Los relatos que dejan las últimas audiencias del Caso Hogar “Seguro”

Foto: Bloque Feminista de Xela

Los días 10, 12 y 13 de marzo se presentaron nuevas pruebas en el juicio por el Caso Hogar “Seguro” Virgen de la Asunción: colchonetas quemadas, el informe de un perito y el testimonio de una de las 15 sobrevivientes de aquella tragedia en la que murieron 41 niñas.

Por Jasmin López

Lunes. Tras estar ocho años guardadas en el almacén del Ministerio Público, llegaron a la Torre de Tribunales las colchonetas en las que durmieron las niñas del Hogar Seguro el día del incendio, si es que pudieron dormir. Veintidós colchones de esponja para 56 niñas, aunque de todos modos no habría cabido en esa aula un lecho para una, cuando solo había espacio suficiente para once niñas acostadas.

Convertidas ahora en una suerte de reliquias, en piezas de la historia, estos fragmentos quemados y llenos de moho que las niñas solían usar a falta de toallas higiénicas y papel de baño llegaron envueltos en bolsas de plástico negras, como cuerpos sin vida, para ser revisados por la jueza Ingrid Cifuentes, los abogados de ambas partes, los acusados y acusadas: Anahí Keller Zabala, Brenda Chamán, Carlos Rodas, Harold Flores, Gloria Castro, Santos Torres, Luis Armando Pérez Borja y Lucinda Marroquín, todos ellos exfuncionarios públicos. 

Se buscaron y no se encontraron restos de acelerantes (gasolina, diésel) en las pruebas. El material con que están hechas es por sí solo peligrosamente inflamable. Esto, junto a la vajilla desechable con que intentaron alimentarlas la noche anterior -y que las niñas rechazaron por miedo-, hizo que la temperatura dentro del aula alcanzara los 300 grados en dos minutos, haciendo que la puerta de metal cerrada con candado se doblara por el calor.

Aún así, la policía no abrió.

Miércoles. David Augusto Dávila, experto en Ciencias Juridícas y Derechos Humanos, dijo durante su intervención que “los niños y adolescentes que están bajo la protección del Estado no están bajo una condición de privación de libertad, pero así se maneja en Guatemala”. Al sistema de protección de las infancias le faltan varias cosas para que funcione: un órgano rector,  claridad en las funciones que tiene cada una de las instituciones que según protegen a las niñas y niños -la Procuraduría General de la Nación, la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia, la Secretaría contra la Violencia Sexal, Explotación y Trata de personas-, articulación entre ellas.

Este sistema disperso y mal configurado violenta a las infancias institucionalizadas más de lo que las protege. Ponerlas bajo el cuidado del Estado, en albergues sin jabón, champú, baños funcionales, ni personal capacitado, como en el el Hogar “Seguro”, donde se les abusa sexual y físicamente, y donde además son estigmatizados por la comunidad de la que se les apartó, da como resultado tragedias por las que luego se les culpa. 

Además de señalar problemas, el perito Dávila propuso soluciones:

Procurar un recurso familiar idóneo en vez de optar inmediatamente por la institucionalización de las niñas, niños y adolescentes. 

No cortar la convivencia con la comunidad.

Proveer actividades educativas, culturales y deportivas para las infancias institucionalizadas.

Es necesario y urgente diseñar un modelo que respete y garantice los derechos de las infancias, que no los trate como criminales, y que tenga consistencia legal, en resumen.

Arte: Angie Ross

Jueves. La testigo Ñ tenía dieciséis años cuando la Policía Nacional Civil la encerró y la dejó quemarse en un aula del Hogar “Seguro”, el 8 de marzo del 2017. Había llegado dos días antes. La tarde anterior formó parte del grupo de niñas y varones que trataron de escapar del lugar al que mucho antes del fuego ya se referían como “un infierno”.

La testigo Ñ, que ahora vive en Estados Unidos, no recuerda muchas cosas, pero recuerda que ese día la policía disparó al aire y les roció gas pimienta. No recuerda por qué quería salir del Hogar, ni si su familia la llegó a visitar o le permitieron llamarla. Y no recuerda cómo empezó el fuego, pero allí perdió un pie, una mano, y le quedaron cicatrices de quemaduras en la cara y “en casi todo el cuerpo”, por las que aún necesita tratamiento médico. 

La Fiscalía le preguntó cuál era su proyecto de vida antes del incendio, qué quería ser cuando fuera grande. Respondió que no recuerda.

Nathalie Quan

Licenciada en Comunicación, apasionada por el ámbito cultural y la memoria histórica. Mi misión es amplificar las voces y visibilizar historias a través del periodismo.

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