Mujeres y trabajo en tiempos de pandemia
Por: Mirna Ramírez Pérez
¿Qué hacemos ante la impotencia que se siente al recibir la llamada de una mujer que con voz cargada de angustia, solicita consejo, necesita ser escuchada y al otro lado del auricular encontrar respuesta a sus necesidades?. Ha recibido el ultimátum de la dueña de la casa que alquila, o paga los tres meses de alquiler que adeuda o desocupa inmediatamente la vivienda. Es una mujer joven, ex trabajadora de maquila, madre de dos niñas menores y que para agenciarse de recursos económicos para su sustento diario y el de sus pequeñas, elabora tortillas y venta de productos por catálogo. Su escasa escolaridad y no ser contratada en las maquilas por figurar en las listas negras que los maquileros elaboran para no dar trabajo a quienes levantan su voz para reclamar sus derechos, no le ha dejado opción para un trabajo remunerado, es una de las miles de personas insertadas en la mal llamada economía informal y ahora con esta crisis sanitaria provocada por el virus covid-19, su venta de tortillas ha menguado considerablemente, de tortear un quintal de maíz diario, ha tenido que rebajar a veinte libras al día. Sus clientas, vecinas cercanas a su vivienda y obreros que acudían a su venta, ya no llegaron, las primeras por miedo al contagio, los segundos porque hay suspensión de labores, así lo decretó el mandatario de la nación.
El caso citado, es uno de los miles que se suscitan cotidianamente. La pandemia del coronavirus ha impactado la vida de la población, pero como siempre, los efectos mayoritarios recaen en las mujeres.
Las trabajadoras de las maquilas de confección y textiles, fueron suspendidas en las fábricas en cumplimiento de las medidas dictadas por el gobierno, para evitar una fuerte propagación del coronavirus. Lo lamentable es que no les pagaron su sueldo, ni sus vacaciones, ni sus prestaciones y tampoco el bono de protección al empleo decretado por el legislativo.
Pero no todas las maquilas suspendieron labores, las que pertenecen a los empresarios que ahora son parte del gabinete del gobierno siguieron operando, sin cumplir con las medidas sanitarias. En una maquila que fue objeto de atención en los medios informativos, casi un centenar de trabajadores dio positivo. Y así, otros casos en otras maquilas, otras industrias, otros negocios, que no son noticia porque se “daña la economía” del país y no se ofrecen datos reales de las personas contagiadas, el gobernante con base en mentiras y manipuleo de los casos, quiere mostrarle al mundo que ha implementado medidas para que el coronavirus no sea tan virulento. Cientos de trabajadoras y trabajadores de las maquilas están esperanzados en que sus empleadores les hayan incluido en los listados para optar al pago del bono por desempleo. Algunas de las trabajadoras han informado que siguen esperando que les acrediten el pago, diariamente van al cajero, necesitan alimentos, pagar el alquiler de su vivienda y de los servicios básicos de agua y electricidad. La situación es agobiante.
Las trabajadoras domésticas están atravesando una situación sumamente compleja. Por miedo al contagio, la mayoría de las empleadoras, las despidieron sin ninguna garantía de pago ni de retorno. Y las mujeres de la economía informal, perdieron su única fuente de ingresos, el toque de queda les quitó las tardes y las noches, sus sábados y domingos, y los atrios de las iglesias, los parques o la esquina del barrio, ya no hay actividades grupales, ya no pueden ofrecer sus productos, ya no tienen pequeñas ganancias. Lo lamentable es que los programas de apoyo a la población en situación de vulnerabilidad por la pandemia, no son para estas mujeres porque no están registradas en las municipalidades Ellas tendrán que seguir buscando cómo sobrevivir en este país de gobernantes corruptos, de políticos que se enriquecen a costa del hambre y la miseria de la población.
La situación de las mujeres que aún conservan su trabajo pero que por las medidas de distanciamiento social están realizándolo desde sus casas, les plantea el reto de combinarlo con las tareas domésticas y de cuidados, hay que sumarle a todo esto, la demanda de reuniones virtuales que es agotadora, los horarios se han extendido, la salud mental y emocional de las mujeres se está afectando y esta problemática ni por asomo se considera en los planes y programas implementados por el gobierno en esta crisis sanitaria.
El escenario post covid-19 no es nada halagüeño, quienes analizan las problemáticas económicas, sociales, políticas y culturales nos están retando a pensar en que es tiempo de un nuevo contrato social, las mujeres tenemos mucho que decir, mucho que apostar, mucho que cambiar.