Mujeres de Nueva Sacarilá, El Estor, crían peces para fomentar su economía
Foto: Juan Bautista Xol
En la comunidad Nueva Sacarilá, ubicada al norte de El Estor, Izabal, once mujeres se organizaron para implementar el emprendimiento de crianza de peces ante la pérdida de sus cultivos como consecuencia del cambio climático.
Por Juan Bautista Xol
Tres agujeros excavados en el patio de una casa que simulan piscinas cubiertas con nylon albergan peces que cada mañana, religiosamente, once mujeres de origen maya Q’eqchi’ alimentan y supervisan.
Desde hace algunos meses, el ritual forma parte de un emprendimiento que busca mejorar la economía de las familias de madres y abuelas en la comunidad Nueva Sacarilá, ubicada al norte de El Estor, Izabal. Esta población se ubica en el sector Sexan, como se le conoce al lugar por la niebla de las mañanas.
Las mujeres, de origen maya Q’eqchi’, aseguran que la idea de la crianza de peces nació por la necesidad que se vive en la comunidad y en sus familias, ya que en los últimos cinco años han resistido a las amenazas del cambio climático que destruye sus cultivos. Ahora, con la nueva iniciativa, no solo piensan apoyar en la economía de la comunidad sino también que sus hijos tengan una alimentación sana.
Teresa Cho es la mayor de las once mujeres. Mientras alimentaba a los peces, comentó que es la primera vez que implementan este tipo de proyecto en la comunidad. La iniciativa cuenta con el apoyo y acompañamiento de la Fundación Guillermo Toriello con la que obtuvieron más de 6 mil peces que fueron depositados en tres piscinas artesanales construidas por sus esposos.
Teresa Cho alimenta los peces que cría junto a otras mujeres de Nueva Sacarilá. Foto Juan Bautista Xol
“Es la primera vez que criamos peces, pensamos que es una de las mejores alternativas que nos apoyaría a salir adelante. Además, nuestros esposos nos han apoyado. Estamos felices por iniciar este proyecto”, aseguró Cho.
Mientras seguía alimentando los peces, otro grupo de comunitarias llegó al lugar para asegurarse que todo estaba bien en los estanques. Algunas de ellas son madres jóvenes que tienen iniciativa y aseguran que se involucraron con las mujeres mayores para aprender y asegurarse de que ellas también pueden implementar alternativas económicas.
María Choc, una mujer joven, asegura que las ideas que comparten sus compañeras mayores le servirá en su familia. Foto Juan Bautista
“Me siento contenta de formar parte de este grupo de mujeres, acá estoy experimentando nuevas ideas, cada palabra que nos comparten nuestras compañeras mayores me servirá en mi familia. Pero también estoy muy contenta porque podré apoyar a mi comunidad”, manifestó María Choc Rax, una de las jóvenes madres.
Una alternativa ante el cambio climático
Las tres piscinas están cubiertas por nylon negro para que la tierra no absorba el agua al momento de llenarlas. Además, utilizan tubos PVC con agujeros los cuales están instalados por encima de las piscinas para regar el agua que provoca pequeñas corrientes para el oxígeno de los peces.
Otilia Choc es la coordinadora del grupo. Foto Juan Bautista
En la comunidad Nueva Sacarilá habitan 42 familias que se dedican a la agricultura. Pero la llegada de las olas de calor ha afectado sus cultivos, especialmente el cardamomo y el maíz.
Ante este panorama, Otilia Choc, coordinadora del grupo, decidió reunir a las mujeres de la comunidad para proponerles buscar apoyo en las organizaciones locales que acompañan a las comunidades.
Choc asegura que su intención es que las organizaciones las apoyen a crear un proyecto que les pueda servir para enfrentar la situación del hogar y escasez económica en tiempos de verano.
“Últimamente hemos enfrentado las consecuencias de las crisis climáticas, hay pérdidas de cultivos, por eso reuní a mis compañeras para proponerles trabajar en equipo para nuestra familia y comunidad. Por situaciones ajenas solo once decidimos organizarnos. Tres de nosotras somos madres jóvenes”, comentó.
Erwin Tut, subcoordinador de programas en la Fundación Guillermo Toriello, explicó que la iniciativa de las mujeres es importante en la comunidad y se decidió apoyarlas debido a sus capacidades.
En El Estor es común el consumo de peces por lo que las mujeres decidieron criarlos y venderlos. Foto Juan Bautista.
“Son mujeres luchadoras, además, tienen el interés de aportar a su comunidad. No buscamos otros intereses”, dijo Tut, quien aseguró que implementar la alternativa económica con las mujeres en las comunidades les motiva a ellas a aumentar su participación en la toma de decisiones comunitarias.
Las mujeres esperan comercializar sus peces en ocho meses. Su primer objetivo es hacerlo en la comunidad y otras cercanas. Algunas piensan comercializar por libra, otras desean prepararlas con ingredientes que ellas conocen y luego venderlas. En El Estor, el pescado es uno de los productos con mayor consumo en diferentes platillos.