Misoginia y tácticas de guerra contra las estudiantes en resistencia
“En conflictos en todo el mundo, ejércitos y grupos armados apelan a la violencia sexual como una táctica de guerra con secuelas devastadoras”, señaló Nisha Varia, Directora de Incidencia en Derechos de la Mujer de Human Rights Watch, en un artículo publicado en el 2015 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Tras el desalojo violento que hubo en la madrugada del pasado lunes 20 de febrero, contra las y los estudiantes del Frente Estudiantil en Resistencia que permanecían en el Centro Universitario de Occidente (Cunoc) desde mayo del año pasado, como medida de rechazo a la elección de Wálter Mazariegos como rector de la Universidad San Carlos de Guatemala, Ruda buscó conocer la opinión de expertas debido a que durante el incidente se reportó el ingreso de un grupo armado que amenazó con asesinar a los estudiantes y violar a las mujeres.
Ante los hechos, la Comisión Universitaria de la Mujer (CUMUSAC) emitió un comunicado para expresar sororidad y solicitar que otras organizaciones se pronuncien en contra de las amenazas, a las que consideró, fueron realizadas con alevosía y cobardía.
Para la representante de CUMUSAC y socióloga, Ana Silvia Monzón, la amenza de violación sexual que vivieron las estudiantes, es una expresión de misoginia y de continua violencia contra el cuerpo de las mujeres. Señaló que ve tres características en el acto criminal: violencia institucional, simbólica y sexual.
En ese mismo sentido, la socióloga Silvia Trujillo, enfatizó que la violencia sexual es usada en un sistema patriarcal como una herramienta que viene desde los colonizadores que utilizaron la violencia sexual como un mecanismo de sujeción y de control, porque "es una forma autoritaria que utilizan para mantenernos calladas".
La violación sexual es una herramienta de guerra sostenida en el tiempo, por ejemplo, durante el Conflicto Armado Interno en Guatemala que duró 36 años, miembros del Ejército de Guatemala esclavizaron sexualmente a las mujeres y fue una práctica que se estableció como una política contrainsurgente del Estado, según pudo documentar la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH).
Además, la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas (UNAMG), en un artículo sobre el caso Sepur Zarco publicado en su página web, señaló que "la violencia sexual constituye un delito de lesa humanidad, crimen de guerra y elemento constitutivo de genocidio".
En ese sentido, la abogada del Centro para la Acción en Derechos Humanos, CALDH, Jovita Tzul, recordó que en la época del Conflicto Armado Interno la violencia sexual fue usada sobre la vida de las lideresas estudiantiles y reprepresentantes de movimientos sociales. En la actualidad la abogada ve que “el continuum de violencia contrainsurgente se está reactivando”, enfatizó que la forma de operar cambió, pero que el objetivo de desacreditar y debilitar los movimientos sociales persiste.
La amenza de violación contra las estudiantes no se puede observar de una manera aislada a la historia de Guatemala. Ante la pregunta de cómo romper la violencia sistemática, Silvia Trujillo consideró que “mientras la violencia sexual siga siendo vista e interpretada que nos compete a nosotras resolver, seguiremos empantanadas”. Esto debido a que las mujeres usualmente encontramos apoyo en otras mujeres, explicó.