El periodismo desde la trinchera ética de Jennifer Ávila

Fotografía: El Diario

Con información de Lourdes Álvarez

 Jennifer Ávila es la periodista, cofundadora y directora editorial de Contracorriente, medio digital e independiente de Honduras, que fue galardonada con el Reconocimiento a la Excelencia de la Fundación Gabo. Al recibir el premio destacó el valor del trabajo  periodístico cuando la democracia se ha vulnerado de muchas maneras incluyendo la censura para los medios de comunicación. 

 En una entrevista que concedió a Ruda, Jennifer nos comparte lo que sintió al enterarse del reconocimiento y el compromiso que eso implica. También reflexiona sobre lo que significa hacer periodismo y   enfatiza en que actualmente existe una disputa de la palabra contra los gobiernos populistas, los medios tradicionales y hasta las iglesias que la monopolizan. 

 Cuéntanos, ¿cómo recibiste o te enteraste de la noticia del premio?

Me llamó Jaime Abello  (Director General y cofundador de la Fundación Gabo) para darme la noticia a finales de febrero, era algo que no me esperaba y fue una linda sorpresa. La mayor parte del equipo se dio cuenta hasta que el anuncio se hizo público y fue una alegría para todas y todos, un momento de reconocimiento cuando estábamos sintiéndonos atacados y con muchas presiones en el país. 

 ¿Cuál fue tu primera reacción ante esa sorpresa, qué pasó por tu mente?

Lo que pensé, desde el principio, es que implica una gran responsabilidad ser reconocida por la excelencia, que es también una carga que hay que llevar. De cierta forma calza un poco con mi personalidad, porque desde muy niña la persona que más me ha exigido he sido yo misma. Soy una perfeccionista y una persona obsesionada con que las cosas salgan bien, o más que bien. Así que también fue eso, como un recordatorio que no hay que bajar la guardia, que mi responsabilidad con la excelencia en este oficio debe seguir siendo una guía. 

 ¿Qué implica ganar ese premio a nivel personal y profesional?

Para mí es una parte de mi realización. Siento que en este momento de mi vida puedo apreciar mejor también los logros de seguir mis instintos y creo que también es un ejemplo para mi hija, que quizá la mayor parte del tiempo logra ver más el estrés de mi trabajo que la alegría de mi trabajo. Fue una especie de descanso para tomar impulso. 

 ¿Qué significa para ti ser una mujer periodista centroamericana? 

Pues yo soy una mujer periodista centroamericana, pero eso no me hace especial, no me hace ser sobresaliente ser solo una mujer periodista. Creo que lo que habla por mí es mi trabajo, mi ética, mi compromiso con la formación de nuevas contadoras de historias, mi compromiso con la escucha, con descubrir lo que nos quieren ocultar a la ciudadanía y mi interés por entender la vida política y las posibilidades que hay para mi país y mi región. Con esa trinchera ética, con ese compromiso, claro que hay más retos si quieres ser periodista siendo mujer y también he aprendido a convertir las dificultades en retos y  prepararme para enfrentarlos. 

 ¿Te consideras una periodista feminista?

Yo soy una mujer feminista. No etiqueto mi periodismo con mis activismos por ahora. 

 ¿Qué opinas de aquellas personas que afirman que la labor del periodismo debe ser social y objetiva?

La labor del periodismo es social, trabajamos con la sociedad, escribimos sobre ella, escuchamos a la gente y contamos sus historias. No somos microbiólogos, nuestro trabajo es entender a los humanos y sus relaciones sociales, sus intereses políticos y económicos. El ejercicio del poder humano. Y hacemos todo esto desde nuestro contexto, con nuestras miradas y atravesados por nuestras propias experiencias, eso siempre tiene un grado de subjetividad. 

 Esto no quiere decir que vamos a llenar de prejuicios lo que contamos, o vamos a llenar de adjetivos vacíos, o nos vamos a pasar la vida señalando a todos, o vamos a prefabricar historias solo porque es así como queremos hacerlo “porque nada es objetivo”. Tenemos que mantener un balance que no todo el mundo puede mantener: el balance entre los hechos, lo que interpreto de ellos y lo que la gente vive a partir de eso. 

 En tu discurso al recibir el galardón, abordaste la importancia que tiene contar las historias con alma y no como relatos fríos. ¿Qué implica este proceso?

Implica socializar y empatizar siempre poniéndonos en nuestro lugar, el lugar del privilegiado que llega, escucha y se va a pensar y escribir. Implica seguir el curso de las historias que una vez contamos, no abandonarlas, estar conectadas a ellas, a los lugares, las personas, las circunstancias, para no olvidar que hablamos de seres humanos, no de cosas sin vida y que lo que hacemos impacta de muchas maneras a otros seres humanos. 

 También en tu discurso abordas el periodismo como el cofre de la memoria. ¿En qué se diferencia de disciplinas como la historia o antropología?

Pienso que el periodismo es más popular, nos sirve la historia y la antropología, pero son otros estudios más profundos y más especializados. Nosotros queremos que toda la gente entienda, los que fueron a la universidad y los que no, entonces desmenuzamos más lo que investigamos. Creo que son ciencias complementarias a la comunicación. 

 ¿Si en unos años tu hija decidiera ser periodista, qué consejo le darías?

Que no estudie periodismo, que estudie otras cosas para aprender a escribir bien, que además aprenda mucho de la industria del entretenimiento y tenga un mundo en la cabeza, que eso es lo que nos hace falta a los periodistas formados para eso. Y que aprenda a defenderse, porque los periodistas somos figuras públicas y los niveles de odio y machismo son muy grandes, hay que saber poner en su lugar ese odio y saber defenderse cuando toque hacerlo. 

 ¿Consideras que existe una disputa por la palabra?  ¿Contra quiénes?

Los gobiernos populistas han monopolizado la palabra en internet, en los medios tradicionales, también las iglesias, y son discursos categóricos: si no piensas como yo, no sos bienvenido. Por eso hay más intolerancia hacia la revelación de investigaciones y la crítica. 

 Lee aquí el discurso completo de Jennifer sobre el premio

Jennifer Ávila: ante los tiranos el periodismo arrebata un grito al silencio

Ruda

RUDA surgió en 2017 entre reuniones e ideas del consejo editorial de Prensa Comunitaria bajo la necesidad urgente y latente de tener un espacio digital en dónde evidenciar, publicar y visibilizar las luchas de las mujeres. Mantener la memoria VIVA de casos históricos como el Caso Molina Theissen, el caso de las abuelas de Sepur Zarco y el Caso de las 56 niñas en el Hogar Seguro Virgen de La Asunción. Un espacio sembrado y formado con miradas feministas, comunitarias y sobretodo resilientes ante la violencia contra las mujeres en el mundo. En noviembre de 2018 accedimos a un pequeño fondo del Fondo de Acción Urgente - FAU, en un encuentro entre activistas, abuelas, jóvenes, indígenas, mestizas, brujas, chamanas, ancestras, sanadoras y defensoras del territorio de Abya Yala en Paraguay, nos dimos cuenta de la necesidad de cómo y porqué visibilizar esas luchas históricas de las defensas de los territorios por las mujeres y trascender de lo nacional a lo continental, colocarles nombre, historicidad, palabra, amor, ternura, arte y sobretodo una memoria viva que mantenga presentes nuestras luchas en el mundo y la era digital, pero que también nos llevó al camino de reencuentro consciente con nuestros cuerpos y territorios personales como fundadoras de la revista.

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