Las ideologías autoritarias y antiderechos que atentan contra la libertad
Escrito por Ana Alfaro
Por Ana Alfaro
“Estamos viviendo una restauración del patriarcado y el racismo”, dijo le escritore Judith Butler al diario El País, pensadora que tiene vetado el ingreso a Israel por criticar el genocidio de Gaza y autore de la obra “El género en disputa”. Esta afirmación de Butler da pie a hablar de ideologías que han vuelto por medio de la “democracia”, principalmente con actores como el presidente estadounidense Donald Trump y Javier Milei, presidente de Argentina, que gritan en sus discursos palabras como Dios, patria y familia como escudos ante todas sus acciones contra inmigrantes, diversidad sexual, infancias y mujeres.
El fascismo es una ideología y movimiento político que surgió en el siglo pasado, en Italia. Nació el 23 de marzo de 1919 cuando Benito Mussolini, primer ministro de Italia, fundó el grupo Fasci di combattimento, de acuerdo con información de la BBC. Se sabe que Mussolini usaba la exaltación nacionalista y su rechazo a la izquierda; un personaje que hoy estaría en desacuerdo con la existencia de la libertad de expresión, migración y libertad de pensamiento.
“La región atraviesa una coyuntura compleja. Mientras algunos países, como Brasil y México muestran avances, otros experimentan retrocesos. En Argentina, por ejemplo, Milei niega la brecha de género y las identidades diversas, ha desmantelado todas las políticas de igualdad que habíamos conquistado y amenaza con revertir los marcos legales que hicieron de Argentina, durante años, un país referente en la expansión de derechos”, comentó a Ruda Victoria Tesoriero, socióloga, magíster en Ciencia Política y cofundadora de Proyecto Generar, un centro de estudios para el desarrollo de una sociedad con igualdad.
De acuerdo con la socióloga guatemalteca especializada en negociación y transformación de conflictos, Claudia Villagrán, hay puntos importantes para diferenciar el fascismo, neo fascismo y nazismo.
Fascismo:
Rechaza la democracia liberal (el poder del pueblo limitado por leyes, derechos e instituciones).
Se exalta la patria o la "raza" y se concentra el poder en un líder carismático que se asume "representa la voluntad nacional".
El Estado totalitario al que aspira el fascismo busca controlar la vida política, económica, cultural y privada (por eso, por ejemplo, se limita la libertad de prensa, se censuran libros o se interviene en lo que los museos o los textos escolares pueden o no mostrar).
El instrumento preferido del fascismo es el militarismo y el uso de la violencia, porque ambos permiten "limpiar" o "purificar" a la nación de quienes se consideran enemigos de esta.
Neofascismo:
El neofascismo es una ideología propia de las ultraderechas modernas.
Es una reformulación ideológica y política que toma prestados los símbolos, discursos y las emociones del fascismo pero que se forja en contextos democráticos.
Utiliza las herramientas de la democracia tales como los partidos políticos y las elecciones pero promueve el uso de la violencia discursiva que amplifica en las redes, promueve el liderazgo personalista e invita a recuperar los valores tradicionales, el orden, la seguridad mientras se opone a la diversidad, el feminismo, los derechos LGBTIQ+, el globalismo y la inmigración.
Nazismo:
Es necesario decir que lo que diferencia al fascismo del nazismo es que, este segundo es racista y promueve el exterminio. Es atractivo en la actualidad por varias razones:
Ofrece respuestas simples y emocionales contribuyendo a reafirmar los valores conservadores de la familia, la imagen del hombre fuerte y el Estado protector en un escenario en el que los modelos tradicionales de masculinidad han sido cuestionados y se ven amenazados por el feminismo.
Mientras tanto, presidentes de países como Brasil y México han mencionado la palabra fascismo ante hechos violentos. “Los únicos que han quemado libros en la historia son los fascistas”, dijo Claudia Sheinbaum, presidenta de México, cuando un grupo de jóvenes destrozó la fachada de cristales del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) y saqueó la librería Julio Torri en una manifestación contra la gentrificación el pasado el 21 de julio. En Brasil, lo mencionó el presidente brasileño, Lula Da Silva, el pasado 8 de enero cuando recordó el momento en el que el expresidente, Jair Bolsonaro, quería dar un golpe de Estado y argumentó que la democracia venció la amenaza fascista.
En la era de las redes sociales, la ultraderecha construye campañas que apelan al miedo, la inseguridad y al odio lo que simplifica el debate y justifica acciones de "mano dura" frente a las amenazas, afirmó Villagrán. Y además, resaltó que “la ultraderecha moderna actúa dentro de las democracias (el fascismo se basaba en el partido único) pero adopta el estilo autoritario y populista del fascismo”.
¿Por qué hay tanto interés en estas ideologías?
La experta argumentó que se ofrecen respuestas simples y emocionales contribuyendo a reafirmar los valores conservadores de la familia, la imagen del hombre fuerte y el Estado protector.
“La libertad de expresión permite la crítica al líder y erosiona la obediencia. Además, abre la puerta a la diversidad de opiniones lo cual es interpretado como desorden cuando lo que se intenta construir es consenso, unidad absoluta. Para el fascismo la emoción y el miedo son fundamentales”, detalló.
Actualmente, dos presidentes que se mueven en las expresiones neo fascistas son Trump y Milei. De acuerdo a Villagrán, los dos son expresiones de las derechas autoritarias, populistas y con rasgos del neofascismo. “Ambos se presentan como ‘salvadores’, actúan dentro del marco electoral, no buscan eliminar la democracia electoral, pero cuestionan o deslegitiman la institucionalidad; utilizan los discursos de la soberanía nacional para exaltar valores patrióticos; promueven o toleran el uso del lenguaje violento, sexista, xenófobo, homofóbico; y recurren a los medios de comunicación para difundir mensajes emocionales, fake news, mensajes polarizantes y el culto a la personalidad”.
Hace un siglo inició el fascismo, pero sus seguidores aún admiran a Mussolini, ahora a Trump y Milei. Ante una gran lucha que han hecho mujeres, defensores y defensoras de derechos humanos, hoy todo parece estar en disputa ante gobernantes que no miden sus acciones y se creen salvadores del propio caos que generan.
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Ana Alfaro
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