Encontrando la esencia en nuestras ancestras, reivindicando la genealogía

Por: Nitzia Julieta Ruiz

Escribo desde Cortazar Guanajuato, México. Una comunidad que desde hace algunos años se ha visto rebasada por la ola de violencia y de inseguridad que aqueja a todo el país. El tema del huachicol y la guerra del narcotráfico principalmente, han representado durante muchos años los temas más preocupantes para las familias de la región y específicamente para nosotras las mujeres. Con la llegada de la pandemia de covid-19 los índices de casos de violencia doméstica, desapariciones y feminicidios han aumentado considerablemente. Las mujeres hemos tenido que salir a trabajar en horarios y lugares que permitan algún ingreso económico, lo que ha puesto en riesgo nuestra integridad y vida. Además de la ansiedad, estrés, depresión y otras características presentadas por la pandemia, las noticias del día a día en donde diariamente hay una mujer que se busca o una mujer que es encontrada sin vida, han añadido más tensión al tener que salir a la calle, a trabajar, a comprar, etc. 

En este contexto, hacer cine del territorio desde mis 4 paredes ha significado todo un reto, ha significado momentos de frustración y desesperación. Considero que uno de los procesos más ricos y divertidos de hacer cine es la preproducción y la producción, ya que, es justo ahí donde se afianzan las relaciones humanas entre el equipo de producción, así como con el talento que va a participar. La convivencia presencial es de las actividades que más se extrañan, ya que si bien se pueden realizar reuniones de manera virtual, nada se compara al contacto humano y estar en vivo y a todo color para la lluvia de ideas, para aterrizar la descripción visual y de audio que tendrá el material, para comenzar a imaginar la película. En la cuestión de la preproducción, realizar la tarea del scouting para elegir los escenarios también se ha visto limitada, ya que muchos lugares aún permanecen cerrados o algunos espacios públicos aún se encuentran vacíos, factor que beneficia o perjudica dependiendo los fines de grabación. La producción de cine se ha visto detenida: muchos de los sets de grabación y estudios de edición continúan cerrados, otros recién comienzan a abrir. Tanto las grandes, como las pequeñas producciones independientes han preferido priorizar la salud de su personal y no exponer a contagios, es por ello que la mayoría de las producciones han tenido que realizarse desde casa con los recursos y los elementos que tenemos a la mano. 

En este sentido, hacer cine del territorio desde las 4 paredes representa un acto de resistencia, de revolución, de subversión, de resiliencia y de amor por el séptimo arte. Más que una nueva normalidad, verlo como un acto de rebeldía en donde las formas, la técnica y la calidad pasan a segundo término, cuando lo importante es no quedarnos calladas, narrar y darle voz a las historias.

Creo que este tiempo ha servido para reinventar el arte en un sentido más consciente, donde lo primordial es cuidarnos y fortalecernos como mujeres.  Personalmente han sido varios los proyectos en los que he colaborado durante la pandemia, como el video colectivo titulado “Nuestra Fortaleza” del proyecto Temporal Moment, dirigido por el artista digital Ulises Santos Cortés, quien convocó a grabar desde nuestras ventanas lo que acontecía más alguna reflexión sobre estos tiempos y nuestro sentir. 

Por otro lado, hacer cine del territorio desde las 4 paredes y reinventar el arte, también va de la mano con compartir, compartir el conocimiento y de esta manera seguir impulsando a realizar propuestas audiovisuales de manera fácil y accesible. En este sentido, me siento muy afortunada de haber podido compartir y haber sido invitada por una querida amiga y colega a impartir algunas sesiones sobre cine documental, montaje y edición en el “Taller de Memoria e Imagen, Fotografía y Vídeo” organizado por el colectivo A remover la Tierra, integrando uno de los espacios que la Secretaría de Cultura y el Gobierno de la Ciudad de México destinó para trabajar con los Colectivos Culturales Comunitarios con el tema de “Quédate en Casa”. De igual forma, recibí la invitación por parte de otra amiga y colega que labora en el Municipio de Oaxaca para dar un taller dirigido a mujeres y jóvenes indígenas. Este taller tuvo como nombre “Animando y animándonos desde casa” y en él, se compartieron los principios básicos para hacer una animación, con los materiales que tuvieran en casa y con las historias que cada una quisiera contar. La idea principal del taller fue proponer la técnica de animación como terapia y como herramienta en cada uno de los ámbitos donde podamos emplearla, ya que hubo presencia de maestras, comunicólogas, amas de casa, mujeres que podrán emplear la animación en varias prácticas. La posibilidad de compartir en estos dos talleres fue gracias a las redes de mujeres y amigas que confiaron en mi conocimiento y ganas de compartir. Una de las cosas que más agradezco es hacer alianzas, fortalecernos, crecer entre y para nosotras como mujeres. 

En las últimas semanas concluí el cortometraje de animación-ficción titulado “Tetas y culos”, en donde además de la dirección pude hacer la fotografía y la animación, actividades que extrañaba y que disfruté. Este corto es para una convocatoria sobre discriminación a la mujer y aborda el tema de “el cuerpo femenino como objeto de deseo sexual”, partiendo de la indignación, coraje y rabia que provoca que el hombre catalogue a la mujer por si tiene “buenas tetas” o “buen culo”, de que simplemente se vea a la mujer como un pedazo de carne para su placer y satisfacción. En el corto se hace visible cómo esos deseos carnales llevan al abuso sexual, a la violencia, a la violación y al feminicidio. 

Finalmente, nuestro colectivo recién fundado Niña – Mujer Origen, realizó la entrega de despensas por la emergencia de covid-19 y recopiló algunos sentires sobre la pandemia con las niñas y jóvenes de la comunidad de San Francisco del Mar Pueblo Viejo, Oaxaca. En lo personal estoy muy contenta y emocionada con la creación del colectivo y los planes que hay para seguir trabajando en pro de los derechos de las niñas, las mujeres y las jóvenes, por mejorar juntas nuestra calidad de vida, por salir adelante y continuar soñando.

Ruda

RUDA surgió en 2017 entre reuniones e ideas del consejo editorial de Prensa Comunitaria bajo la necesidad urgente y latente de tener un espacio digital en dónde evidenciar, publicar y visibilizar las luchas de las mujeres.

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