¿Cómo se perpetúa el colonialismo? Entrevista con María Jacinta Xón

Fotografía: Ketzali Awalb'iitz Pérez Pérez

María Jacinta Xón Riquiac es antropóloga maya K’iche’. Dirige un proyecto de investigación sobre comida indígena, prehispánica y preindustrial.

Una de sus actividades favoritas es realizar peritajes antropológicos porque considera que son la “única manera de que la academia, los pueblos indígenas y los campesinos tengan un mecanismo de comunicación y, de esta manera, se pueda hacer un frente, usando la academia, para intentar una especie de traducción de mundos”, expresa.

Uno de los recuerdos más claros que posee de su infancia es el momento en que le dijeron que los mayas eran “politeístas” en la escuela. Años más tarde, decidiría estudiar antropología con el propósito de responder a esta premisa. Estudió, también, una maestría en Historia de las Ciencias, la cual inspiró su último libro Entre la exotización y el mayámetro: dinámicas contemporáneas del colonialismo.

En esta entrevista, María Jacinta reflexiona sobre la perpetuación del colonialismo en la sociedad guatemalteca y sus efectos en las vidas de las personas y pueblos indígenas a través de la publicación de su último libro. Invita a cuestionar este régimen y la manera en la que cada individuo lo reproduce y legitima.

¿Cómo surge el libro? ¿Cuál fue ese primer momento que inspiró su surgimiento?

Mi vida se conjuga en puros accidentes, circunstancias, situaciones y casualidades. En una de ellas, terminé estudiando el diversificado en un colegio católico súper elitista de Quetzaltenango. Allí me di cuenta de que había un problema muy complejo entre indígenas ricos y pobres; también contra indígenas fuera del departamento y con los ladinos, ni se diga. El racismo allí era muy complejo y demasiado sutil. Esta cuestión me movió mucho. Por esto, los 17 años que me llevó literalmente escribir el libro se sienten como si hubiera sido más tiempo.

En la universidad fui testiga de cómo comenzó a construirse quiénes eran los mayas, cómo eran las mujeres mayas y cómo debían ser. Esta complejidad, para mí, era interesante. Pero, ¿cómo organizar todo esto? Entonces me empecé a dar cuenta de situaciones donde la gente decía que ciertas personas “se veían más mayas”.

Estamos atravesados por procesos civilizatorios impuestos desde el Estado. Marcan, por ejemplo, la idea de que los mayas son politeístas. Esto es impregnado, también, por una fe ciega en el positivismo. (…) Entonces, el análisis del libro también se vincula a la construcción del otro (la otredad) a partir de la academia atravesada por esta idea positivista desde ese otro.

¿Está la construcción de la otredad vinculada a la exotización?

Totalmente. Esta idea surge de una autoridad o de una aspiración, la cual define quiénes son los pueblos indígenas desde la utilidad que podrían llegar a tener. Fue esta autoridad quien los definió como bonitos, exóticos, coloridos, místicos y espirituales. Pero dentro de esa autoridad que exotiza existe también un poder que lo justifica y que, a través de estas ideas, busca continuar con la explotación y la subordinación.

Entonces, esto nos lleva a decir, frente a una persona indígena, que “él no puede porque es místico”, o “sí, aceptémoslo porque pobrecito, vive en otro mundo místico”.

Creo que hay un poder ahí y que proviene de la imposición del positivismo como único mecanismo de objetividad. Creo también que hay un problema en los pueblos, porque, a muchos, el volvernos exóticos o místicos nos da cierto poder en los espacios. Por ejemplo, ¿cuánta gente va poniéndose como en un performance para mostrarle a los otros lo exótico que es?

El punto primordial que yo cuestiono es que hay otras ciencias y otros saberes y que no necesariamente tenemos que confrontarnos o volvernos exóticos. Estos otros saberes y formas de existir no son místicos, pero tampoco deben ser validados por el método científico. El mundo indígena tiene procedimientos. El libro es una invitación a cuestionar y complejizar cómo nos relacionamos, pero también cómo construimos y dinamizamos nuestro conocimiento.

¿Cómo funciona la autoexotización? ¿Cómo impacta la vida de las mujeres indígenas?

Quizás el término autoexotización sea muy cruel o no sea el correcto. Pero, para mí, es justo esta acción de “mírenme, yo soy esto y lo uso para obtener ciertos beneficios”. Es esa situación en la que colocamos a los pueblos como absolutamente místicos, en los que todos vivimos en paz y en armonía. Es como “echarle más leña al fuego” a todos esos estereotipos y plasmárselos para beneficiarse de ello.

El problema, para mí, no es lo que ganas o si sobrevives de ello. Más bien es cómo, a través de estas situaciones, se reafirman estos estereotipos y no solo para ese grupo al que te diriges, sino para el resto del mundo también. Pero existe también la desexotización, que sucede cuando las personas cuestionan lo que se dice sobre ellos y la exotización como tal.

La exotización implica la construcción de cómo debe ser una mujer maya. Sin embargo, hay quienes no entran en estas lógicas, como lo son las chicas con tatuajes o con rastas. Hay grupos que dicen que “ellas no son buenas mayas”, porque se cree que una debe ser auténtica y sumisa. Para mí, una reina indígena es una mujer autoexotizada porque nunca es como es ella en su cotidianidad.

¿Tiene la racialización un impacto en la vida de las mujeres?

La racialización es ese término que define los efectos del racismo en toda su amplitud y en todos sus hilados, tejidos, confusiones y caos. Es toda situación aspiracional en función de cómo medimos nuestro blanqueamiento. Por ejemplo, cómo hablamos, si usamos ropa de marca, etcétera.

Este elemento está también vinculado con el poder patriarcal. Es en las mujeres donde el blanqueamiento es más evidente según los parámetros de la modernización. La idea de cómo debe ser una mujer digna y correcta se define según el patriarcado y se forma tomando en cuenta lo que la sociedad considera como bueno, digno o correcto. Esto definitivamente impacta en la vida de las mujeres.

Para finalizar, ¿considera que el colonialismo está presente en la sociedad?

El colonialismo se encuentra en todas partes y está muy ligado al proceso civilizatorio. Se relaciona con violencias, con poder, con extractivismo y con muchas otras cosas que no han dejado de hacerse. Por ejemplo, en la época de la colonia, las violaciones sexuales eran recurrentes y ahora sigue siendo así. En muchas de ellas se ejerce poder sobre las mujeres desde la idea de blanquitudes superiores.

No hay un colonialismo terminado, hay un colonialismo dinamizado. Si no se rompen esas raíces o no se desestructuran esos puntos que lo sostienen histórica o económicamente, es imposible creer que exista algo que sea después del colonialismo.

Kristhal Figueroa

Periodista y socióloga en formación. Interesada en narrar la situación de las mujeres, movimientos sociales y juventudes. Feminista de la periferia de la Ciudad de Guatemala. Becaria de la International Women’s Media Foundation e integrante de la octava generación de la #RedLATAM de Distintas Latitudes.

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