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Parto Respetado: autonomía de las mujeres gestantes

Un denominador común en la mayoría de anécdotas de partos en Guatemala es la opresión a la capacidad de decisión respecto al procedimiento médico a tomar. Algunas mujeres relatan violencias por parte de profesionales de salud; otras lamentan las cesáreas innecesarias practicadas a fin de apresurar la labor de parto. 

No obstante, el respeto a los cuerpos de las mujeres y de sus bebés durante el nacimiento es algo que ha tomado auge en el mundo con la conmemoración de la Semana del Parto Respetado o Humanizado. Esta iniciativa fue propuesta por la Asociación Francesa por el Parto Respetado en 2004. 

Lesvia Salguero, comunicadora y madre de tres hijos, se considera un “catálogo de partos” al haber experimentado diferentes métodos, siendo el último el que considera respetado. A los 21 años tuvo a su primera hija Yuam, con la asistencia del ginecólogo de la familia del que era su pareja. Considera que se le fue impuesto cuándo y cómo tenía que ser su parto. 

“Yo era una niña. No tenía dinero, no tenía posibilidades económicas para decidir. Esto impactó enormemente en mis partos, porque otra persona tenía el poder de decisión. Sentí miedo y no estaba informada. Estoy convencida que los partos en hospital los crearon para quitarnos el poder a las mujeres”, expresa.

Lesvia recuerda que la colocaron en una posición horizontal, y el anestesista le presionó las costillas para que la bebé naciera, causándole una lesión en la cabeza,  lo cual considera violencia obstétrica. “Quedé traumada. Fue demasiado doloroso. A nivel emocional fue crítico”, asegura. Aquí encuentras el storytime en Tiktok del primer parto. 

Mientras que, con su hijo Tojil, la doctora decidió realizarle una cesárea innecesaria tan solo 5 horas después de empezar la labor de parto. Lesvia comenta que, aunque se negó numerosas veces al procedimiento, la decisión de la doctora fue definitiva. “Me sentí tan frustrada porque, aunque es mi cuerpo, mi opinión no valía”, indica. 

Mi parto, mi decisión

Jordi es el último hijo de Lesvia, a quien ella considera un “niño orgánico” porque nació en agua. Este fue un parto respetado con la atención de una partera; ya no quería repetir las experiencias en un sanatorio. 

 “Cuando yo decidí dar a luz no le avisé a nadie. Me agarré de la bañera con agua caliente y empecé a pujar. Solo salió la cabeza, y empecé a gritar ¡El niño!”, cuenta. Inmediatamente el bebé fue colocado en su pecho para que diera de mamar, y no fue separado de ella. 

Corazón del Agua por el derecho al parto respetado

En la Asociación Corazón del Agua en Guatemala, respetar la decisión de las mujeres es el objetivo principal para brindar servicios. Gabriela Meléndez, fundadora y directora, explica que la atención integral para las mujeres debe ser pre, durante y postparto, tomando en cuenta sus voces. 

Foto: Corazón del Agua

Además, Gabriela es la creadora del “Técnico Universitario en Partería Profesional con Enfoque Intercultural” en la Universidad Galileo, siendo la primera carrera a nivel nacional sobre partería. A este proceso educativo se han integrado mujeres jóvenes de distintos territorios del país, por medio de becas gestionadas por la asociación. 

Foto: Corazón del Agua

Destaca que las parteras profesionales regresan a sus comunidades para compartir sus conocimientos, y brindar atención en temas de salud sexual y reproductiva. 

A paso lento en el respeto a mujeres gestantes

Aunque existen avances en el reconocimiento de la partería como una carrera universitaria, y la reciente aprobación del Decreto 22-2022, que declara el 19 de mayo como el Día Nacional de la Comadrona, la regulación de un parto respetado y la erradicación de la violencia obstétrica no están en la agenda del Congreso de la República. 

Se menciona la iniciativa 5272 “Ley para Prevenir y Sancionar la Violencia Obstétrica en Guatemala”, la cual no ha avanzado desde 2017, pese a que recibió dictamen favorable en la Comisión de la Mujer. Esta fue propuesta por  Leocadio Juracán y Sandra Morán en su gestión como parte de la bancada de Convergencia. Con esta ley, se podrían imponer condenas de 2 a 5 años a quienes ejerzan prácticas obstétricas violentas.