Mujeres que resguardan las semillas nativas
¿Qué hay detrás de la intención de desaparecer a las semillas nativas y criollas? ¿ Qué acciones realizan las mujeres que luchan por la soberanía alimentaria en sus territorios?. Ruda te cuenta cómo las mujeres se activan en la conservación de las semillas.
Por Andina Ayala
La Red Nacional por la Soberanía de Alimentaria Guatemala (REDSAG), nuevamente denunció que el Congreso de la República tiene intenciones de retomar una ley que regule las semillas en el país. El jueves 21 de septiembre una colectividad de autoridades ancestrales y organizaciones sociales que trabajan por la defensa de la soberanía alimentaria dieron a conocer que quince diputados integrantes de la Comisión de Ganadería, Alimentación y Pesca, de los partidos Vamos, UNE, Valor y Creo, están promoviendo una copia de la Ley de Obtención de Vegetales, desestimada el año 2014.
Las y los defensores aseguran que con esta iniciativa se intenta “exterminar las semillas originarias” también rompe con la genealogía de conocimientos y prácticas ancestrales, porque la iniciativa en cuestión parece tener como objetivo eliminar gradualmente las semillas originarias, que históricamente se han conservado bajo técnicas comunitarias locales.
Por su parte, las denominadas "semillas mejoradas" que entrega el Gobierno a las y los agricultores en diversos programas de asistencia, si bien pueden aumentar la producción de alimentos, plantean un problema al no permitir que se recojan y guarden semillas para su próximo ciclo de siembra. Esta limitación entra en competencia con las prácticas tradicionales y hace que los productores queden atrapados en una dependencia constante de la compra de nuevas semillas en cada ciclo de cultivo.
No obstante, varias organizaciones campesinas en diferentes latitudes del país están implementando métodos agroecológicos, prescindiendo de abonos artificiales, y potenciando las semillas nativas y criollas.
Ruda conversó con Eluvia Morales, representante de la Coordinadora Urbana de Organizaciones Comunitarias (COUR) y plataforma urbana, desde donde impulsan un eje de soberanía alimentaria:
“Nos preocupa mucho el desaparecimiento de muchas semillas criollas, entonces tenemos un eje de rescate como lo hacen otras organizaciones inmersas en el tema. Consideramos perjudicial la ley que denominamos Monsanto porque podría generar más hambruna”, comentó Eluvia.
Proceso de conservación de semillas
Pero las organizaciones también están trabajando estrategias propositivas como potenciar las semillas criollas sin utilizar abono artificial. Sandra Calel quien coordina procesos en la organización Unión Verapacense de Organizaciones Campesinas (UVOC), explicó que entre las problemáticas para el territorio en las Verapaces están los monocultivos instalados desde la época de los alemanes en siglo XIX.
“Hace trescientos años que vinieron y sembraron café y cardamomo, entonces las familias asentadas en la finca siguieron con dichos cultivos lo que hizo desaparecer las semillas originarias, entonces nos ha tocado ir rescatando y ha sido difícil. El maíz, por ejemplo, ya no se siembran los cuatro colores en todas las comunidades, solo uno”, explicó Sandra.
También resaltó que trabajan con los municipios de Purulhá, San Cristóbal y Táctica, en Baja Verapaz, porque allí todavía se mantienen los cuatro colores del frijol y del maíz. Lo hacen a través del de su eje de agroecología. Comentó que también hay tomate nativo, en el municipio de la Tinta, departamento de Alta Verapaz.
¿Cómo resguardan la semilla?
Según explicó Sandra las mujeres son especialistas en la conservación de las semillas de las hierbas y el maíz.
“En el caso del maíz, en el municipio de La Tinta, se guarda el maíz colgado, y se guarda 3 meses y lo vuelven a utilizar para la siguiente siembra y así lo hacen siempre porque son dos veces al año que siembran allá. En el caso del maíz no se puede guardar por mucho tiempo porque se arruina, todavía no tenemos la forma de guardarla por más tiempo, porque le entra animalitos”, agregó Sandra.
En el caso de las hierbas, son las mujeres las que las recuperan y las guardan para la siguiente siembra. El chipilín, cebolla, epazote, se pueden conservar hasta por un año. El chile si está bien seco, puede durar hasta cinco años.
“Se saca la semillita, se tiene que poner al sol y cuando está bien seco se puede poner en un frasco”, dijo Sandra.
Calel narró que, en el año 2021, el MAGA estuvo “regalando” semillas mejoradas, según recuerda de chipilín, una hierba nativa de la región, pero que les alarmó que a dichas plantas no les salieron las flores ni las semillas y que al contrario se llenaron de insectos.
“Ahí nos dimos cuenta que el MAGA, en lugar de ayudar, va a perder la semilla que hemos mantenido en las comunidades, porque además las semillas mejoradas se mantienen con el abono y este no da siempre el ministerio”, agregó.
Innovaciones en el cultivo, Calel dice que su sueño es establecer un banco de semillas, pero que de momento están en una etapa de rescate, tanto de la semilla como de la costumbre en las comunidades, visibilizando con información oportuna los beneficios incluso para la salud. En este sentido compartió que han hecho pruebas, abonando sus siembras criollas con abono agroecológico, elaborados desde las mismas comunidades:“No hubo necesidad de químicos”, concluyó.
Aunque no es un camino fácil, porque las personas se acostumbran a la fumigación química, la UVOC, tiene una escuela permanente de formación para jóvenes en donde aprenden a recuperar las semillas ancestrales y para hacer abono que les permita distanciarse de los productos en el mercado. Además, ya han comenzado a explorar la elaboración de un insecticida propio, el cual fue ensayado en cinco comunidades con la participación de cien personas entre hombres y mujeres jóvenes.
Las protestas para que el gobierno proteja las semillas y los saberes ancestrales alrededor de este tema continuarán, defender las semillas es defender la calidad y salud de los alimentos que todos y todas consumen.