La alteración del mundo es inevitable
Por: Dina Elías
Estamos siendo partícipes de una crisis de salud pública global a la que algunos se han referido como “un terrible experimento de salud pública a gran escala”, que ciertamente no sería posible realizar, sin faltar gravemente a la ética, por lo que ningún comité la aprobaría. Es una situación que ofrece numerosas posibilidades para el análisis y la reflexión, desde diversas ciencias, de distintos temas vinculados a ella, tanto por la situación actual como por sus efectos. Lo que acontece en cada país nos permite reflexionar sobre el rol mediador o moderador que tienen las variables psicológicas/psicosociales, culturales, antropológicas, políticas, etcétera, en la forma en la que pensamos, sentimos, nos comportamos, vivimos o reaccionamos ante las situaciones que enfrentamos, personal y socialmente. Esta crisis no es la excepción.
Las reacciones de la ciudadanía alrededor del mundo ante las disposiciones de sus respectivos gobiernos, el manejo de la información a gran escala y el monitoreo de las personas contagiadas, el cumplimiento de las disposiciones establecidas por las autoridades, la preeminencia de la autonomía y las libertades individuales, los valores comunitarios (versus una orientación individualista), la ética del consumo, las creencias y prácticas religiosas, el sentido del humor, el acaparamiento y las compras irracionales, son tan sólo algunos ejemplos de aspectos que pueden ser analizados y discutidos. Desde la perspectiva psicológica, en este contexto, se puede reflexionar sobre varios aspectos. En este artículo se abordan solamente algunos de ellos.
a) Contagio: En términos de contagio, se puede hablar del contagio real y el contagio simbólico, similar al que las personas atribuyen a la “enfermedad mental” (Marsh & Shanks, 2014). El primero, tiene que ver con la posibilidad o hecho real de contraer la infección, y el segundo, con todas las reacciones psicológicas derivadas, suscitadas por procesos conscientes o inconscientes. En este sentido, las pandemias no solamente implican la propagación de una enfermedad física, sino el riesgo de diseminación de contenido insano (Khan & Huremović, 2019) y nocivo psicológicamente hablando, como el racismo, el machismo y la violencia en todas sus manifestaciones (ej. femicidio, crímenes de odio), entre otros, permitiendo la proyección de deseos agresivos y destructivos con menos culpa o sin ella. A medida que el contagio avanza y la incertidumbre aumenta, la capacidad para lidiar con ella disminuye, y se empiezan a hacer más evidentes sus efectos psicológicos individuales y colectivos. El abordaje de los efectos psicológicos merece una discusión aparte.
b) Narrativas de causalidad y responsabilidad: Surgen distintas narrativas conscientes o inconscientes de causalidad y responsabilidad, para encontrar un poco de sentido y seguridad. El contenido de esas narrativas está influenciado por los aspectos culturales, antropológicos, psicológicos, etcétera, propios de cada sociedad. Por ejemplo, la proliferación de mensajes con contenido religioso, unos encaminados a motivar a las personas a retomar más intensivamente sus prácticas religiosas, y otros, a evidenciar la maldad de los seres humanos y las consecuencias merecidas por su conducta.
c) Sentido del humor: Se utiliza sentido del humor, como suele hacerse cotidianamente, como manera de afrontar el estrés emocional y la ansiedad, y en este caso específico, para percibir la catástrofe, inminente y real, de una manera más fácil de tolerar. La creación de la narrativa humorística sobre una situación estresante y causante de ansiedad contribuye a la reducción de las respuestas fisiológicas y emocionales, y de las respectivas emociones negativas que deberían acompañarle. El humor modifica la trayectoria de la respuesta emocional, haciendo que la perspectiva de la amenaza desaparezca o disminuya, y la situación se perciba menos perjudicial o dolorosa.
d) Sesgos cognitivos: se activan sesgos cognitivos tanto para reducir la ansiedad, la vulnerabilidad y la aversión a la incertidumbre, como para recuperar, aunque de manera limitada, el control percibido sobre la propia vida y la situación. Se pueden observar conductas que evidencian el sesgo en la toma de decisiones ante el riesgo y la incertidumbre (Tversky & Kahneman, 1974), que hace que las personas decidan actuar con la intención de eliminar alguna de las categorías de riesgo percibidas, aquella que sea más controlable, (ej. compra irracional de papel higiénico). De igual manera, culpar a la víctima (Ryan, 1976), que consiste en responsabilizar a los individuos en lugar de las condiciones o la estructura fuera de ellos, proceso que también conlleva la idea de que cada individuo obtiene lo que merece y que, por lo tanto, se puede estar exento de enfrentar esas situaciones (ej. quienes viven en pobreza esta cuarentena es porque tienen muchos hijos, no trabajan duro o no saben ahorrar). El error de atribución fundamental (Kunda,1999) por el que se atribuyen las causas de las acciones de los otros a sus características internas y al contexto (Ej. los que andan en la calle son irresponsables y no les importan contagiarse ni contagiar a otros).
e) Falta o pérdida de sentido: Es posible experimentar falta o pérdida de sentido que se genera tanto por la irrupción de la situación como por la impotencia experimentada ante ella, y sus consecuencias. En esta área, puede influir la desvinculación afectiva con los demás y el cambio en las relaciones. De igual forma, la experiencia de la muerte. Es decir, la amenaza latente del contagio o incluso la muerte, tanto la propia como la de los seres queridos, que conlleva angustia e impotencia, que posterior e idealmente, tendrá que resignificarse para llevar a la conformidad. Además, como ya ha tenido lugar en otros países, se trata de la posibilidad de vivir la muerte de los seres queridos desde la distancia, no solamente física sino emocional, con una especie de sumisión silente más que resignación. Incluso, como el caso de Ecuador, encarar el lento y exiguo proceso de remoción de los cuerpos de los fallecidos. Esto afecta la expresión emocional e imposibilita vivir las pérdidas y duelos de manera adecuada, conforme los códigos psicoculturales de cada pueblo, sin poder llevar a cabo actos simbólicos y afectivos (ej. ritos culturales y religiosos, exequias, funerales), que son parte del proceso de reparación psicológica.
f) Condiciones económicas: No menos importante, es el efecto de las condiciones económicas actuales y futuras sobre el bienestar psicológico individual y colectivo. Los diversos determinantes sociales (ej. salud, educación, empleo, salario, etc.) influyen de manera directa sobre los indicadores de salud y bienestar psicológico. Las condiciones de desigualdad preexistentes en la sociedad se exacerban, como en el caso de Guatemala, y la disparidad psicológica aumenta. Denomino disparidad psicológica a las diferencias o desigualdades en las condiciones de bienestar psicológico debido a las condiciones psicosociales en las cuales las personas están inmersas.
La alteración del mundo es inevitable. El mundo externo (objetivo), que se percibe como amenazador, confuso, abrumador e incierto, más allá del control personal. El mundo interno (subjetivo), es decir, la forma de percibir, vivir, e interpretar lo que acontece. Ante esta alteración se verifica un proceso de deflexión o redirección de la energía psicológica que conducirá, entre otras cosas, a reacciones psicológicas diversas y a la búsqueda de distintas formas de afrontamiento. Las personas necesitan echar mano de todos sus recursos habituales de afrontamiento, pero estos recursos no serán necesariamente efectivos, ya sea porque no puede no encontrar en el repertorio de respuestas conocidas, aquellas que permitan enfrentar y sobrellevar la crisis de una mejor manera, o porque las que emplea son equívocas (Ej. el aumento del consumo de alcohol durante el distanciamiento social). Es preciso indicar que los mecanismos y formas de afrontamiento no sólo dependen de factores individuales como la resiliencia, las fortalezas y las condiciones psicológicas de las personas, sino también de otros factores comunitarios y colectivos como, por ejemplo, las condiciones de riesgo psicosocial y los recursos comunitarios.
Es importante mencionar que también existen formas de resignificar la vida durante las situaciones límite. Las personas también pueden responder con compasión, empatía, sororidad, solidaridad, altruismo, esperanza.
Khan, S. & Huremović, D. (2019). Psychology of the Pandemic. En Huremović, D. (Ed.), Psychiatry of Pandemics. A mental health response to infection outbreak (pp. 37-44). Switzerland: Springer Nature Switzerland. https://doi.org/10.1007/978-3-030-15346-5_3
Kunda, Z. (1999). Social cognition. Making sense of people. Massachusetts: The MIT press.
Ryan, W. (1976). Blaming the Victim. New York: Vintage.
Tversky, A .; Kahneman, D. (1974). Juicio bajo incertidumbre: Heurística y sesgos. Ciencia 185, (4157); p. 1124 – 1131. doi: 10.1126 / science.185.4157.1124
Marsh J. Shanks L. (2014). Thinking you can catch mental illness: how beliefs about membership attainment and category structure influence interactions with mental health category members. Memory Cognition (42); pp.1011. https://doi.org/10.3758/s13421-014-0427-9