Pensar la AEU: la construcción post-recuperación
Construir una ética estudiantil
La recuperación de la Asociación de Estudiantes Universitarios fue un ejemplo de cómo los movimientos sociales abren ventanas de posibilidades y hacen transgredir la línea entre lo posible e imposible. Antes de 2016, hablar de AEU tenía una connotación sumamente negativa, que hacía referencia a la violencia, corrupción y oscuridad de quienes ilegalmente ocupaban sus espacios físicos y de representación. Y es que, en ese momento, la figura de la AEU era ocupada por una “Comisión transitoria y reguladora”. La recuperación también se trataba de recuperar conceptos y resignificarlos: situar a la Comisión transitoria como órgano ilegítimo y a la AEU como el espacio que se buscaba recuperar.
Después de 17 años, cinco de los cuales había estado ocupada por la Comisión Transitoria, se celebró el evento que definiría el primer secretariado de AEU democráticamente electo del Siglo XXI. Las elecciones fueron el fruto del esfuerzo y organización de las asociaciones estudiantiles que desde 2016 conformaron el Consejo Consultivo Estudiantil Universitario -CCEU- y el Consejo Electoral Estudiantil Universitario -CEEU-, preparando las bases legales y organizativas para hacer posible la recuperación, respaldadas en cientos de estudiantes que se hacían presentes para atender en los momentos críticos.
El movimiento estudiantil de recuperación de la AEU tuvo hitos importantes, donde la esperanza, la movilización de las y los estudiantes hizo posible lo imposible. Resalto dos: el desconocimiento de la Comisión Transitoria el 20 septiembre de 2016, donde la presión estudiantil hizo que los mismos integrantes de la Comisión firmaran su propio desconocimiento; y la Toma de rectoría el 16 y 17 de agosto de 2017, cuando luego de que autoridades universitarias beneficiaran unas elecciones paralelas e ilegales entregando el padrón electoral a integrantes de la C. Transitoria. Se obligó al Consejo Superior a reconocer su error y ratificar al Consejo Electoral Estudiantil Universitario como único órgano legítimo y facultado para celebrar las elecciones de AEU.
Se vivió en la Universidad de San Carlos una ética de la recuperación, esa consciencia de que un hilo de la historia se había roto al tiempo que se tomaba responsabilidad por volver a conectarlo. Se sabía sobre el pasado de la AEU, los hitos de discusión teórica y política, de rebeldía y organización, de lucha contra la represión, de movilización y de luto. No se sabía o no se hablaba mucho sobre las mujeres, hay que decirlo. Y es de muchas estudiantes, así como la dirigencia de la primera secretaría general de la AEU, Lenina García. Considerando el pasado y el presente patriarcal del movimiento estudiantil, a la dificultad de recuperar la institucionalidad de la AEU se sumaban toda una serie de violencias machistas.
La Huelga de Dolores representó un contexto de muchísima violencia, de la mano con una abrumadora impunidad. Desde los comités de huelga se construían toda una serie de discursos misóginos y conservadores, nada coherentes con la supuesta irreverencia de esta tradición.
– ¡Esta es una AEU llena de huecos y lesbianas! ¡Abortistas! ¡Lesbianas! ¡Traidores! –
Era la frase clásica de los comités de huelga para referirse al secretariado.
El silencio perpetuo de las autoridades universitarias
Ignorar las necesidades de las estudiantes, omitiendo su existencia, también es una forma de violencia en su sentido más esencial: la anulación de la otredad. En nombre de esa anulación, por acción u omisión, las autoridades permitieron toda una serie de abusos y arbitrariedades en la universidad. Los dolorosos casos de acoso y abuso sexual, incluidos los más de 700 casos de acoso registrados en el Estudio Exploratorio sobre Acoso Sexual en la universidad, evidenciaron el nulo interés de las autoridades, que hasta la fecha no han aprobado el protocolo contra el acoso sexual
En ese contexto, las mujeres vuelven a tomar un papel protagónico, poniendo en práctica la indispensable premisa del feminismo radical “lo personal es político”.
Es un desafío para las estudiantes evidenciar que las vivencias individuales y personales en mujeres, no son de menor importancia que otras, y que no pueden relegarse al paso del tiempo. Al ser experiencias compartidas, al entender que son un asunto común, colectivo, se convierten en asuntos políticos.
Considero, desde lo aprendido en el secretariado 2017-2019, que estas causas feministas marcaron convicciones y retos importantes dentro de nuestro secretariado, que marcarán el futuro inmediato y a largo plazo del movimiento estudiantil, junto con la defensa del presupuesto justo para la Universidad, las disputas por el significado de lo público contra las ofensivas mercantilizadoras de la educación impulsadas por la actual administración.