir. Por mi mente pasaron muchas cosas, no sabía si tenía que gritar, o qué tenía que hacer. Él se percató que yo me di cuenta de lo que estaba haciendo y que también la señora que iba del otro lado, entonces él se levantó y se pasó unos sillones más adelante. La señora y yo nos quedamos asustadas. Al final un señor empezó a gritar y lo bajaron de la camioneta”. 

Ese episodio marcó para siempre a María José, quien narró que 10 años después evita sentarse al lado de la ventana cuando usa el transporte público. “Para mí esa situación fue muy fuerte porque me marcó hasta el punto que, casi 10 años después, cuando uso transporte público yo evito sentarme en el rincón, aunque esté vacío. Constantemente pienso que lo que hubiera podido hacer, pegarle o gritarle, pero es una situación en la que nunca me imaginé estar. A pesar de que yo sé que fui víctima de acoso, por mucho tiempo sentí que no podía contar mi historia, y no lo hice hasta muchos años después, me daba mucha pena porque, en el momento, me hacía sentir extraña y sucia, entonces no quería tener que revivirlo para contárselo a alguien, o que al contarlo me culpabilizaran de la situación.  Es triste que estas cosas pasen porque se siente que no hay lugares seguros para nosotras”, comentó.

Gabriela, quien también pidió no citar su apellido, tiene 26 años de edad y dijo que “La primera vez que yo experimenté acoso en un área pública fue en el condominio de mi casa cuando yo tenía aproximadamente 13 años, iba en mi uniforme de física, un pants y playera. Mi mamá me mandó a la tienda y había un señor que estaba despachando de un camión me vio corriendo y me lanzó un comentario que nunca voy a olvidar: ‘Cuidado que se le van a salir’, en ese momento no lo entendí hasta que llegué a mi casa y comprendí que se estaba refiriendo a mi busto”. 

Luego cuando tenía 16 años, contó que había un chico en su colegio al que ella le gustaba, cuando él cumplió 18 años le mandó un mensaje diciendo: ‘Ya tengo 18 ya me puedo ir a la cárcel y del único delito del que podría irme a la cárcel sería por poderte violar’. 

Dijo que tenía cierta amistad con ese sujeto, “Nunca pensé que podría hablarme de esa manera, inmediatamente lo bloqueé”.

Más recientemente ella se ha encontrado en situaciones que, caminando del trabajo a su casa, le pasan bocinando desde los vehículos, gritando o tirando besos. “Intento ser prudente y no contestarles por miedo a lo que me puedan hacer. Aunque por dentro esté furiosa, prefiero parar un momento, respirar para que se me baje el enojo y la molestia, y continuar con mi camino”, explicó Gabriela.

Avances de la ley en el Congreso

Andrea Villagrán, diputada por la bancada Semilla y quien presentó la iniciativa durante la legislatura pasada, explicó que el proyecto pretende reformar el Código Penal para tipificar el acoso sexual y el acoso callejero como delitos. “Es un avance importante en materia de derecho penal, ya que actualmente no se consideran como tales”. Es relevante destacar que experimentar acoso en lugares como el trabajo o la escuela puede tener consecuencias como el abandono del empleo o la deserción escolar, lo que tiene un gran efecto en el proyecto de vida de la víctima.

La propuesta tiene  puntos esenciales dirigidos a la educación de niñez y juventud y un enfoque institucional basado en atención a la víctima. Esto se lograría con la prevención de la violencia con proyectos de sensibilización hacia el respeto de las mujeres a través de varias instituciones del Estado. También existiría una sanción a quienes realizan estas acciones con penas de prisión de seis meses a tres años.

Según Villagrán, para que esto se cumpla es vital que exista cooperación entre el Ministerio de Educación y el Ministerio de Gobernación. “Se debe incorporar en el Currículum Nacional Base, el acoso callejero y el acoso sexual como formas de violencia y su prevención, esto debe ir dirigido a alumnos y alumnas inscritas en distintos niveles educativos”. Para que suceda, el Ministerio de Educación deberá crear un programa general de formación permanente para prevenir el acoso sexual, acoso callejero y otras formas de violencia sexual. Estará dirigida a docentes de todos los niveles educativos a su cargo, así como a todo el personal administrativo y de apoyo en los centros educativos. También debería considerar a madres y padres de familia para reforzar y sensibilizar los temas desde casa.

El rol del Ministerio de Gobernación es que, a través del viceministro correspondiente, se construyan políticas de prevención de violencia, se realicen campañas de información y sensibilización a la población para evitar e informar. Con un enfoque de atención y protección, entidades del Estado, como municipalidades y la Policía Nacional Civil, deberán contar con protocolos para que la víctima de acoso pueda ser atendida después de haber experimentado una vulneración a su integridad sexual. 

“La cooperación entre ambas instituciones es vital porque ambas se complementan con el fin de abordar esta problemática de forma estructural, desde brindar una cultura de seguridad y cero tolerancia a estos comportamientos, hasta enseñar desde temprana edad el respeto a la indemnidad sexual de las personas” señala Villagrán.

Según el Mapeo del Acoso Callejero en Guatemala publicado en 2020, el OCACGT pudo obtener más de 300 respuestas de hombres y mujeres entre los 16 y 54 años donde los resultados lanzaron que el 95% de los casos la persona acosadora fue un hombre y las personas más afectadas fueron mujeres con un 96%. Los espacios públicos donde más ocurrían fueron calles, avenidas y transporte público, los tipos de acoso dirigidos a mujeres más frecuentes fueron piropos 48%; silbidos, besos, bocinazos, jadeos y otros ruidos 23%; persecusión y arrinconamiento 14%. Por esta razón, OCACGT, ha sido una de las organizaciones que ha impulsado la iniciativa de ley.

Para la Bancada Semilla esta iniciativa de ley sigue teniendo el mismo objetivo desde su presentación en 2023: trabajar para mejorar la vida de las personas con cambios significativos para su diario vivir. “Tenemos la seguridad que la aprobación de esta ley representará un cambio relevante para la vida de las personas, especialmente las niñas, adolescentes y mujeres que merecen vivir en espacios libres de violencia” aseguró Villagrán.

Una ley que nos compete a todos y todas

Tanto para organizaciones sociales como para la población en general, esta ley es de suma importancia independientemente de su género, por diversas razones:

Derechos Humanos y Dignidad: Todas y todos merecen vivir libres de acoso y violencia, independientemente de su género. El acoso sexual y callejero es una violación de los derechos humanos y la dignidad de las personas.

Inclusividad y Equidad: Una ley contra el acoso sexual y callejero demuestra un compromiso con la igualdad y la equidad de género. 

Prevención y Educación: Al abordar el acoso sexual en todas sus formas y dirigirse a todas las personas como posibles perpetradoras o víctimas, se puede crear conciencia y educar sobre el impacto negativo del acoso sexual en la sociedad. Esto ayuda a prevenir el acoso al fomentar una cultura que no tolere este comportamiento.

Protección y apoyo: Las leyes contra el acoso sexual y callejero ofrecen protección y apoyo a todas las personas víctimas de este tipo de comportamiento. Reconocen que todas las personas merecen vivir sin miedo a ser acosadas o intimidadas en espacios públicos.

Países que legislan contra el acoso

En el 2015 Perú se convirtió en el primer país de América Latina en aprobar una ley en contra del acoso callejero. La ley contempla hasta 5 años de cárcel para casos que involucren hostigamiento constante. Su enfoque es preventivo y de acompañamiento a las víctimas ya sea en transporte público o en la calle. La organización feminista Paremos el Acoso Callejero realizó un estudió donde se concluyó que 9 de cada 10 mujeres de 18 a 29 años en Lima habían sido acosadas, al hacer públicos estos datos comenzó la presión para que se posicionara en la agenda pública y se llegara a un cambio. 

Otro país de América Latina que tiene una legislación para castigar el acoso callejero es Argentina. Desde el 2015 existen dos leyes que sancionan este acto con trabajos comunitarios, multas y hasta cinco días de arresto. Entre los actos que castiga están fotografías o grabaciones hechas sin consentimiento, persecución o arrinconamiento, comentarios sexuales, contacto físico indebido y sin consentimiento, masturbación en público, exhibicionismo o gestos obscenos.

Mientras que en 2014, Bélgica fue el primer país en el mundo en castigar los “piropos” con multas y penas de hasta años en prisión. Esto fue gracias a un documental realizado en 2012 por la estudiante Sophie Peeters llamado “La Mujer de la Calle” que mostraba el acoso que recibe una mujer cuando camina por la calle.

Jimena Porres

Comunicadora, aspirante a periodista y feminista en constante formación. Amante del cine, la música y la literatura. Partidaria del arte que nos hace detenernos, sentir y repensar.

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