La realidad de las adolescentes en el trabajo doméstico
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo doméstico infantil es el que se realiza en hogares de terceros o empleadores, con o sin remuneración. A decir de esta entidad, el trabajo infantil doméstico es peligroso para la niñez y la adolescencia, porque pone en riesgo su vida y desarrollo, por la explotación a la que está expuesta al carecer de protección social y jurídica.
Por Violeta Cetino
En Guatemala hay 350 mil trabajadores y trabajadoras domésticas. Un 8% son hombres y el 92% son mujeres, de las cuales el 43% son adolescentes y jóvenes de entre 14 a 26 años, según datos del 2022 de la Asociación de Trabajadoras del Hogar, a Domicilio y de Maquila (ATRAHDOM).
Instituciones y expertas, que velan por los derechos de la niñez, indican que existe una línea delgada entre el trabajo doméstico que realizan niñas y adolescentes y la explotación infantil, debido a las condiciones y contextos en los que se originan.
Laura Paola Batres Jiménez, auxiliar de investigación del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad de San Carlos de Guatemala, expuso en una investigación sobre el trabajo infantil, que agrava la desigualdad social y la discriminación, además de privar a la niñez del goce pleno de su infancia.
Batres Jiménez también aseguró que a diferencia de las actividades que ayudan a los niños a desarrollarse, como contribuir a las tareas domésticas ligeras o aceptar un trabajo durante las vacaciones escolares, el trabajo infantil limita el acceso a la educación y daña el crecimiento físico, mental y social de la niñez. “Especialmente para las niñas, la triple carga de las tareas escolares, laborales y domésticas aumenta su riesgo de quedarse atrás, haciéndolas aún más vulnerables a la pobreza y la exclusión”, indicó.
Trabajo infantil
Al respecto, Emma Estrada, psicóloga social y especialista en protección para Plan Internacional, dijo que es muy importante definir las grandes concepciones que hay sobre trabajo infantil a nivel latinoamericano y que ha generado discusiones. Por un lado afirmó la valoración crítica al trabajo y por otro, la erradicación del trabajo infantil.
En la primera se valora el trabajo como un derecho humano, pero lo que se hace esuna crítica significativa contra la explotación del trabajo infantil. “No le podemos decir a una niña que es un delito que trabaje a sus 11 años, y a sus 12 años ya está dentro de la ley que ya puede trabajar, condicionada o justificada por la pobreza, es algo perverso”, dijo. Explicó que, en cambio, la valoración crítica al trabajo habla del trabajo como un derecho humano que al reconocerse como tal, deben generar los mecanismos para protegerlo y garantizar ese derecho en condiciones dignas de existencia.
La experta indicó que en el trabajo doméstico las niñas están sujetas a órdenes, a trabajos mecánicos y automáticos, a actividades que no les permiten ser creativas ni tener relaciones interpersonales horizontales, lo que les afecta significativamente en su forma de entenderse, en su autoestima y en su autoconcepto.
Además, Estrada consideró al trabajo en sí mismo como una forma de transmisión cultural y de integración familiar, de vinculación de la niñez a su entorno, a la tierra, etc., pero en el caso de niñas que están solas en casas urbanas, haciendo oficios domésticos, esto adquiere dimensiones profundas en el impacto que pueda tener en su desarrollo integral. “Desde un inicio, a muy temprana edad, se ven sujetas a sistemas de poder que las excluye, que las marginan, que no les permite desarrollarse ni desarrollar su creatividad, ni su autonomía, ni una concepción de ellas mismas como personas”, aseguró.
Pobreza empuja al trabajo infantil
Esta vulnerabilidad se origina en la falsa creencia de algunos padres y madres de que los hijos son de su propiedad, en tal sentido como los hijos e hijas reciben de forma gratuita la alimentación, vivienda y vestido, deben devolverlo de alguna manera, justificando la explotación doméstica de niñas y niños, así lo manifestó Mary Flor Herrera, licenciada en Gestión Cultural y dedicada a la formación, difusión y sistematización del arte y la cultura, principalmente con niñez de Huehuetenango.
Herrera agregó que desde la concepción dominante, a la niñez no se le ve como sujeto de derechos, sino como personas que no pueden tomar decisiones porque en el fondo se reproduce el sistema patriarcal.
La pobreza en la que viven muchas familias, obligan a que la niñez y la adolescencia sean empujadas a trabajar en diversidad de trabajos, entre estos los domésticos en casas que no son las propias. “Hay otra situación que se da principalmente en familias muy pobres: a los niños y niñas se les ve como sujetos que deben aportar a la familia y proveer para la subsistencia de todos, y se da otro tipo de abusos, no solo en áreas domésticas, también son obligados a involucrarse en otras actividades laborales”, dijo Herrera.
El Compendio Estadístico Niñez y Adolescencia del Instituto Nacional de Estadística (INE) del 2021, apenas refiere que el porcentaje de niñez y adolescencia ocupada en edades de 7 a 13 años es de 21.0% en niños y 10.3% en niñas; y de 14 a 17 años, el 49% en niños y 19.2% en niñas.
También refiere que la proporción de la niñez y adolescencia entre 14 y 17 años empleada en trabajos domésticos corresponde al 13.5% de niñas y 0.1% de niños. Herrera manifestó que la ausencia de estadísticas específicas en Guatemala sobre la situación actual de la niñez y adolescencia que labora en espacios domésticos, indica la poca importancia que tiene para el Estado y la sociedad el trabajo doméstico realizado por esta población.