Haydeé Lainez: una mirada feminista al trabajo sexual 

Fotografía: Nora Pérez

“Somos mujeres que ejercemos el trabajo sexual, que tenemos autonomía y luchamos por ella”, dice Haydee Lainez Cabrera.  Ella es una mujer salvadoreña de 53 años de edad y defensora de los derechos humanos. En entrevista con RUDA, cuenta sus vivencias y posturas frente a los feminismos y el trabajo sexual. 

Entrevista por Andina Ayala y Nora Pérez

¿Qué puede considerarse trabajo sexual?

La mayoría de mujeres que ejercemos el trabajo sexual lo hacemos por decisión propia. Es trabajo sexual si se ejerce de los 18 años en adelante, porque esa es la mayoría de edad. Antes de eso, no hay trabajo sexual. En El Salvador hay mujeres que a los 14 o 15 años ya tienen hijos y andan buscando de qué  conseguir plata, pero nosotras no lo consideramos trabajo sexual.

Es trabajo sexual cuando lo hacemos con consentimiento. Nadie te está diciendo “párate aquí” o “te vamos a quitar el dinero”. Es trabajo sexual desde que decidimos con consentimiento “quiero pararme aquí de tales a tales horas”. 

Hay estractos sociales en el trabajo sexual. Hay damas de compañía en los hoteles que cobran por llevar a conocer el país a los hombres y a quienes ellos invitan, pero después, en la noche, se acuestan con ellos. Eso es trabajo sexo-transaccional. Pero lo que nosotras hacemos es trabajo sexual, vendemos fantasías sexuales, no vendemos amor y tenemos una regla: usar condón en cada práctica sexual. 

Somos mujeres que ejercemos el trabajo sexual, que tenemos autonomía y que luchamos por nuestra autonomía. Ni el Estado ni la iglesia deben meterse con el cuerpo de las trabajadoras sexuales. 

¿Cómo se relacionan el trabajo sexual con los feminismos? 

Hay diferentes corrientes feministas. Algunas consideran que nosotras somos trata (de personas) o que no estamos de acuerdo con lo que hacemos. Pero estoy aquí para decirles que lo que hacemos es trabajo sexual, a mí no me han maltratado y practicarlo no me hizo una mala mujer. 

Para mí, fue un trabajo que me ayudó a sacar adelante a mis hijos, pues llevaba comida diaria que me permitía sobrevivir. Me dio alimentación, medicina y vivienda. La trata es cuando te tienen escondida, cuando nadie te ve. A mí todo mundo me vio. Yo hacía 35 ratos diarios, pude sacar una casa y terminar noveno grado. Hice 3 años de bachillerato ya grande y una licenciatura en trabajo social, fui becada por la universidad luterana. 

Pero nadie dice lo bueno de nosotras. 

Seguimos siendo invisibilizadas, no nos suben a una silla para que hablemos. Hablan otras mujeres, pero cuando lo hacen hablan de la puta. Seguimos siendo discriminadas así, suavecito y entre comillas, pero yo lo siento porque soy trabajadora sexual y una mujer empoderada. 

Hay discriminación entre nosotras las mujeres. Hay, personas que consideran que esto no es trabajo, porque claro, nunca han experimentado el trabajo sexual. Para decir que esto es trabajo sexual tienen que ir un año a pararse a un parque. 


¿Cómo viven las trabajadoras sexuales el placer? 

Vivimos el placer cuando ejercemos el trabajo sexual. Yo siempre lo viví con mucha alegría porque me daba satisfacción que me pagaran y yo podía llevar comida a mi casa. Pero habían clientes que me hacían tener orgasmos y a eso le llamamos accidentes laborales. 

Una quiere que esos clientes lleguen más seguido porque te hacen sentir bien. Tuve clientes muy amables, que me llevaban comida y detalles como flores y peluches. Yo me sentía contenta, claro. Siempre he vivido mi vida con mucha alegría y así sigo viviendo. 

¿Cuáles consideras que han sido tus mayores logros? 

Saqué el noveno grado, hice 3 años de bachillerato y una licenciatura en trabajo social. He hecho muchos diplomados y capacitaciones, solo este año he sacado 3 diplomados en corte y confección, mujer e imagen y mujer empresaria. Me encanta seguir aprendiendo, ahora estoy en un diplomado en participación ciudadana y comenzaré otro para hacer un teatro sobre trabajo sexual. 

¿Qué mensaje le envías a las jóvenas? 

Que estudien, se preparen y que cuando tengan 18 años en adelante, pueden decidir qué hacer con la vida de cada una, pero que estudien y se preparen. En las primeras etapas de la vida debemos estudiar y hacerlo como podamos; si tus papás te dan el estudio o si no te lo dan, ver cómo  buscar una beca. 

Lo mismo para todas las mujeres: no importa la edad que tengas, si quieres ir a un curso, si quieres estudiar, puedes hacerlo. Mientras estemos vivas, y tengamos los cinco sentidos bien, podemos seguir aprendiendo y aportar al grupo de mujeres que representamos.

Andina Ayala

Andina Ayala, investigadora periodista desde el año 2019, ha realizado investigaciones relacionadas con derechos humanos, derechos ambientales y de COVID-19. Trabaja para varios medios digitales en Guatemala. Le interesan las historias humanas, la cultura, los feminismos y la autodeterminación de los pueblos y comunidades.

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