Pamela Flores, habla de su sanar como justicia.

Fotografía: Pamela Flores

Por: Pamela Flores

Hoy me permitiré hablar de lo que no he hablado.

Antes de escribir este post, mi cabeza da vueltas y ve todo un panorama de lo que era hace un año y lo que soy hoy.

Enpezaré por abrir mi corazón desde el agradecimiento.

Hace un año publiqué una serie de dolores sistemáticos, solté el peso que me agobiaba tras 10 años de silencio.

Rompí el silencio.

NUNCA pensé que esta publicación fuera a tener tanta atención ni eco, pensé que ésta tendría unas 20 reacciones de un par amigas comentándome, “pobrecita.. denuncia!” y ya.

No imaginé tener el apoyo de tantas personas y mensajes en mis redes expresándome solo cosas positivas. Me conmoví muchísimo y lloraba en cada mensaje. Duré días así.

Gracias al Universo, tuve terapia, tuve un alma hermosa que cuidó de mi y me llevó a hacer unos actos psicomágicos. 

Ese día escribí ahogándome en lágrimas, mi preocupación no fue la redacción, ni los signos ortográficos. Dejé que mi memoria me diera un paseo por el infierno más grande que he vivido para luego, renunciar. 

Renuncié a hacer música. Porque creí que iba a ser una bruja incendiada más. Y lo acepté si era necesario para que almenos algo en esta sociedad machista y misógina cambiara. Igual música no es lo único que la vida me ha enseñado a hacer. Moriré artísticamente, pero renaceré en una mujer sana. 

Ese fue mi pensamiento. Y me atuve a que mi agresor cumpliera con su amenaza de hacer que “nadie me creyera”. 

Tras esto, ese año yo había pensado ir a Burning Man, para hacer mi acto ritual, en donde llevaría un reloj verde igual al del dibujito, y lo quemaría con el hombre en llamas. 

Este reloj me lo dio la persona que me agredió, violó y torturó psicológicamente durante 5 años. Cuando me lo dio, al recibirlo yo le dije, “parece una bomba de tiempo”. 

Incluso este reloj aparecía en su foto de perfil de FB, no se por qué, pero la última vez que lo vi así estaba.

Guarde ese reloj el cual acumulaba una carga energética muy grande durante 7 años, queriendo hacer algo que me ayudara a encontrar un acto para sanar. No fui finalmente a Burning Man, porque sentí que no era para esto. 

Así que, ese día, hace un año, le pedí después a mi amigo que me llevara a dispararle al reloj.

Fuimos a un lugar para hacer disparos al aire arriba en la montaña. Era un arma prestada para el efecto. Yo no se disparar, pero, le pedí que me diera unas instrucciones. 

Sus instrucciones fueron básicas y cortas. 

Nos tapamos los oídos. 

Enseguida, todo un cúmulo energético contenido en silencio salió tras el retumbo de esa bala directo hacia el reloj en mi primer intento. 

Disparé. Tiré el arma y me eché a llorar, y ahí mismo hice una promesa, que nunca dispararía un arma en mi vida (primera y última y por un acto psicomágico). 

Maté el tiempo. Y me dí de vuelta esos años que perdí en la tristeza y angustia, dolor, vergüenza.

Fue emocionalmente fuerte. 

Luego fuimos al río. Uno cristalino que viene de la nieve que se derrite en la montaña.

Yo me sumergí y lavé mis penas. Lloraba y reía al mismo tiempo. Solté unas flores y una ofrenda. 

Me encerré a hacer yoga y meditación durante 3 días. Sin comer más que pan y agua, solo agua. Drenando a través de las lágrimas y re programándome. 

Desactivé todas las redes de mi celular y mi desición había sido de dejar este mundo insensible de las redes e irme y no regresar a Guatemala nunca. 

En esos días morí. 

No supe de nada hasta 4 días después, cuando abrí mi WhatsApp para hablar con mis padres y decirles cómo me encontraba. Me sorprendió ver muchos mensajes de personas que admiro, quienes no tenían mi número, expresándome su apoyo. 

No voy a olvidar nunca la canción que me cantó Sara Curruchich Cúmez por mensaje de voz. Una canción que es un retrato de mi. 

“Estoy tratando de reconstruir unos fragmentos que hace algún tiempo fueron arrebatados de mi..

Busco en las estrellas busco en el universo

(no recuerdo bien esta estrofa)

Devuelvo todo dolor, la tristeza la vergüenza la soledad.. no son mías.

Recibo todo el amor, la valentía la alegría, la LUZ. “ 

Trato de no caer en el llanto cuando la escucho, y es de los mensajes más hermosos que he recibido en la vida. Y no me cansaré de agradecerle a Sara por hacer existir esa canción. Porque me empoderó mucho y me llenó de esperanza. 

Muchas personas me animaron a continuar en redes, porque es una herramienta para ser utilizada para hacer consciencia. Y otras me animaron de muchas maneras a continuar (cuando me sintiera cómoda) haciendo música. 

Mi Messenger estaba repleto y, recuerdo que el primer mensaje que me apreció fue el de una chica llamada Luz.

Revisar cada app le dejé un margen de dos días. Y, en algunos mensajes no respondí porque simplemente no sabía qué responder, no porque fueran negativos hacia mi, si no hacia al agresor. 

Me tomé un tiempo, un respiro para volver. 

Para estar fuerte y para no vulberabilizarme. 

Tuve momentos de confusión pero siempre la energía cósmica estuvo ahí para guiarme y afirmarme el camino.

Cuando regresé a GT me sentía tan fuerte como desprotegida. 

Lo primero que surgió fue una audiencia donde la Jueza de turno dictó medidas de seguridad por 6 meses a mi favor, dando la orden al agresor de no acercarse a mi a más de 200 m. 

Mi expediente nunca se cerró y aunque hubo una solicitud de desestimación por parte del agresor, éste no se cerró y ha cumplido con los “debidos procesos” para sus avances. Éste se encuentra en la fase de investigación.

Uno de esos procesos fue el llamado “Anticipo de Prueba”. Para quienes no lo saben, es donde dí mi testimonio. Fue de nuevo darme un paseo por el infierno, pero esta vez, lo hice ante un juez. 

Desde ahí que, si algunos me han preguntado cómo va mi caso y detalles, les he respondido muy brevemente y sin detalles, es porque me siento revictimizada cuando he de hablar sobre esto. 

Me he puesto el compromiso de no hablar sobre esto a detalle si no es con mis abogad@s , juez o mi terapeuta, porque me exprime emocionalmente y recordar es como volver a vivirlo. Eso es re victimizante. 

Agradezco a los medios que han respetado esto. 

Hoy por hoy, puedo decir que me siento bastante recuperada emocionalmente y, a pesar que ha requerido de trabajo y ejercicio, me siento bastante liberada y con paz. 

Me han dicho que me veo hasta más joven, a pesar que hace 10 años me miraban hasta 15 años mas grande de lo que era por el desgaste emocional. 

Mi música espero siga siendo medicina / un medio para sanar. Y ha sido muy reivindicante compartir como música en estos tiempos de pandemia, es para lo que me presto como un medio / canal para que por medio del sonido vibremos con armonía. 

Una de las preguntas que tuve al atravesar por esto fue ¿me puedo permitir hacer música otra vez? ¿me puedo permitir disfrutar el hace música de nuevo? ¿puedo no sentirme víctima ante el público? … ¿me puedo permitir alegrarme a través del arte después de todo esto? …. y sobre todo entender el perdón para La Paz y tranquilidad de una misma primero. 

Gracias por este espacio y gracias por su atención. Gracias por compartirme sus vivencias también y saber que no estamos solas. Y sobre todo, Gracias por buscar ayuda cuando se han visto amenazadas. Gracias por cuidarnos y eliminarnos la Misoginia que nos han embarrado nuestros agresores entre nosotras mismas. Gracias por abrirnos los ojos. Gracias por ir a terapia. 

Gracias por esos abrazos genuinos y esa ternura cósmica que nos ha de sanar desde siempre. Las palabras de luz, gracias por ellas. 

Gracias por todo.

Pamela.

Ruda

RUDA surgió en 2017 entre reuniones e ideas del consejo editorial de Prensa Comunitaria bajo la necesidad urgente y latente de tener un espacio digital en dónde evidenciar, publicar y visibilizar las luchas de las mujeres.

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