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Mirna Montenegro: La violencia sexual no debería desencadenar en un embarazo

De enero a agosto de este año, el Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (Osar), registró a nivel nacional 43 mil 331 nacimientos de bebés, de madres entre 10 a 19 años de edad.

Por Mariela Castañón

Los datos del Osar también reflejan que hubo 1 mil 589 nacimientos de bebés, producto de una violación sexual a niñas menores de 14 años.

En el mismo período de tiempo, el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) documentó 4 mil 957 reconocimientos médicos por delito sexual a mujeres,  es decir, se estima que un promedio de 20 mujeres sufrió violencia sexual diariamente.

Ante esta situación y en el marco del Día Mundial de la Prevención de Embarazos en la Adolescencia, Mirna Montenegro, del Osar, explica la situación de las niñas y jóvenes que sufren violencia sexual en Guatemala, los retos que enfrentan en un país donde prevalecen prácticas machistas y la necesidad de fortalecer la prevención, el sistema de justicia y la protección social.

¿Cómo prevenir la violencia sexual en Guatemala, donde prevalece una cultura machista y misógina?

Para prevenir la violencia sexual infantil, lo primero es la educación integral en sexualidad, a partir de los tres años, los niños y las niñas empiezan a identificar el tema de sus derechos, su cuerpo, su vulnerabilidad, tener una persona de confianza, qué significa el no y pedir ayuda.

Nosotras empujamos la prevención de la violencia sexual a través de la educación sexual en etapas tempranas, a los tres o cuatro años los niños y las niñas ya pueden identificar, a través de cuentos, juegos y libros nuestros, sus derechos, el cuidado de su cuerpo y  qué es la violencia sexual.

Después, debe haber una buena atención para niñas y niños víctimas. Avanzamos en el marco  que hay clínicas especializadas, aproximadamente 40, pero el asunto es que no sirve la clínica, si no la atienden.

Como país, tenemos que encontrar cómo cambiar el sistema patriarcal.  El seguimiento de los casos por parte del Ministerio Público, uno entiende que tienen poco personal pero esos casos deberían ser de suma importancia porque estamos hablando de vulneración de derechos básicos de la niñez.  Rutas claras, coordinar, no puede ser que una niña tenga que contar siete veces lo mismo, hay que coordinarse para evitar la revictimización de las niñas y los niños.

También hay que trabajar en el tema de la prevención desde la comunidad y las familias.

¿Qué patrones de conducta machista se repiten en los miles de embarazos en niñas que ustedes reportan anualmente?

El primer patrón es no reconocer la violencia sexual como una emergencia médica, tenemos que trabajar a todo nivel: de escuelas, comunidades, si hay violencia sexual, ese es un problema de salud pública y tendríamos que acudir a un servicio de salud que implemente el protocolo de atención a víctimas y con eso ya disminuimos bastante la carga que tendrá la niña, porque ese protocolo incluye el tema psicológico que es totalmente importante para superar el trauma.

La violencia sexual sigue dentro de las comunidades, provocado por el papá de la niña, o por un familiar cercano a ella, seguimos viendo que el embarazo se descubre tarde.

Hemos avanzado en el tema de la denuncia.  El Ministerio de Salud es la puerta principal para la denuncia, pero poner la denuncia no es igual a que avance o se investigue.  Muchas veces las niñas tienen que ir a los albergues del Estado y el agresor se queda en su casa.  Todavía no colocamos en el centro de las normas y los protocolos, a las víctimas, a las niñas.

Los procesos son lentos, el sistema sigue aduciendo que tienen pocos recursos o poco personal; en los temas en los que nosotras estamos insistiendo, encontramos lentitud en las pruebas del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, del Ministerio Público, en los Juzgados Especializados de Femicidio.

Una violencia sexual no debería desencadenar en un embarazo, que es una condena para la niña.  Es un sistema que no le brinda los medios para por lo menos evitar contagios de transmisión sexual o embarazos.

¿Cuáles son los departamentos con más embarazos en niñas y adolescentes y qué debería hacer el Estado en esos lugares?

Alta Verapaz, Huehuetenango, Guatemala, Quiché y San Marcos. En el marco de la prevención, donde nos falta trabajar un poco, regresamos al tema de la educación integral en sexualidad, de la justicia pronta y cumplida, porque las comunidades se dan cuenta que no pasa nada con los violadores.

A nivel de la protección social, aunque existe el Programa Vida (del Ministerio de Desarrollo Social MIDES) para las niñas embarazadas menores de 14 años, la realidad es que el Programa atiende muy poco -comparado- con la cantidad de niñas -embarazadas- y la mayoría vive en condiciones de pobreza.

¿Cuál cree que debería ser la reflexión más importante para Guatemala, en el Día de la Prevención de Embarazos en la Adolescencia?

La reflexión debería ir en el marco de que es necesario atender a las víctimas de violencia sexual, recordar que son niñas y que se cumpla la ruta para que ellas puedan gozar de sus derechos y de su vida.  Por otro lado, hay que trabajar por la prevención, todos y todas somos responsables de prevenir la violencia sexual.