¿Por qué te sentís gordx y cómo dejar de sentirlo?
Texto de Lucía Rosales y Mafi Pierri
“Te ves muy gorda”
“No te ves bien así como estás ahorita”
“Por gordx no te van a querer”
“Con esa blusa se te marca más la panza”
“Nunca vas a conseguir pareja si no bajas de peso”
“Tenes que dejar de comer si queres tener buena salud”
“Gordx” no es un sentimiento. “Me siento gordx” es una expresión que utilizamos cuando nos invaden emociones que no sabemos nombrar: disconformidad, decepción, incomodidad, frustración, desconfianza e inseguridad.
Experimentar dismorfia corporal o atravesar un trastorno de la conducta alimentaria (atracones, bulimia, anorexia, ortorexia, etc.), no justifica la gordofobia.
¿Qué pasaría si me atreviera a curiosear en las emociones que se esconden debajo de “sentirme gordx”? ¿Cuáles emociones aparecerían? ¿Cuáles lograría nombrar?
Dejar de utilizar esa expresión me otorgará la capacidad de nombrar emociones tangibles que siento en ese momento en mi cuerpo, que quizá necesiten ser nombradas por reconocimiento o que, incluso, me haga entender qué acciones puedo tomar en torno a la emoción. Puede que esas emociones que descubra sean resultantes de temas en mi vida que no tienen que ver con la percepción de mi cuerpo, y la relación que tengo con él (promesa que en otra columna te vamos a hablar de ese tema).
Puntos extra: las personas que pudieron haberme escuchado decir “me siento gordx”, tendrán la oportunidad ahora de escucharme nombrar mis emociones, independientemente del tamaño o forma del cuerpo que habito.
Pero entonces, ¿por qué me sigo sintiendo gordx?
Existe esto que se llama dismorfia corporal y se define como la distorsión que tengo en mi percepción corporal: la idea de cómo me veo, cómo luzco y que puede ser más pequeño o más grande a la realidad.
Parte de lo que conforma la dismorfia corporal es la percepción corporal que construyo socialmente: no tengo consciencia de mi cuerpo hasta que alguien externo me la otorga.
En la mayoría de los casos puede venir desde la comparación, las ideas que escucho en la infancia, los lugares que habito y en los que me muevo, las personas de las que me rodeo y cómo estos espacios están directamente influenciados por la cultura de la dieta, y la galopante necesidad de cumplir con un estándar que normalmente es impuesto desde una perspectiva del norte global.
La cultura de dieta nos hace creer que sentirme impotente, solitarix, ansiosx o abrumadx son “imperfecciones” consecuentes de la gordura: si no soy una persona delgada o no estoy intentando conseguirlo, entonces es imposible disfrutar la vida tal cual la vivo hoy.
Aparece la necesidad que tanto me han vendido, a través de infinitos productos, de “arreglar” mi cuerpo con dietas, ejercicio y pérdida de peso. Existe evidencia científica de que el 95% de las personas que hacemos dietas restrictivas, recuperaremos el peso perdido o más en un plazo de 2 a 5 años a partir de que empezamos con alguna de estas. Las dietas, el ejercicio y la pérdida de peso, por lo tanto, no nos hacen sentir mejor a largo plazo y de manera sostenida.
Gordx no es una emoción, y la pérdida de peso no es una herramienta efectiva para regular nuestras emociones.
Y tú, ¿qué piensas?