RUDA

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Antes de ser periodistas, debemos ser grandes seres humanos

Fotografía: Karen Lara

Diana Manzo es una periodista amante de la vida. En un territorio tan hostil para ejercer el periodismo como lo es México, Diana a través de una sonrisa mantiene su compromiso en visibilizar las voces que resuenan desde las montañas.

La Federación Internacional de Periodistas (FIP) indicó que para el 2021, nueve periodistas fueron asesinados en México, sumándose a los 148 casos que se han registrado en ese país desde el 2006. Además, la FIP cataloga a México como el país más peligroso para ejercer esta profesión, orillando a quienes la ejercen al estigma.

Entre tanta violencia, encontramos a Diana Manzo, periodista zapoteca que con una sonrisa te puede llenar de vida y recordar porqué es importante seguir haciendo periodismo de vida.

La conocimos en uno de nuestros viajes por Oaxaca, México en la presentación del libro “Indígenas y Covid” en el que ella forma parte para llevar a la luz pública cómo los pueblos indígenas se enfrentaron a la pandemia. Ahí, al terminar recibió aplausos y muchas personas, sobre todo jóvenes, hacían fila para tomarse una foto con ella, pedían un autógrafo o simplemente intercambiaban un abrazo.

Como Ruda ya seguíamos sus pasos, pues su labor periodística no solo trae consigo calidad sino compromiso. Diana fue galardonada en el 2019 con el Premio Nacional de Periodismo y mención honorífica por cobertura multiformato por su investigación Energía limpia, contratos sucios. La oportunidad de tenerla cerca parecía un encuentro entre dos mundos cuyas visiones se encuentran a pesar de la distancia. Ella aceptó hablar con mucha gratitud.

Diana, para ti ¿qué es hacer periodismo en México siendo mujer y zapoteca?

Para hacer periodismo en México hay que tener valentía, no heroísmo. Hay que hacer contenidos buenos pero sin arriesgarse, hay que crear y tener protocolos de seguridad. La vida me ha hecho comprender que ninguna nota periodística vale la vida.

La situación es tensa y preocupante, pero para continuar haciendo nuestra labor hay que tener aliados, monitoreo, capacitarnos, estudiar, sobre todo es primordial seguir formándonos. La preparación es importante a través del conocimiento, y sobre todo la escucha. Escuchar nos hará crecer.

Además de ser periodista, es madre y estas dos tareas la han hecho ser cada día más humana.

Tengo 17 años de trayectoria y soy madre de una niña y un niño. Cada día me levanto alrededor de las 5 am o 6 am, atiendo a mi hija e hijo. Para hacer mi labor he tenido una red de acompañamiento. Una no puede ser periodista o reportera sin una red, sería incapaz de hacerlo sola. Entonces valoro esa red, esa red de amigas y amigos.

Mis hijos son mi prioridad, aunque no parezca (ríe) y este oficio que yo elegí. Me encanta hacer el trabajo de reportería, me encanta, me lo gozo y me lo disfruto aunque a veces me estresa porque los retos que tiene el escribir siempre son grandes ¿cómo voy a narrar esta historia? Sin duda sigo aprendiendo. Una nunca termina de aprender en este oficio.

Diana reconoce que para hacer periodismo se necesita de un equilibrio. Su salud emocional y física son prioridad.

Salgo a correr, tengo terapeuta. A veces dejamos estas cosas en último momento, pero hay que verlo, es importante cuidarnos. También, he aprendido a decir que no, es un gran reto, pero hay que hacerlo por salud. Antes decía que sí a todo y terminaba muy agotada.

¿Por qué cubrir temas de mujeres y pueblos indígenas?

Como pueblos indígenas no somos mercancía y es por eso que no tomo los temas porque están de “moda”. No, yo vengo de ahí, mis abuelos eran campesinos y ahí nació mi amor por la vida, la naturaleza. El amor por la gente adulta, la vejez es un tema que también me inquieta mucho, es un tema poco tocado en el ámbito periodístico.

Tengo un portal independiente que se llama istmopress, trato de hacer historias que concienticen. Mi audiencia es importante, yo sé que la gente me va a leer entonces lo que yo coloco ahí tiene que ser valioso. Es lo menos que le puedo dar a mi audiencia: calidad.

Actualmente estoy trabajando con jóvenes traductores que acompañan a las personas a buscar justicia y que el idioma no sea una limitante. Yo siempre creo en el trabajo colaborativo, eso me ha llenado muchísimo.

En el 2019 recibiste un premio ¿qué representó eso para ti?

Yo se lo dediqué a las y los defensores, a esa gente que anda luchando. A ellas y ellos y a mis hijos y que me aguantan porque no tienen la culpa de que su madre sea reportera (ríe).

Yo no hago periodismo para ganarme premios, esa no es la intención. La intención es visibilizar las historias, tampoco estoy de acuerdo que “las y los periodistas dan voz” nosotras no somos nadie para dar voz, siempre han existido, siempre han hablado, nosotros llegamos para escucharlos. Nuestra labor es hacerles visibles, siempre desde el respeto. Antes de ser periodistas, debemos ser grandes seres humanos.

Al terminar la entrevista le preguntamos ¿cómo se define como persona? ella contestó: como aprendiz de vida, amante de la fotografía y la vida.