Mi experiencia con la infertilidad 

Desde los 14 años de edad supe que era infértil. Me quitaron los ovarios y con eso toda la posibilidad de poder tener hijes de manera natural. Debido a mi corta edad, esto no fue relevante para mí en su momento. La idea de tener hijes era lejana y abstracta que lo único que importaba era evitar los riesgos de salud implicados con tener mis ovarios en la condición en la que estaban. Conforme fui creciendo, la presión de tener una familia aumentó y se convirtió en una realidad extremadamente dolorosa para mí.

De un día para otro, comencé a escuchar comentarios de lástima y no empatía en relación con mi condición, como si fuera una sentencia. Al lado de esto, también me inculcaron ideas como que “es mi obligación hacerle saber sobre mi infertilidad a los hombres con los que saliera” y que “esto sería algo por lo cual estarían dispuestos a terminar una relación”. El constantemente ver fotos de anuncios de embarazos y familias se convirtió en una experiencia difícil para mí. Al ver esas fotos recordaba que eso nunca podría ser mi realidad. Me sentía “defectuosa”, “fracasada” y poco digna de amor.

Mi historia no es poco común, los porcentajes de infertilidad han incrementado de manera increíble en los últimos 20 años. Según datos de un informe publicado en abril por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 17,5% de los adultos sufren de infertilidad en algún momento de su vida. Actualmente, a nivel mundial 48 millones de parejas y 186 millones de personas no pueden procrear naturalmente, según reveló también esta institución. Esta condición tiene efectos psicológicos devastadores, sin embargo, son muchísimo más severos en las mujeres.

Según Andrea Arrollo, algunas de las consecuencias más frecuentes de la infertilidad son baja autoestima, depresión, sentimiento de inferioridad, reducción de la confianza propia y disminución del amor por la vida. La severidad de los síntomas de carácter psicológico que presentan las mujeres infértiles, según la autora Karima Oliva Bello y Batista, tiene sus raíces en el hecho que a la mujer se nos enseña que la clave de la realización personal y el éxito está en la maternidad. Esta idea hace que el ser madre se vuelva una parte central de la identidad de la mujer.

La creencia de que la construcción de la felicidad propia y el éxito femenino está atada al ser madres es conocida como el mandato de maternidad. Desde hace miles de años, el valor de la mujer es definido  por su capacidad de traer hijos al mundo. Si una mujer no lo lograba, era vista como una persona incompleta o defectuosa e incluso, por este motivo terminaban siendo abandonadas, seriamente dañadas o asesinadas por sus parejas. Aunque las mujeres lucharon y continúan luchando por su autonomía y sus derechos, abogando por las maternidades deseadas, muchas ideas patriarcales sobre la maternidad y lo que debe ser una mujer para ser reconocida en nuestra sociedad continúan. 

Es importante mencionar que no todos los casos de infertilidad son como el mío. Muchas mujeres atraviesan procesos dificultosos para enterarse de esta condición, los cuales implican pérdidas de embarazos o procedimientos médicos  invasivos, económica y psicológicamente desgastantes como la fertilización in vitro. Anualmente, se registran 23 millones de abortos espontáneos a nivel global, según Euronews, 2021. Además, Enrique Alpañes señaló que en un estudio del Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos se descubrió que las mujeres que sufren un aborto espontáneo tienden a experimentar fuertes sentimientos de culpa y a aislarse. Estas repercusiones hacen que se multipliquen por dos las posibilidades de llegar a experimentar episodios depresivos fuertes y ansiedad, aumentando por cuatro el riesgo de suicidio. 

Como sociedad debemos hacer cambios para mejorar la realidad de las mujeres. Es crucial parar de enseñarle a nuestras hijas que el ser mamá, el casarse y formar una familia es determinante para poder alcanzar una vida llena de gozo. Si hacemos esto podremos remover el gran peso emocional que existe alrededor de la maternidad. Finalmente, debemos de parar de tratar a la infertilidad como un tema tabú y comenzar a tener conversaciones alrededor de ello. Tener discusiones abiertas es importante para que las mujeres puedan gozar de un mayor bienestar psicológico enfrentando esta difícil situación, logrando que se sientan acompañadas y no avergonzadas. Comencemos a construir un mundo que sea más amigable hacia las personas que están viviendo esta difícil  y común experiencia. 

María de la Paz Castañón

Guatemalteca, estudiante de relaciones internacionales. Aspirante a investigadora y escritora. En constante proceso de deconstrucción y aprendizaje.

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