Mujeres Ajchowen y el objetivo de sanar la memoria y dignificar el arte
La colectiva Mujeres Ajchowen se fundó en 2011 con el objetivo de transformar el arte en una canoa de sanación y empoderamiento. Actualmente, está conformada por mujeres indígenas de distintos territorios de Guatemala, quienes utilizan el teatro como herramienta para visibilizar sus fortalezas y dignificar sus luchas.
Trece años después, han logrado presentaciones en países como El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Estados Unidos, México y España.
Por Alex PV
Ajchowen es una palabra del idioma Kaqchikel, que en español significa “artista” o “la que hace arte”. Con este nombre se fundó la colectiva Mujeres Ajchowen, integrada por actrices-danzantes de comunidades indígenas K’iche’ y Kaqchikel, quienes cuentan con el acompañamiento de abuelas ajq’ijab’ (cargadoras del tiempo) para guiarlas en sus procesos creativos.
Desde su fundación en 2011, la colectiva también ha contado con la participación mujeres de origen maya Mam y Q’eqchi’, además de un director teatral mestizo. El propósito de esta colectiva es fortalecer y dignificar el arte desde las mujeres mayas, creando su propio espacio de expresión para la recuperación de la memoria histórica y la sanación.
“La colectiva se fundó en 2011 como parte de un proceso formativo del Centro Cultural Sotz’il Jay en la aldea El Tablón de Sololá. Allí, un grupo de mujeres mayas jóvenes recibió talleres en diversas disciplinas artísticas, culminando este proceso con la obra de danza-teatro Ixmukané”, comenta Clara Alicia Sen Sipac, representante de Mujeres Ajchowen.
Con esta experiencia continuaron reuniéndose y en sus encuentros evidenciaron los obstáculos que enfrentan diariamente como mujeres mayas, tales como la exclusión, la discriminación, el racismo, las desigualdades y prejuicios, así como el escaso o nulo acceso al arte y a otros espacios sociales, culturales, económicos y políticos.
Este espacio de convergencia les brindó la oportunidad de exteriorizar sus sentimientos, pensamientos y realidades históricas a través del arte como un acto de posicionamiento político. Actualmente, utilizan la técnica del xajoj (danza/teatro) como medio de investigación, creación y reivindicación del arte escénico maya, desde su perspectiva como mujeres mayas, con la intención de reafirmar sus capacidades creativas y artísticas, al tiempo que fortalece su liderazgo para dignificar sus vidas como un derecho inalienable, contribuyendo a la búsqueda de la equidad.
El Tablón es una comunidad maya Kaqchikel que está situada a cuatro kilómetros de la cabecera municipal de Sololá. Allí vive Clara Alicia y en su vivienda funciona la sede de la colectiva, en un espacio reducido de cuatro metros cuadrados aproximadamente, donde almacenan los materiales que utilizan para las presentaciones y, en ocasiones, se utiliza también para ensayos.
En la aldea, la mayoría de las mujeres se dedican a actividades tradicionales como la agricultura y el tejido. “Participan principalmente en el cultivo de maíz, frijol y otros productos básicos para el consumo familiar”, según la Asociación de Desarrollo Integral para el Occidente (ADIPO). La asociación se enfoca en promover el desarrollo sostenible y mejorar la calidad de vida de la población indígena. Y varias de ellas son tejedoras y producen textiles hechos a mano, una habilidad transmitida de generación en generación, y que representa tanto una fuente de ingresos como una importante herencia cultural.
La colectiva rompe estereotipos principalmente en sus comunidades de origen, donde presentan la mayoría de sus obras teatrales. Cada presentación va acompañada de elementos esenciales como flores, incienso, pom, candelas y música ancestral. “Para ellas ha sido un reto en el contexto guatemalteco donde el machismo, la represión y el rechazo hacia las mujeres indígenas son prevalentes, especialmente en los espacios artísticos. La sociedad no está acostumbrada a ver a mujeres indígenas danzando, cantando o tocando música”, comenta Víctor Barillas, miembro de la colectiva. No obstante, el impacto social ha sido amplio desde la aceptación de sus propias familias hasta en sus comunidades.
Pese a esas barreras de reconocimiento y aceptación, han logrado posicionarse en espacios públicos, puesto que son invitadas a presentar sus obras y talleres en diversas comunidades, escuelas, organizaciones y espacios artísticos de todo el país. A pesar de las barreras lingüísticas, sus mensajes se transmiten claramente, pues las obras son expresadas en los idiomas K’iche’ y Kaqchikel.
En la actualidad, la colectiva está conformada principalmente por Hilda Gabriela Zavala Yac, Juana Marlene Tum Ren y Clara Alicia Sen Sipac, todas danzantes, actrices y formadoras. También cuentan con el apoyo de Víctor Manuel Barillas Crispín como director de teatro; Oscar Yac en la escenografía y registro audiovisual y Yesica Lorena Poncio Tumax, también danzante, actriz y encargada de comunicación de la colectiva.
Las integrantes de la colectiva son madres, activistas, académicas y emprendedoras. En su tiempo libre se dedican al arte, atienden sus emprendimientos, estudian y cuidan de sus familias, aunque no siempre reciben apoyo en el hogar.
Han enfrentado el desafío de romper esquemas que limitan a las mujeres al “ámbito doméstico”, demostrando resiliencia y empoderamiento. A pesar de ser en gran medida autosostenible, la colectiva ha recibido premios y apoyo de organizaciones estatales y feministas, lo cual les ha permitido realizar giras artísticas a nivel local, nacional e internacional. Sin embargo, reconocen la necesidad de valorar su quehacer artístico como una profesión remunerada, ya que el arte muchas veces no es apreciado en la sociedad. Llevar sus obras a comunidades donde pocas veces se ha visto teatro resulta gratificante y es un aprendizaje valioso para todas.
Para ellas, el arte es más que entretenimiento es sanación. Cada obra que hacen nace de experiencias personales como la pérdida de un ser querido, tristezas, decepciones o violencias. Estas experiencias se canalizan en una especie de catarsis colectiva en la que, posteriormente, “se llega a un acuerdo para formar una sola obra con todas las vivencias de cada una”, explican.
A lo largo de su trayectoria, Mujeres Ajchowen ha creado un total de 18 obras artísticas, que incluyen seis obras colectivas de teatro, once monólogos audiovisuales y una obra audiovisual colectiva; todas abordan temas reivindicativos, cosmogónicos, sociales, culturales y políticos, basados en historias de mujeres de sus comunidades.
Durante los meses de septiembre y octubre de este año, están promoviendo la Quinta Muestra Audiovisual y Teatral Itinerante Qatzij (Nuestras palabras), obras producidas por ellas mismas y presentadas en distintas comunidades, con el apoyo del Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM).
Cabe mencionar que Mujeres Ajchowen ha presentado sus obras no solo en diversos territorios de Guatemala, sino que también en países como El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Estados Unidos, México y España.
También realizan talleres de teatro inspirados en la cosmovisión maya y la sanación de los cuerpos. La visión de la colectiva es lograr un liderazgo fuerte, crítico y consciente en la dignificación del arte maya y de la memoria histórica, consolidándose como una referente del arte maya a nivel local, nacional e internacional.
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