Las mujeres exigimos partos sin violencia obstétrica
“Después de dar a luz, el proceso de recuperación posparto puede ser extremadamente doloroso. Muchas veces, todo el cuerpo duele y apenas tienes fuerzas para levantarte y moverte, incluso para ir al baño. A pesar de este dolor intenso, el único alivio que te ofrecen suele ser un ibuprofeno. No recibes ayuda para levantarte de la cama y parece que no son conscientes del nivel de dolor físico que estás experimentando. Básicamente, te dicen: ‘Esto es lo que hay, aguantate’", recordó Lu.
La Organización Mundial de Salud (OMS) ha reconocido y documentado que la violencia obstétrica es una forma de maltrato y abuso que muchas mujeres han experimentado durante el parto en los centros de atención de la salud. En su declaración del 2014 sobre la “Prevención y Erradicación del Maltrato en la Atención del Parto”, la OMS señaló que "muchas mujeres sufren un trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto", lo cual no solo viola su derecho a recibir atención respetuosa, sino también amenaza los derechos de la vida, la salud, la integridad física y la no discriminación.
La experiencia de Lu (nombre ficticio para proteger la identidad) comenzó en un sanatorio de la zona 1 de la ciudad de Guatemala, donde le realizaron un ultrasonido y le informaron que, debido a las semanas de gestación de su bebé, lo mejor sería trasladarse al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), o a un hospital que tuviera cuidados para embarazos de alto riesgo, ya que la clínica no contaba con ese tipo de atención.
Le recomendaron ir al IGSS de Pamplona, en la zona 12. Sin embargo, tuvo que pedir un Uber porque no le ofrecieron una ambulancia para el traslado, argumentando que el proceso para solicitarla tomaría aproximadamente dos horas.
Al llegar al IGSS de Pamplona, le dijeron que no estaba inscrita correctamente a pesar de ser beneficiaria, y que probablemente no podrían atenderla por no tener sus papeles en orden. Finalmente la atendieron.
Lu expresó que la atención fue terrible desde el inicio. “A pesar de estar gritando de dolor porque mi bebé ya estaba por nacer, no se apresuraron a atenderme. No me proporcionaron ni siquiera una silla de ruedas. Cuando finalmente me ingresaron, la primera ginecóloga que me revisó debía determinar si sería un parto normal o una cesárea. Durante todo este tiempo, tuve que moverme sola de una silla de ruedas a una camilla, y nadie me ayudó a desvestirme o trasladarse entre camillas”, manifestó.
Además, no le explicaron nada sobre el proceso de parto; recordó que le dijeron que comenzara a pujar y que no le habían puesto la epidural (medicamento para adormecer la mitad inferior del cuerpo). Para Lu fue una experiencia muy difícil, ya que no recibió ninguna indicación sobre cómo pujar correctamente. "Me decían, 'Señora, responda estas preguntas', y yo ya me estaba quedando sin aire; al final del parto, tuvieron que ponerme oxígeno", comentó.
La situación no mejoró durante la recuperación posparto. Las enfermeras no le ofrecieron ninguna ayuda. Le dijeron: "Usted tuvo a su bebé, levántese y sírvase su agua". No le proporcionaron ninguna orientación sobre cómo levantarse de la cama o moverse después del parto, y no permitían que los familiares permanecieran mucho tiempo con ella, ni que la ayudaran con tareas básicas como ir al baño o cambiarse de ropa. Lu describió esta experiencia como deshumanizante, sintiendo que no la trataban como a una persona.
Lu desea que las autoridades de salud consideren seriamente la calidad de atención que se brinda en los hospitales. Ella mencionó que el personal no es cordial y carece de vocación de servicio hacia los pacientes. "Te dejan sola, te ponen las cosas lejos, no te dan agua y, si pides algo, se enojan. No entiendo por qué, si es su trabajo, se molestan cuando los pacientes necesitan ayuda y están pasando por un mal momento".
El acompañamiento en el parto
Claudia Jerónimo es madre, agrónoma de formación académica y ha trabajado principalmente en el acompañamiento de procesos de agroecología en áreas rurales, donde ha interactuado mayormente con mujeres. Al observar que muchas de ellas llegaban embarazadas o con sus bebés, se dio cuenta de que necesitaba más formación sobre el parto, posparto y crianza, por lo que decidió inscribirse en un diplomado sobre estos temas.
Durante el diplomado, Claudia también experimentó su propio embarazo, lo que enriqueció su aprendizaje, tanto académico como personal. Esta experiencia le permitió mejorar su comprensión y empatía hacia las mujeres, impactando su vida profesional así como la familiar.
Claudia expuso que una doula es una mujer que acompaña a otras mujeres durante el embarazo, el parto y el posparto, especialmente en situaciones donde la embarazada no cuenta con el apoyo de una red familiar cercana. Según Claudia, "una doula viene regularmente siendo una figura que acompaña a esta mujer que por alguna razón no tiene otra figura que la pueda acompañar". Esta labor es particularmente relevante en contextos urbanos, donde muchas mujeres pueden sentirse aisladas o carecer del apoyo familiar necesario.
Claudia, al hablar de su experiencia personal, explicó: "Yo también tuve doulas en mis procesos de embarazo. Mi familia no vive en la ciudad, entonces yo necesitaba esa figura materna". De esta manera, Jerónimo explicó que la doula actúa como un pilar de apoyo emocional y físico, brindando seguridad y fomentando la autonomía de la mujer para que tome el protagonismo en su proceso, alentando a cuestionar y tomar decisiones informadas sobre su salud y su cuerpo.
Entre acompañamiento y servicio
Claudia Jerónimo reflexionó sobre las diferencias en el parto cuando hay presencia de una doula. Ella mencionó que, aunque las doulas no intervienen en aspectos médicos, están allí para apoyar a la mujer en cada momento. “Si ella necesita un masaje, le damos el masaje; si necesita agua, se la llevamos. Son esos detalles pequeñitos, casi invisibles, lo que hacemos”.
Cuando no hay una doula presente, las mujeres tienen dos caminos. Pueden tener un equipo médico informado y consciente que las guíe y prepare desde el inicio del embarazo, proporcionándoles herramientas y opciones para su plan de parto. Sin embargo, también pueden estar expuestas a información contradictoria o desalentadora.
Claudia señaló que esta vulnerabilidad a la desinformación puede llevar a decisiones que no siempre reflejan los deseos de la mujer. A menudo, las mujeres sienten que deben seguir las recomendaciones del médico sin cuestionarlas, lo cual puede resultar en insatisfacción posterior sobre cómo se llevó a cabo el parto.
Además, subrayó la importancia del empoderamiento y la formación previa de las mujeres. Aquellas que reciben apoyo y están informadas tienden a sentirse más seguras y satisfechas con sus decisiones durante el parto. “Definitivamente creo que el proceso de parto puede ser más satisfactorio relacionado a la toma de decisiones que pueda tomar la mujer”, expresó. Esto destaca la diferencia que puede hacer una doula o un acompañamiento informado y positivo.
La información sobre sus derechos
Claudia destacó la importancia de confiar en el personal médico, pero reconoce que la violencia obstétrica es una realidad que puede dejar a las mujeres en una situación de gran vulnerabilidad. Reflexionó sobre cómo sanar de experiencias previas difíciles para enfrentar un nuevo embarazo con opciones informadas y planificadas.
Enfatizó que es necesario que las mujeres lleguen al parto con un conocimiento claro sobre lo que pueden esperar, las alternativas disponibles y los posibles planes de acción. "Una mujer debería llegar al parto sabiendo cuál es el trabajo, cuál es el plan B, quién debería de ayudarme en esto o aquello".
Para Claudia, reducir al máximo la violencia obstétrica es esencial, especialmente en un momento que requiere mucha introspección, concentración y trabajo físico, mental y espiritual. Esto ayuda a las mujeres a prepararse mejor para el parto y enfrentar los desafíos que puedan surgir.
La importancia de los derechos reproductivos
La doula reflexionó sobre la falta de información en temas de derechos reproductivos y educación sexual, a pesar de su experiencia como madre y su formación en el diplomado de doula. Reconoció que, al inicio de su diplomado, se dio cuenta de la necesidad de una información más profunda sobre temas como métodos anticonceptivos, escenarios de parto y los derechos de las mujeres durante la maternidad.
Resaltó que muchas mujeres, incluyéndose a sí misma en ese momento, llegan a la maternidad sin la información adecuada debido a la falta de educación sistemática en estas áreas. “Nos hace falta información en el sistema de salud y en la familia”, dijo.
Ella aboga por una educación integral que comience desde la infancia, abarcando desde la comprensión del propio cuerpo hasta los derechos y cuidados durante el embarazo y parto.
Según ella, esta educación no solo es decisiva para la salud física y mental de las mujeres, sino que también impacta positivamente en la salud mental de los bebés y en una crianza más positiva, conectando todo el proceso desde la preparación para el parto hasta el posparto.
Jerónimo subraya la importancia de la figura de la doula en el acompañamiento durante el parto y el impacto positivo que este apoyo puede tener en la experiencia de las mujeres. Pero también reconoce que el sistema de salud necesita una apertura y capacitación para valorar y respetar los derechos y el bienestar de las mujeres en el contexto del parto.
Ella destacó que la presencia de doulas y un equipo médico consciente pueden transformar radicalmente la experiencia de parto, promoviendo un entorno más respetuoso y empoderador para las madres.
A pesar de que hay ejemplos positivos, como su experiencia con profesionales médicos que brindan una atención respetuosa y bien informada, Claudia ha observado que la realidad varía significativamente entre el sector privado y el público.
La falta de información y el empoderamiento insuficiente de las mujeres en el sistema público contribuyen a experiencias negativas. Ella hizo hincapié en la necesidad de mejorar la educación y el respeto en el sistema de salud para asegurar que todas las mujeres tengan acceso a un parto respetado y satisfactorio.