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La historia olvidada de Manuelita Sáenz

Siempre que se menciona a Manuela Sáenz se habla de ella como la amante de Bolívar. La insistencia de definir a mujeres por su vínculo con un hombre es algo común y es una injusticia para todas aquellas mujeres que dejaron una marca en la historia, y solo son recordadas por quienes amaron. Manuelita no fue solo un interés romántico: fue protagonista política y militar de la independencia de América del Sur.

Por María de la Paz Castañón 

Nacida en Quito a fines del siglo XVIII, hija de un funcionario español y de una mujer criolla, Manuela creció marcada por el estigma de ser una hija nacida “fuera del matrimonio”. La enviaron a un convento siendo niña y a los diecisiete años escapó del lugar con un oficial: el primer gesto de una vida atravesada por la desobediencia. 

La casaron con James Thorne, un inglés, y la mandaron a vivir a Lima para que pudiese escapar del estigma. En Lima, Manuela ya conspiraba, tejía alianzas y arriesgaba su vida por la causa patriota. Fue condecorada con la Orden del Sol, la máxima distinción de la nueva república peruana, por convencer a su medio hermano y a otros oficiales realistas de pasarse al bando independentista. Estaba en el corazón de las redes que desmantelaban el poder colonial desde dentro.

En un contexto en el que el papel de las mujeres en la guerra se reducía oficialmente a coser banderas, cocinar o atender enfermos, Manuelita rompió el molde. Fue espía, estratega, un enlace político, jefa de logística, emisaria y anfitriona de tertulias donde se decidían rutas de campaña y se forjaban alianzas. Era una mujer brillante, esto se ve reflejado en todas sus cartas y en los testimonios de todos aquellos que la presenciaron discutiendo constituciones y proponiendo ideas invaluables para la nueva república. 

También en Bogotá su papel fue crucial. A través de las criadas que trabajaban para ella, de las conversaciones en el mercado y de sus visitas a los salones aristocráticos, midió el descontento de soldados, mujeres, comerciantes, aristócratas e intelectuales. Entendió que se gestaba una conspiración contra Simón Bolívar y actuó: primero lo salvó involuntariamente en un baile de máscaras; después, de forma deliberada, la noche del 25 de septiembre de 1828, cuando lo ayudó a escapar por la ventana mientras los conspiradores irrumpieron en su habitación. Esa noche alteró el curso de una república en crisis.

Todo eso tuvo un costo. Se usó su ilegitimidad de origen para justificar su exclusión. Cuando se atrevió a responder con pluma propia, la castigaron con cárcel virtual, difamación y, finalmente, destierro. Mientras muchos militares que traicionaron la causa o se acomodaron al poder fueron premiados, a ella la expulsaron de Colombia, hasta que debido a la crueldad y brutalidad de Ecuador fue condenada al exilio, en Perú. 

Tras la muerte de Bolívar, Manuela perdió no solo al compañero, sino también el escudo político que la protegía mínimamente. El final de su historia es brutalmente simbólico. Murió en 1856, víctima de una epidemia, y sus restos fueron arrojados a una fosa común. Sus papeles, cartas y documentos se quemaron debido a su causa de muerte.  Ahí no solo se destruyó el archivo de una vida: es la memoria escrita de una mujer que estuvo en primera línea de la independencia. 

Lo que hoy conocemos de Manuelita es una historia sesgada, su nombre solo es conocido como una leyenda, aquella del amante del libertador y se borraron de nuestra memoria sus méritos militares, su capacidad estratégica y su lucidez política. Por eso hoy es urgente nombrarla de otra manera y a todas aquellas mujeres que han tenido papeles críticos para la construcción de nuestra realidad actual. Esto no lo digo porque crea que Manuelita deba ser idealizada, sino porque creo que merece ser recordada, porque fue una mujer que usó sus márgenes de acción para empujar la historia hacia otro lado.  

Reconocer su trabajo y el de otras mujeres es reconocer que la historia moderna de nuestro continente se construyó sobre la espalda de mujeres a las que se les negó el derecho a figurar como sujetas de su propia historia. 

Referencias: 

Banco de la República. (s. f.). Manuela Sáenz. Enciclopedia Banrepcultural. https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php?title=Manuela_Sáenz 

Lema Tucker, L. (2018). Manuela Sáenz, la heroína olvidada. Arteidea Editores.

Triviño Anzola, C. (s. f.). Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador. Centro Virtual Cervantes. https://cvc.cervantes.es/literatura/mujer_independencias/trivino01.htm 

Villantoy Gómez, A. (2024, 6 de agosto). Manuela Sáenz, una heroína de la Batalla de Junín poco reconocida en la historia de la independencia de América. Infobae. https://www.infobae.com/peru/2024/08/06/manuela-saenz-una-heroina-poco-reconocida-en-la-historia-de-la-independencia-de-america/