“Quiero que más mujeres sientan esta compañía, esta fuerza para poder contar”, Lluvia* una sobreviviente de violencia contra la mujer
Lluvia*, es una joven que se ha atrevido a hablar sobre la violencia que atravesó por parte del músico guatemalteco Yecto, un varón que tiene denuncias de violencia contra la mujer en el Ministerio Público.
Lluvia y él se volvieron amigos y después empezaron a salir. “Fue la primera vez que yo nunca le conté a nadie de mis amistades ni de mi familia que yo empezaba a salir con una persona. Yo estoy muy segura de que fue porque en esa relación me pusieron muchas restricciones”.
La forma de Yecto para negar la relación se basaba en impedir que Lluvia contara de forma pública que eran pareja. “Yo voy a empezar a sacar música, entonces tú no te puedes dar el chance de decir que yo estoy saliendo contigo”, le decía. Además, no podía hablar con personas con las que él se relacionaba, porque la acusaba de salir con esos hombres. “Comenzó a decirme a quienes podía hablarle, incluso cuando todavía se podía ver en Instagram a qué persona le daba me gusta en una foto, ese era un gran problema, porque si le daba me gusta a la foto de un hombre, era porque seguro había tenido relaciones con él”.
En ese momento, Lluvia tomó el camino de aislarse de amigas, amigos e incluso de su familia. Eso hizo que la violencia fuera escalando a situaciones que la hicieron cuestionarse estar en esa relación. Lo siguiente fue que su celular ya no era de ella, sino pasaba a revisión de Yecto: cada mensaje en las redes sociales, incluso en WhatsApp. “Revisaba todos mis mensajes de Instagram, de WhatsApp para ver si alguien me había escrito o yo tenía una conversación. Me comenzó a dar mucho miedo incluso tener amigos”.
La violencia subió de tono cada vez. La siguiente ocasión que la puso en alerta de que las cosas no estaban yendo bien, fue cuando Lluvia lo cuestionó porque ella no podía ver su teléfono como él hacía con el de ella, aunque a ella no le interesa hacer tal cosa. “Eso fue un gran problema. Me recuerdo que yo me asusté”. En esa ocasión, estaban comiendo y Lluvia tomó la decisión de pararse del asiento y retirarse del lugar. “Él me dijo que yo no me podía parar así, que él me iba decir en qué momento yo me podía parar y en qué momento yo me sentaba. Me asusté mucho y comencé a caminar, en eso él me empujó, me jaló de la mochila”. Eso impidió que pudiera seguir, le salvó pedir un auto por una aplicación.
Al pasar por ese momento, lo único que quería Lluvia era llegar a un lugar seguro, fue lo que hizo. Llegó al café de una amiga y de repente él estaba ahí. Ella se pregunta aún cómo él llegó tan rápido a ese lugar, cómo supo dónde estaba. “Yo estaba muy alterada y en eso él llegó a ese lugar, entonces yo me asusté porque yo nunca le dije que iba a llegar ahí y no entendía cómo él llegó al mismo lugar. Me dio miedo porque dije, no sé si él puso algo en mi teléfono. Me asusté mucho ese día. Recuerdo que solo le dije que me quería ir, él me pidió perdón, me dijo que eso no volvería a pasar y pues ya en ese momento me di cuenta de que ya no sabía qué hacer, porque ya era demasiado el poder. A mí nunca me había sucedido algo así, entonces no sabía cómo reaccionar”.
Los empujones y jalones no pararon a pesar de la disculpa que le hizo. Y seguían los recordatorios a quién podía hablarle y a quién no. Otra forma de agredirla era decir que su familia [la de Yecto] tenía mucho poder y contactos.
Un día estaban a solas en casa de Lluvia, y las cosas pasaron de palabras a algo más físico. Ella acababa de hacer café. Cerca del lugar había un espejo puesto en la puerta, que sacaría a relucir la violencia de Yecto contra las mujeres. “Él agarró un suéter, ese suéter tenía un zipper y me pegó con el zipper. Yo me asusté y me dolió mucho porque sí era con la fuerza del zipper. Me volteé y le dije ¿qué está pasando? Él me dijo algo así como que yo nunca debí haberlo tocado a él, y eso había sido lo peor que había hecho. Entonces agarró la taza de café y la estrelló contra el espejo, todo el café recién hervido estuvo regado, también los chayes, todo salió por todos lados y yo solo intenté cubrirme para que no me cayeran los chayes, el café me cayó encima y estaba caliente. Me recuerdo que él me dijo, que yo agradeciera que no fue mi cara y no fui yo, porque si él no se hubiera contenido con todo el enojo que tenía, yo hubiera quedado como quedó el espejo”.
Lluvia le dijo que gritaría, pero eso no le causó ningún problema a Yecto: “podés gritar y nadie te va escuchar, nadie te va venir a ayudar, porque no lo van hacer”. Con todo lo que había pasado, él seguía en la casa de Lluvia, no se iba a pesar de que ella se lo pidiera.
Otro día, Yecto le arrebató su celular y se encerró en un baño público para revisar los mensajes. “Le escribió a mi mamá, mi papá, le escribió a mis amigos, respondió todos mis mensajes que tenía en Instagram que ni había abierto y respondió otros chats que tenía en WhastApp con amistades. En realidad fue muy raro, porque yo después ya no pude ver los mensajes que mandó porque hizo eso de eliminar para mí”. Aunque Lluvia le solicitó le devolviera su teléfono, este no le hacía caso hasta que llamó a un policía del lugar y con la presencia de un amigo y su novia que aparecieron por el lugar, Yecto entregó el aparato. “Él solo se rió y les dijo a ellos que lo único que yo quería era arruinar su nombre de artista, que yo solo quería dañar su arte”.
Lluvia pidió un taxi a través de una aplicación de celular. En lo que llegaba, el amigo junto con su novia la acompañaron hasta que llegara el auto que la llevaría de vuelta a casa. Ese día, Lluvia tomó la decisión de bloquear a Yecto de todas su redes y contactos. Pero al día siguiente le entró un mensaje donde la amenazaban diciendo que tuviera cuidado en la calle, porque si no, la iban a lastimar. Además le llegaban correos y la llamaban de números desconocidos.
“Tenía mucho miedo. Unos días después de eso salí con una amiga y estaba caminando en el Centro. En eso me llegó un mensaje diciendo que sabían con quién estaba, qué sabían de qué forma estaba vestida y en dónde estaba caminando. Ese día yo ya no pude.”
Más casos de violencia
Aproximadamente un año después, una chica se comunicó con ella y le contó que había sido pareja de Yecto y que había vivido violencia con él. A Lluvia le hubiera gustado anticipar a otras chicas sobre la clase de persona que era Yecto. “Ella me habló un día que ya no podía, que ya era mucho el acoso y fue cuando puso la denuncia”.
Ponerse en el papel de víctima no era cosa difícil para Yecto, a pesar de que ya tiene denuncias de violencia contra la mujer en el Ministerio Público. “Cuando él lanzó su EP , me mandó un correo muy largo, primero agradeciéndome que yo estuve en su vida, después me dijo que había tenido una sobredosis de drogas cuando él estuvo conmigo y que él no se recuerda de nada de lo que me que hizo”.
Los amigos de Yecto también le ayudaban con ese papel, porque como cuenta Lluvia, también le apoyaban para hacerle daño. “A mí me dolía mucho ver a esas personas que me escribieron esos correos y que después me podían ver y estar tan tranquilos, ¿cómo alguien se presta a hacer esas cosas? ¿Cómo sus amigos se prestaban a darle sus correos para hacerme daño? ¿Cómo sus amigos se daban tiempo de investigar cosas mías y de mi familia? No solo era él, sino un grupo de personas, otros amigos suyos del ámbito musical, que también eran violentos con sus parejas. Entonces me di cuenta que era un patrón”.
Una cosa que ayudó a Lluvia y le hizo sentir más segura y acompañada fue cuando se involucró con grupos de mujeres. Aunque sabe que todavía falta camino por recorrer y seguir viendo que en espacios artísticos le dan lugar a abusadores. “Se sienten con tanta tranquilidad, llegan a esos espacios porque nadie les dice nada. Si le das espacio a un abusador ¿cómo los demás abusadores no van estar tranquilos?”.
En el reciente “Festival Montecasino” ha sido la segunda vez que Yecto declina su participación por las acusaciones que varias chicas han hecho y las denuncias que tiene, aunque lo niegue en comunicados. El hecho de que las mujeres empiezan a alzar la voz motiva a Lluvia a creer en ella y lo que es capaz de hacer para romper con el silencio. Después de esa noticia, se reunió con su familia y les dijo que estaba lista para contarlo. “Me sentí muy acuerpada, eso estaba esperando para poder contar, sentirme acompañada. Al ver toda la movilización, estuve segura que podía contarlo, que no me iba sentir sola y ya me siento más fuerte para poder decir”.
Asegura, con una voz fuerte y una mirada llena de fortaleza, “ya no me siento sola, porque yo también quisiera que como yo lo estoy sintiendo, más mujeres sientan esta compañía, esta fuerza para poder contar, para poder enfrentarse a estas cosas”. Lluvia ya no está sola, un grupo de mujeres la acompañan para que el silencio que cubre a los abusadores no esté más de su lado.
Lluvia* es un nombre ficticio