10 años de resistencia en La Puya
El ruido de las máquinas, los temblores que sacudían puertas, ventanas y espejos de casas, ha parado en los territorios de San Pedro Ayampuc y San José del Golfo, donde surgió la resistencia pacífica conocida como “La Puya”. Esto desde que el 24 de junio de 2020 la Corte de Constitucionalidad (CC) realizó la sentencia definitiva de la suspensión del proyecto minero Progreso VII Derivada de Exploraciones Mineras de Guatemala, S. A. (Exmingua) subsidiaria de la empresa minera norteamericana Kappes Cassiday y Asociados. Desde el 2 de marzo de 2012, las mujeres protagonizaron el cierre del paso a las maquinarias de las mineras, una resistencia que hoy cumple 10 años.
El primer paso de la resistencia
Ana Rubenia Montenegro iba en un bus cuando vio a su prima y otras mujeres evitar el paso de maquinaria de la minera que entre la comunidad se había estado hablando que llegaría a San Pedro Ayampuc. No dudó en bajar del bus y apoyarles. “Fue bastante impactante, en el sentido que prácticamente estaban enfrentando solas a esa gran máquina. Las personas se pusieron bien imponentes y nos amenazaron, pero a la vez seguimos con ganas de defender y no permitir que entraran como si nada y nos quedáramos sin hacer nada. No dudé en ningún momento en querer defender el territorio y así seguimos”, cuenta Rubenia.
Ese primer paso marcó un quiebre en lo que se vendría por diez años de lucha y resistencia que sacudió el interés de la población de al menos cinco aldeas entre las que destacan: San Antonio El Angel, El Carrizal, Los Achiotes y también personas del municipio de San José del Golfo.
Tres mujeres y dos hombres no dudaron en esa primera ocasión en defender su comunidad, su territorio y sobre todo la fauna silvestre del lugar que rodea estos municipios.
Aunque “La Puya” es solo una parte donde personas acamparon y manifestaron pacíficamente para proteger el territorio de San Pedro Ayampuc y San José del Golfo, era el punto de paso de la mina que buscaba extracción y comercialización de oro y plata por medio de una licencia otorgada el 23 de noviembre de 2011 para una extensión de 20 kilómetros cuadrados.
Las mujeres en la resistencia
Desde que se dio ese momento histórico el 2 de marzo de 2012 cuando se evitó la entrada a la maquinaría de la mina, las mujeres han sido un rostro importante de esta lucha. Ellas, amas de casa que con su resistencia pacífica, paciencia, voz y rezo determinaron un camino clave. Así lo asegura Rubenia, “nosotras somos más calmadas, los hombres son un poco más enojados. Nosotras tratamos de ser siempre ese ejemplo de que hay que manifestar con calma y tener paciencia, perseverar porque la verdad que no ha sido fácil”.
También las mujeres jóvenes se sumaron a esta resistencia. Cuenta Rubenia que su energía motivó a otras y se dieron cuenta que parte de su futuro estaba en juego. “Me alegra bastante la participación de los jóvenes. Es el mejor tiempo que uno puede invertir y más en una resistencia defendiendo el territorio, que de eso depende buena parte del buen ambiente en el que uno piensa vivir”.
Conforme pasó el tiempo más mujeres se fueron sumando a la lucha y se cree que han participado casi un 30 % de ellas para lograr este cambio para la comunidad.
La lucha por el bienestar
El hecho que la población se levantara ha permitido que la contaminación, que provocaron en tan solo dos años de operación minera, no avanzara más. El ruido de la maquinaria, el sonido al dinamitar túneles y las fuentes de agua sucias. Es un cambio que se puede sentir y ver.
Es todo un regreso a la tranquilidad que se vive en las comunidades. “Fueron dos años de trabajo intenso y se vio la gran diferencia. Ver que nuestro territorio está bastante bien, nos da tranquilidad”, resalta Rubenia.
Un hecho que ella no olvida es cuando de repente un fuerte movimiento sacudía espejos, puertas de su casa, rápido encendía la radio para saber si era un sismo. Pero no era nada de eso. Era la mina y los trabajos que hacían. “Era un movimiento raro diferente a los temblores. Ya nunca escuchamos eso, porque era el trabajo que ellos estaban haciendo”.
Los avances de La Puya
Desde el 2016 hay un punto y aparte en esta resistencia, así lo explica la abogada Ana Sandoval. “El proceso de amparo por la falta de consulta suspendió la licencia de explotación del proyecto minero progreso VII derivada. La empresa minera tuvo que detener sus operaciones desde 2016 y a finales del 2021 la sentencia por falta de consulta quedó firme, lo que viene ahora es la fase para la preconsulta, aún no se ha iniciado en esa fase”, resalta.
Ante estos avances la empresa minera no se ha quedado sin hacer algo al respecto, y según la abogada, en el 2018 presentó una demanda de arbitraje contra el Estado de Guatemala por más de 400 millones de dólares ante el convenio CIADI reclamando que el Estado guatemalteco “no le brindó suficiente protección y que ha tenido un trato diferencial en relación con otros proyectos o empresas extractivas”. Asimismo, la empresa también tiene un proceso abierto por explotación ilegal.
Rubenia sabe el gran avance que ha sido la suspensión de los trabajos de la mina. “Gracias a los amparos, a la resistencia que se ha mantenido y el apoyo de tantas organizaciones. Dios nos ha protegido y él ha puesto los medios para que avancemos de esa manera”.
Después de que “La puya”, “el pedacito donde resistimos” como dice Rubenia ganara, la vida continúa: las comunidades, se siguen dedicando a la agricultura, a cuidar sus animales de patio y cuidar su territorio. Porque “Resistir fue nuestra mejor arma”, afirma Rubenia.
Con la llegada de la mina también se perdieron varios árboles y la vida silvestre, incluso vieron venados huir por esas áreas. “En las montañas había mucha fauna pero ya no es igual, no sé si afectó ese tiempo que la mina estuvo trabajando. Antes, cuando comenzaron a botar árboles, hasta venados vimos”.