La sexualidad en mujeres mayores
¿Qué pasa cuando la sociedad sigue dictando lo que deben hacer las mujeres adultas mayores? ¿Qué significa realmente ser una “señora” y cómo afecta esto a su sexualidad y libertad? Nuestras madres, tías, vecinas, hermanas, todas ellas, son a menudo encasilladas por expectativas que limitan sus deseos y experiencias. En medio de las responsabilidades diarias.
Por Angie Ross
María Estrada es una mujer de 58 años que, tras una vida dedicada a laborar, ahora disfruta de su jubilación. Con una maestría en Finanzas, trabajó 33 años en el área financiera bancaria, desempeñándose como psicóloga en su campo. Hoy en día disfruta de una vida más tranquila. Después de años de dedicación al trabajo, ahora se permite el lujo de hacer cosas que había postergado durante mucho tiempo.
"La verdad es que no hago nada más que estar en mi casa y hacer mis cosas", comentó con una sonrisa. Salir a comer con sus amigas, pasear sin prisa, y disfrutar de momentos simples se han convertido en parte de su rutina. A través de su relato, María reflejó una transición hacia una etapa de la vida donde el disfrute y el autocuidado toman protagonismo. "Ahora puedo disfrutar lo que no podía hacer antes", señaló.
En la entrevista con Ruda compartió su experiencia sobre cómo su familia y su entorno perciben sus actividades. Mencionó que sus familiares más cercanos le han hecho comentarios como "ya estás muy grande para estar haciendo estas cosas". Sin embargo, señaló que esto ocurre principalmente con su familia nuclear, debido a la forma en que fueron criados y criadas, además de la diferencia generacional. "Con mis hijos es muy diferente porque ellos tienen otra forma de pensar. Creo que el hecho de ser psicóloga ha ayudado mucho en la forma en que ellos fueron criados. El haber tomado terapia y ser criados por una psicóloga ha hecho que tengan una apertura de mente más amplia". Añadió que "este tipo de comentarios viene más de la gente contemporánea o mayor".
Sobre si ha usado alguna vez el término “locas” de manera simpática, celebrando la locura como una forma de estar fuera del sistema, de la norma, y de hacer cosas que no son propias de señoras, respondió que lo ha escuchado muchas veces, especialmente en su entorno, que es bastante conservador. "Las personas suelen decir que una señora está loca por estar disfrutando de su vida", indicó.
En el entorno de sus amigas, que generalmente tienen entre 55 y 60 años, esta percepción es muy común. "Yo tengo 58, y la mayoría de mis amigas son de esa edad, excepto una que también es psicóloga. La tendencia es pensar que si uno llega a los 50 debe comportarse de cierta manera. Si sales de esa norma, te califican de loca: ‘¿Por qué te vistes así?’ ‘¿Por qué vas a fiestas?’ ‘¿Por qué bailas?... Esa es una percepción muy común", explicó.
Reflexionó sobre la subjetividad de estas opiniones y su conexión con lo cultural y religioso. "Esas ideas retrógradas que mucha gente tiene son producto de la crianza. A las mujeres nos inculcan que debemos ser castas y puras, y llegar vírgenes al matrimonio, mientras que a los varones se les permite lo contrario. En mi opinión, eso ya no debería existir. La igualdad de derechos ha avanzado, y creo que todos deberíamos tener las mismas oportunidades y derechos, independientemente de si somos hombres o mujeres. Deberíamos criar a nuestros hijos con criterio, permitiéndoles escoger qué quieren hacer cuando lleguen a ser adultos", concluyó.
Compartió su visión sobre la percepción de la sexualidad en mujeres adultas mayores y expresó su desacuerdo con la idea de que una mujer pierde el derecho a explorar su sexualidad al llegar a cierta edad. "Con un Dios verde, ¡Dios me libre! Si una mujer llega a cierta edad, parece que se le termina el derecho de explorar su sexualidad, y yo creo que es todo lo contrario. En mi experiencia, mi explosión sexual fue a partir de los 40 años", comentó. Antes de esa edad, se sentía más como un instrumento para que otros disfrutaran de su sexualidad, pero después de los 40, descubrió que ella también podía disfrutar. "Conforme pasan los años, eso va mejorando. Uno se va volviendo mejor", añadió.
Sin embargo, María mencionó que la sociedad ve mal que una mujer de su edad hable abiertamente sobre su sexualidad. "La gente lo ve mal si uno lo comenta". Esto se agrava por la tendencia física sobre las mujeres que entran en la menopausia alrededor de los 48 años, lo que puede disminuir el deseo sexual. "A muchas mujeres les pasa que al llegar a esa etapa se conforman y dicen ‘ya no quiero porque ya no puedo, ya no disfruto, me es doloroso’", señaló, destacando que muchas no buscan alternativas debido a las críticas de la gente cercana o la vergüenza de hablar de estos temas con un doctor.
También destacó que, en su entorno, romper estas barreras es un desafío. "Conozco gente de mi edad que le da hasta pena ir al ginecólogo, y eso no debería ser así". Sobre la existencia de un chip que puede estimular la producción de hormonas y así lograr mantener actividad sexual, muchas de sus amigas se escandalizan al saber de este tipo de ayudas. "Hasta ahí llegamos como generación", indicando que muchas mujeres después de la menopausia creen que ya no pueden seguir disfrutando de su sexualidad.
Aunque siempre se ha expresado abiertamente sobre sus intenciones y deseos, ha enfrentado juicios tanto de mujeres como de hombres. "A veces uno no es capaz de decir ‘me gusta esto’ o ‘no me gusta eso’ porque hasta el mismo hombre piensa que uno saber qué hizo y salen con el chistecito de ‘lo vi en Internet’ o ‘lo aprendí en un libro’, para burlarse", comentó, subrayando que el juicio viene de ambos géneros.
Los estigmas aún perduran en esta sociedad
María explicó que los estigmas sociales han tenido un impacto significativo en su vida. "Es complicado porque, a veces, una que tiene la mentalidad un poquito más abierta se pregunta si de verdad está actuando fuera de su rango de edad o de cómo debería comportarse según la sociedad. Se siente juzgada o presionada".
Estos estigmas condicionan no solo la sexualidad y el amor, sino también muchas otras áreas de la vida, especialmente en un país conservador como Guatemala. "Es bastante triste porque, cuando una ya es adulta mayor, está aún más condicionada. Aquí, en Guatemala, siendo un país conservador, todavía te privan de ciertas cosas debido a los comentarios y a las leyes que no favorecen a las mujeres, incluso en la edad adulta", señaló.
Ella cree que la religión tiene mucho que ver con estos estigmas. "Yo no soy religiosa, pero siento que mucho de lo que pensamos acerca del sexo y del disfrute sexual está influenciado por las iglesias. Nos hacen creer que el sexo es malo; nos dicen que es pecado, que es del demonio, nunca nos hablan de una manera positiva". Destacó que una educación sexual integral y adecuada influiría positivamente en el desarrollo sexual tanto de hombres como de mujeres. "Esa apertura de enseñarnos cómo somos, a qué tenemos derecho y qué nos podría pasar de una manera sana, influiría mucho en nuestro desarrollo sexual", concluyó.
Una generación con libertad
María observa que las generaciones más jóvenes abordan la sexualidad con mucha más libertad y acceso a la información, en comparación con su generación, y dijo que una de las grandes ventajas de los Millennials es ese acceso a la información que permite una comprensión más amplia y menos prejuiciosa de la sexualidad. Recordó con tristeza cómo, en su juventud, la falta de educación sexual y de diálogo en temas como la menstruación generaban miedo y confusión. En contraste, hoy en día, la juventud puede buscar información en internet, encontrando recursos educativos y otros que no deberían estar en línea.
También cree que los hijos influyen en la mentalidad de sus padres, incluso en temas de sexualidad y aceptación. Relató cómo ha visto entre sus amigas de la generación X, influenciadas por la religión, una mayor apertura para aceptar la homosexualidad de sus hijos. Mencionó un caso reciente en el que una amiga religiosa aceptó con naturalidad la posible bisexualidad de su hijo, lo que muestra un cambio positivo en la mentalidad de su generación. Este tipo de aceptación indica que, poco a poco, las generaciones mayores están comenzando a romper con estigmas y prejuicios arraigados.
Más allá del reloj
"Mi última pareja la tuve en 2015; después de eso, ya no tuve pareja, pero fue por elección personal, no porque ya no quisiera tener relaciones sexuales, sino que simplemente el tener una persona no llenaba mis expectativas", dijo. Además, mencionó que su salud también jugó un papel importante: "Me enfermé, me dio cáncer de seno, y tuve una etapa en la que ni pensaba en eso".
Describió cómo la menopausia afectó su deseo sexual y su comodidad física, llevándola a preferir no tener relaciones sexuales. "La menopausia sí, realmente tal y como lo describen: baja de la libido, irritaciones, comezones vaginales, todo eso sucede. Entonces eso hace que como mujer ni le interese estar con alguien porque uno dice, ‘bueno, si voy a estar incómoda, ¿para qué?’", explicó. Sin embargo, aclaró que esta decisión fue totalmente personal y no relacionada con las expectativas de la sociedad. "En mi caso particular es por decisión propia, no es porque yo diga ‘Ay, no, ¿qué van a decir mis hijos?’. A mí eso no me importa".
Ella mantiene una actitud abierta hacia el futuro, reconociendo que su situación podría cambiar. Compartió que algunas de sus amigas han recuperado su energía y deseo sexual al llegar a los 60 años, lo que le da esperanza de que, en el futuro, pueda reconsiderar tener una pareja. "Pienso que de repente, cuando ya empiece a salir de la menopausia, porque me han contado algunas amigas que al llegar a los 60 años se han sentido bien y empiezan a recuperar su energía otra vez y todo, puede ser que de repente yo decida tener una pareja".
Dijo que, a menudo, los ginecólogos no brindan suficiente información sobre cómo mantener una vida sexual activa y placentera durante la menopausia. “Me gustaría mucho que los ginecólogos se tomaran la molestia de explicar a las mujeres de mi edad las facilidades disponibles para seguir disfrutando plenamente su sexualidad”. En lugar de ofrecer soluciones, algunos profesionales simplemente dicen: “Ay, señora, sí, usted va a tener relaciones y le va a arder o le va a molestar”, sin proporcionar alternativas efectivas.
Por otro lado, subrayó que las redes sociales y los medios de comunicación deben ampliar su enfoque para incluir a mujeres mayores. “Se habla de sexualidad mucho, solo para gente de 20 a 40 años, pero muy poco para personas mayores. Es como si tener 50 años fuera una sentencia de muerte para toda actividad”, dijo María. Ella expresó su deseo de que las mujeres se liberen de la idea de que la sexualidad tiene una fecha de caducidad y que la información y el apoyo están disponibles.
Finalmente, María animó a las mujeres a buscar información y desafiar las limitaciones que se les imponen. “Tenemos que quitarnos de la cabeza la idea de que nuestra sexualidad tiene un período de validez limitado. La sexualidad siempre está ahí, si la estimulamos y la motivamos. La ciencia está avanzando, y debemos informarnos para seguir sintiéndonos bien. Es triste decirlo, pero muchas mujeres se dejan utilizar en el plano sexual y no reclaman su derecho a disfrutar”.