«Junam», la nueva canción de Sara Curruchich que invita a rebelarse contra la vergüenza de los cuerpos
Hoy, la cantautora de origen Kaqchikel, Sara Curruchich, lanzará la primera canción de su segundo disco llamada “Junam”, una traducción del kaqchikel que significa: juntas o juntos y que fue inspirada en las emociones que la pandemia despertó en la gente y que evocan la unión, la complicidad y la articulación. En entrevista nos cuenta sobre su música, que ve como “un camino para nombrar y liberarse”, y los proyectos personales que quiere alcanzar en el futuro.
¿Qué inspiró la canción Junam?
El disco se gestó durante la pandemia y lo grabamos hasta el inicio de 2021. La pandemia nos trajo muchos sentimientos por el encierro y puso en evidencia las gravedades y las afectaciones de los derechos humanos de los pueblos, además del aumento de los casos de violencia.
Una forma en la que se nos ha tratado de violentar es negarnos de disfrutar la libertad de nuestro cuerpo como bailar. Para mí, el baile es una muestra de libertad, de sentir mi cuerpo con la tierra y la vibración del aire.
Elegí esta canción como primer sencillo para que podamos sentir alegría y compartirla. También como una forma de sanar y encontrar el equilibrio a través de nuestros cuerpos con el movimiento y sacar las malas energías por el contexto pandémico que estamos viviendo. Las melodías nos dan esa posibilidad de entender nuestros cuerpos, nuestros sentimientos aunque no sepamos el idioma kaqchikel.
La canción está en kaqchikel porque es un idioma que se resiste contra un sistema que constantemente trata de invisibilizar y anular nuestros idiomas e identidades. “Junam” viene acompañada de un video lyric para que la gente pueda aprenderse la canción.
Reconocer el derecho a la alegría…
Dentro de las cohibiciones está negarnos o sentir vergüenza de bailar, porque nos han enseñado a avergonzarnos de nuestros cuerpos. Por eso, debemos retomar los espacios con dignidad y alegría como lo han hecho tantas mujeres. Es una manera de recuperar nuestra libertad.
¿Cuáles son las temáticas que abordas en las demás canciones?
En unos dos meses compartiremos la siguiente canción. Todo lo que hemos estado preparado, los videoclips, todo, es con mucho cariño. El disco contiene esta fuerza, esta alegría. Es una exploración de nuevos ritmos. Mucho del sentir de este disco es para agradecer y hacer una ofrenda a través de la música, a la lucha de las mujeres. Hay algunas colaboraciones con artistas que admiro, que me han enseñado mucho en lo musical y a sentir que las melodías son un camino para nombrar y denunciar. Las colaboraciones del disco me tienen muy feliz. Me llenan mucho.
¿Hay alguna alusión a situaciones políticas y/o casos judiciales contra militares?
Un nombramiento de un caso específico, no. Pero sí hay música alrededor de ese tema.
¿Qué proyectos tienes en mente para un futuro próximo?
La producción del segundo disco me permitió acercarme a producir, al proceso de grabación de cada instrumento. Para esta segunda canción aprendí a utilizar los programas y a tener presente cómo hacer una grabación. Uno de mis proyectos es empezar a producir. De que es un reto, es un reto grande, pero sueño con esto y le pido a la vida que me regale la posibilidad de producir a otros artistas indígenas en Guatemala.
La música como un proceso para sanar…
El fin de la música es acompañar otros procesos. Me ha acompañado en la alegría, en mis procesos de sanación, en mis convicciones, de desaprendizajes y de poder acompañar a otras personas. También porque puede haber una articulación y nombrar las diferentes violaciones a derechos humanos que se están viviendo. Soy parte de este pueblo, de este territorio y voy a mantener empatía con lo que se está viviendo.
La música nos da esa oportunidad de reflexión, de llegar a los lugares donde físicamente no podríamos llegar. A lugares donde se tiene una lucha o resistencia por la tierra. Entonces ¿cómo podemos acompañar? Pues a través de la música podemos hacer que la gente se entere de las agresiones que se están viviendo.
Muchas veces la música no habla del amor romántico, del enamoramiento y ruptura, que son situaciones que vivimos como seres humanos, pero cuando nombran las canciones de protesta existe una estigma muy grande y no quieren ponerlas en las radios convencionales por pertenecer a un monopolio al que no le conviene que se sepa que se está reproduciendo violencia contra un grupo de personas.
¿Cuáles artistas te han inspirado a hacer música?
En mi pueblo tenía un primo que era compositor y tocaba la guitarra. Hay unas grabaciones que tenemos de sus canciones. Cuando lo escuchas, él canta y toca con sentimiento. También mi papá. Él tocaba la guitarra. La convivencia con él me marcó mucho. La atesoro grandemente. Hace muchos años, a mi hermano le regalaron el disco de un grupo llamado “Guardabarranco” de Nicaragua. A mí me maravillaba cómo sonaban dos voces que combinaban perfectamente. Me hacían sentir tan a gusto. Sentía tanta armonía al escucharlas. De allí fui teniendo un gusto por la música. Son los artistas que me han acompañado y lo siguen haciendo ahora.
¿Tocas algún otro instrumento además de la guitarra?
Toco piano, marimba, flautas, tzijolaj, percusión maya y ukulele. De momento eso, pero espero aprender a tocar otros instrumentos que me han acompañado en algunas canciones.
Mi música también ha sido resultado de una exploración de los instrumentos. Cada uno tiene un universo que comparte muchas energías y el sentir de quien los toca.
Recuerdo que la armónica la escuché por primera vez con uno de mis amigos. Él falleció. Tiene una historia bastante personal y lo recuerdo cada vez que la toco. He visto a personas tocar guitarra y al hacerlo tienen un sentimiento muy hermoso.
Así me he ido motivando para aprender algunos instrumentos. Hay gente que se vuelve un ejemplo para nosotros y nos empuja a soñar y a anhelar hacer algo. Como en este caso fue iniciar a tocar un instrumento musical.
¿Qué piensa tu familia de tu carrera musical?
Es un camino difícil. Ha sido un gran regalo contar con mi familia. Ha sido mi motor para poder hacer esto, además del apoyo de mis amigos y la gente.
Tanto en lo musical como en el activismo, mi familia está bastante contenta de que pueda compartir y hacer música. Aunado a eso, tengo la posibilidad de denunciar situaciones por las que atravesamos.
Nos enfrentamos, constantemente a agresiones y a muchas violencias por ser mujeres e indígenas. Ha habido momentos en los que he hecho alguna denuncia de racismo. Ellos se ha dado cuenta de eso, y tengo su apoyo.
Podrían contar muchas anécdotas de las horas que no les dejo dormir por estar ensayando. Aun así, he sentido una alegría compartida en lo que se ha logrado. Tanto mi familia como yo, tomamos como regalo poder aprender de las personas. Mi mamá me ha enseñado a agradecer los diferentes caminos en los que coincidimos con otros.
A pesar de la violencia y racismo, Curruchich se mantiene firme en la idea de que se debe cantar sobre las vivencias, las luchas, individuales y colectivas; desde la ternura, desde el amor y desde la alegría.