Ante las guerras capitalistas, hay que luchar por la vida
Llovizna. Neblina. Oscuridad de madrugada. Entonces, en “Oventik”, uno de los caracoles (comunidades autónomas) más conocidos del zapatismo, las bases de apoyo están listas para salir en camionetas de redilas con destino a San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Sí, el lugar que fue epicentro del levantamiento indígena en 1994.
Esta es la primera vez, tras ocho años, que las bases del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) marcharán en esa cabecera municipal. La última vez lo hicieron tras el ataque a los estudiantes normalistas de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, mejor conocida como Ayotzinapa, en septiembre de 2014.
En esta ocasión, la invasión del ejército ruso a Ucrania, y otras guerras capitalistas como las que ocurren en Palestina, el Kurdistán y “todas las guerras capitalistas actualmente en curso en varios rincones del planeta”, les motivan a salir, así lo anunciaron en el comunicado Domingo 13.
Las movilizaciones zapatistas se realizan, además de San Cristóbal, en las cabeceras municipales de Yajalón, Palenque, Ocosingo, Las Margaritas y Altamirano.
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El recorrido de la caravana que salió de "Oventik" se extendió 40 kilómetros hasta llegar a San Cristóbal de Las Casas. Ahí, integrantes de las bases forman hileras para arrancar la marcha.
Ellas y ellos portan carteles en los que se lee: “¡Fuera ejército ruso de Ucrania”, “Despertar pueblos de México y del mundo porque un día tan pronto o tan lejano nos van a hacer también la guerra injusta. Hay que organizarnos.”
El avance del contingente zapatista llama la atención de las personas que les observan desde el mercado, entre puestos de fruta, ropa, comida y celulares. Las y los turistas también se quedan quietos por momentos.
Varias personas sacan sus teléfonos móviles para registrar un poco de la marcha. Algunas personas les expresan su apoyo.
“...Nosotras las mujeres zapatistas decimos que tu dolor es nuestro dolor [...] Llamamos a que nosotras como mujeres organicemos a nuestros pueblos para movilizarse, cada quien en su geografía y su calendario, para parar la guerra injusta, porque las más afectadas somos nosotras, por ser mujeres y por ser madres”, pronuncia la voz de una zapatista.
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En 2021, pese a la pandemia por COVID-19, una delegación de 177 zapatistas y 16 integrantes del Congreso Nacional Indígena (CNI), conformado en 1996, realizaron la Travesía por la Vida en territorios de Slumil K ́ajxemk ́op, antes llamada Europa.
En ese recorrido, las/los zapatistas buscaron encontrarse con otras, otros, para contrastar experiencias —incluidas las colonizadoras— sobre la situación que vivimos en el mundo frente a la catástrofe capitalista.
Lejos de querer imponer una visión o un recetario de qué hay que hacer, las/los zapatistas realizaron un ejercicio de escucha conscientes de que “cada quien, según su calendario, su geografía, su modo, habrá de construir su camino”. Buscaron, en palabras del SupGaleano: “complicidades por la vida”.
La Travesía por la Vida y la conexión con pueblos de otras geografías es parte de la lucha zapatista.
El carácter internacionalista del zapatismo ha tenido diferentes momentos. Por ejemplo, el levantamiento zapatista inspiró al movimiento altermundista y anticapitalista en la década de 1990. Y en 1996, el EZLN convocó al Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo.
Hacia el año 2000, los pueblos zapatistas contaban con 79 comités de solidaridad con su lucha en la entonces llamada Europa, mientras que en Estados Unidos había al menos 45 organizaciones que simpatizaban con la causa.
Si bien en años posteriores hubo un repliegue del zapatismo, que se volvió a abrir más a partir de las ediciones del Encuentro de Mujeres que Luchan (en 2018 y 2020), este 2021 y 2022 vemos una re/conexión con otras, otros.
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Las comunidades zapatistas saben lo que es la violencia, así como estar en un territorio en conflicto desde su levantamiento. En tiempo reciente, la situación no es la mejor, las comunidades zapatistas siguen siendo afectadas por ataques de grupos criminales y paramilitares.
En septiembre de 2021, el EZLN advirtió que Chiapas estaba al borde de la guerra civil.
En ese momento, a través de un comunicado, el EZLN habló sobre acciones paramilitares a las que se estaban enfrentando, como el secuestro de dos zapatistas. Ese mismo mes también el CNI reportó otro ataque.
El contexto en Chiapas se ha tornado más difícil en los últimos años. Hay procesos de desplazamiento forzado interno en comunidades como Aldama. En 2021, también se registró el surgimiento de grupos de autodefensa. Todo esto más las disputas partidistas, el tráfico de armas y los procesos migratorios perfilan un panorama complejo.
Pese a esto, o quizá por esto mismo, las/los zapatistas saben que es momento de crear y fortalecer otras complicidades.
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Las/los zapatistas concluyen su marcha por distintas calles de San Cristóbal de Las Casas entre aplausos de quienes les observan. Algunos grupos de personas les siguen hasta las camionetas de redilas que les llevarán a sus caracoles. “¡Gracias!”, “¡Buen viaje, compas!”, les expresan.
Las/los zapatistas suben a las camionetas, se acomodan. Sus ojos, siempre alerta, sobresalen pese los pasamontañas que cubren su rostro. Han plasmado en esta cabecera municipal su llamado.
“Quienes ganan en esta guerra son los grandes consorcios armamentistas y los grandes capitales que ven la oportunidad para conquistar, destruir/reconstruir territorios, es decir, crear nuevos mercados de mercancías y de consumidores, de personas”, expresaron el Subcomandante Insurgente Moisés y el SupGaleano en el comunicado No habrá paisaje después de la batalla.
Los ecos de esta jornada quedan documentados en fotos y videos que dan cuenta de las movilizaciones en las demás cabeceras municipales y en la Ciudad de México.
Las/los zapatistas volvieron a las calles para recordarnos que importa la vida y que cada una/uno/une debe defenderla a su modo.