No más silencio, ni una muerta más
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Esta es una problemática que presenta uno de los desafíos más grandes a nivel global en materia de derechos humanos.
Por: María de la Paz Castañón
Lamentablemente, Latinoamérica es una de las regiones a nivel global en donde las mujeres tienen más riesgo de verse expuestas a estas violencias, según la ONU. Datos recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) revelaron que solamente en 2021, alrededor de 4 mil 473 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 29 países de la región. Esta cifra significa que al menos 12 mujeres mueren de manera violenta diariamente por su género cada día en la región. Este estudio también reveló que el lugar en donde más suceden estas violencias es en el hogar; En promedio 1 de cada 4 mujeres ha sido víctima de violencia fue abusada por su pareja.
En Guatemala, hace alrededor de catorce años comenzaron a tomarse los primeros pasos legales para hacerle frente a esta problemática. Con la aprobación de leyes específicas sobre el tema, como la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer y la Ley contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas, el gobierno creó un marco jurídico que dio a las víctimas de esta horrífica problemática más seguridad. Hoy el sistema de justicia cuenta con juzgados especializados, los cuales tienen un modelo de atención integral para mujeres víctimas de violencia. Lastimosamente, como expone Sara Solórzano, a pesar de que esto significó un progreso considerable, como la mayoría de los organismos estatales, este no ha sido efectivo. La mayoría de las víctimas no han recibido la justicia que merecen, lo cual no es una sorpresa tomando en cuenta que el 80% de las denuncias de violencia no son investigadas.
A pesar de la implementación de estas leyes, no ha habido una disminución en la violencia contra las mujeres, y desgraciadamente ha seguido aumentando. De acuerdo con los datos del Ministerio Público (MP), en el periodo de enero a septiembre del 2022, se registraron 458 muertes violentas de mujeres. Esto es alarmante, pues esta cifra representa un aumento del 13% en comparación con el año 2021. En cuanto a las estadísticas de violencia, las denuncias tuvieron una disminución. Es importante recordar que estos datos no son confiables, pues cuando hablamos de diversos tipos violencia en contra de la mujer, muchas mujeres tienen miedo a denunciar o no están conscientes de la su condición de víctimas. Los datos solo son reflejo de la cantidad de denuncias y no de la verdadera dimensión de la violencia en el país .
Basándose en las denuncias, se ha descubierto que los lugares en donde la violencia psicológica, física y económica es experimentada por las mujeres son diversos. Sin embargo, Guatemala no es una excepción y al igual que en Latinoamérica, la mayoría de los casos son en el hogar. Actualmente, se estima que el 69% de la violencia hacia la mujer sucede en domicilios particulares. Esta estadística significa que personas alrededor nuestro pueden estar siendo violentadas diariamente dentro de su propia vivienda y por sus familiares más cercanos en silencio. En ocasiones el conocer estas estadísticas puede ser abrumador y generar enormes sentimientos de impotencia, sin embargo, existen maneras de reconocer estas dinámicas y apoyar a romperlas que están a nuestro alcance.
Según la ONU, hay algunos indicadores comunes que nos ayudarán a saber si una persona cercana está en una situación de maltrato que pueda ponerla en peligro. El primer signo es que reciban de manera constante mensajes de su pareja o deban reportarle frecuentemente dónde y con quién están. El segundo signo mencionado es que se comporte de manera ansiosa o extremadamente vigilante cerca de su pareja, buscando a toda costa complacerla. Un ejemplo de esto puede ser que constantemente haga excusas para no ir a lugares a los cuales solía disfrutar ir, como a reuniones de amigos o bares. El tercer signo es que su pareja limite su capacidad de toma de decisiones y restrinja su acceso a sus finanzas personales. Otro indicio importante es que la persona muestre cambios radicales repentinos en su conducta o apariencia. Finalmente, que este deje de atender sus necesidades propias para complacer a su pareja.
Es fundamental que si reconocemos algunos de estos signos en alguien querida, tengamos con ella una conversación para motivarla a buscar ayuda, procurando realizarlo de una manera compasiva y privada con el fin de no poner a la víctima en riesgo. En diversas ocasiones es mejor informar sobre el tema y tener conversaciones abiertas sobre el tema sin hablar de algo extremadamente específico, pues el miedo y manipulación que puede estar experimentando la víctima puede hacer que le sea difícil reconocer estos patrones. Siempre debemos buscar ser un espacio seguro y no generar un ambiente en donde la mujer a quien queremos ayudar se sienta atacada. Acompañarlas y decirles “te escucho”, validando su sufrimiento, puede ser el primer paso para que sanen.
Además de la escucha activa y apoyo, hay otras maneras de ayudar. Podemos contribuir por medio de conversaciones con amigos y familiares sobre qué es el consentimiento, la cultura de violación y otros tipos de violencias. Es importante que al discutir estos temas dejemos nuestra postura ante esta temática clara y cuidemos de nuestro lenguaje. Es importante compartir información en redes sobre los temas anteriormente mencionados y sobre los diversos lugares locales de denuncia que existen, informándonos y haciéndonos responsables de eliminar todo tipo de normalización de la violencia en nuestras interacciones, haciéndoles saber y no ignorando cuando los hombres cerca nuestro cuando se están comportando de manera inadecuada. Finalmente, también podemos apoyar por medio de donaciones a instituciones que apoyen a mujeres que han atravesado estas experiencias. Comencemos a construir una sociedad en donde la violencia de género no sea la norma.