«Lo que sea con lo que te estás enfrentando, lo que te de miedo con este virus, es lo que tienes que trabajar en ti»
Por: Ana Morales Samayoa
Recuerdo que hace más o menos un mes saqué unas cartas del tarot para compartir en mis redes sociales, el mensaje fue este: «Lo que sea con lo que te estás enfrentando, lo que te de miedo con este virus, si es la salud, el trabajo, las finanzas, el encierro, lo que ya no puedas evitar con tus actividades del día a día, eso precisamente es lo que tienes que trabajar en ti….». En ese momento no lo entendí, solo lo lancé sin saber que me estaba dando mi propio augurio y que se decía mucho más fácil de lo que se cumplía.
Hace un año me atreví a vivir sola, siempre he dicho que esa fue una de las experiencias más duras de mi vida, pero también de las bendiciones más grandes. El camino al que la vida me ha llevado ha sido de mucho trabajo, pero también de muchas cosas buenas. El año pasado fue fuerte y hasta ahora lo estoy asumiendo con conciencia.
Terminé mi relación de convivencia con mi mamá, me fui de la casa sin trabajo, y sin un centavo, me tuve que ir a la casa de quién en ese entonces era mi pareja. Y en el camino encontré el trabajo que estaba pidiendo, algo que me llenara, que me hiciera sentir satisfecha y apasionada todos los días, así ha sido hasta hoy. Soy maestra de inglés para adultos, personas que necesitan esto para mejorar su forma de vida. A mis clases han llegado miles de historias distintas del porqué necesitan realmente aprender inglés, eso que tengo para enseñarles y eso que ellos me enseñan a mí de la vida. Este trabajo me ha sanado y sigue sanando de tantas formas, por lo cual agradezco a todas y cada una de mis alumnas (os) por haber coincidido conmigo. Les llevo eternamente en el corazón.
También fue hace un poco más de un año que empecé a aprender sobre magia, brujería, tarot, y sanación a través de estas formas. Ya que viniendo de una familia, entorno y colegios evangélicos donde la religión me hacía sentir culpable por siquiera cuestionarla, me trasladaron la culpa de Eva, esa de haber nacido mujer y ser objeto de pecado para los hombres. Advirtiéndome también a no ser como Lilit que se negó a yacer debajo de Adán mientras tenían relaciones sexuales, y a intentar ser como la inalcanzable La Virgen María, quien apenas figuraba si no fuera porque su vida girase alrededor de los hombres (Dios, José, Jesús) pero que nunca sabremos su verdadera voluntad.
Crecí pidiendo perdón por haber nacido humana, pero más que humana, mujer, frente a un Dios que no tenía cara, ni cuerpo, pero sí que tenía todos los nombres y pronombres masculinos, y la actitud violenta y salvadora de todos los hombres que yo conocía. Supe que tenía que haber otra forma de espiritualidad, una de las mujeres y para las mujeres, una en la que nosotras fuéramos nuestro propio Dios, en la que encontráramos dentro de nosotras todo eso que los hombres afuera jamás nos iban a poder dar, y que les conviene que no tengamos: el amor a nosotras mismas. Que ahora entiendo como el acto más rebelde ante un sistema que nos quiere incompletas, heridas, maltratadas y víctimas. Así terminé completamente mi relación con Dios, y empecé mi relación con la Diosa (yo, y mis ancestras).
El año pasado también terminé dos relaciones con hombres. Una fue con quien era mi pareja en ese entonces, con quien duré cinco años, en los cuales crecí, aprendí mucho, tuve una amistad increíble, y mucha complicidad, también aprendí de cómo no quería ser tratada, como poner límites y dejar de negarme para vivir alrededor de la voluntad de un hombre.
La otra fue con quien era mi mejor amigo, con quien duré seis años, en los cuales crecí, aprendí mucho, me enamoré perdidamente, aprendí como quería ser tratada, como la otra persona debería respetar mis límites y mi voluntad. Ambas relaciones me enseñaron mucho, ambas también me dolieron mucho, y por alguna razón sentí que tenía que cortarlas, ambas, antes de que se acabara el 2019. Ahora después de haber sanado, cortado, dejado, honrado y sacado esas relaciones, tengo una relación increíble conmigo misma primero y luego con una mujer hermosa que me llena de amor y cariño.
Pero ¿En dónde se encuentra la relación de todo esto con la situación de la pandemia actual?
Bueno, pues primero he tenido el tiempo conmigo misma para pensar en estas cosas, volverlas a llorar, y encontrar la fuerza para mostrarme vulnerable. He encontrado partes de mi misma durante estos días que no precisamente son las más lindas, pero que son mías al final. Me he visto renuente y en gran resistencia a sentirme y mostrarme vulnerable, y he descubierto que es el miedo a volver a sentirme víctima de mi entorno y no tener el «control» de mi vida. Pero es que…
¿En qué momento y hasta donde tenemos control?
Si por más dinero, trabajo, relaciones, propiedades y amistades que tengamos; al final seguimos siendo todas humanas (os) igual de vulnerables a enfermarnos. Soltar el control y confiar en que lo que pase va a ser para mi mayor beneficio y es algo que me es más fácil decir que hacer, temiendo completamente por mi trabajo, mi salud y la de las personas a mi alrededor, pero que no me queda más (como diría la reina Selena) que soltar y confiar, que encontrar la paz aún dentro del confinamiento que está siendo un gran maestro para mí. Y es que como dijo Albert Camus, «La única forma de lidiar con un mundo sin libertad es volverte tan absolutamente libre, que tu mera existencia sea un acto de rebelión.» porque la verdad es que no hemos sido completamente libres, atadas por el capitalismo, el patriarcado, el clasismo y el racismo, ya sea en confinamiento o no, hemos encontrado las formas de vivir libres desde dentro, hemos encontrado el amor, la sanación y la justicia que existe en esas cosas.
Y este es el llamado que nos hago en general, enfrentemos nuestros miedos, hagamos las paces con la persona que fuimos en el pasado, aunque nos haya herido, sintámonos vulnerables porque ahí yace nuestra calidad humana y demos gracias por eso, y de esta forma encontrar la libertad aún en el encierro.