La historia de las niñas a las que nadie quiere (y solo cuentan con la Secretaría de Bienestar)
A pesar de la indignación por la tragedia del Hogar Seguro en 2017, ninguna comunidad quiere hospedar las casas a donde fueron trasladadas.
Por Pia Flores
En Sacatepéquez se libra un pulso para cerrar una casa hogar que abrió el 15 de julio. Para las 39 niñas y adolescentes en el hogar, la casa ofrece excelentes condiciones, las mejores que muchas han tenido en su vida. Un diputado de la UNE, un alcalde y una comunidad de vecinos se oponen y los últimos ofrecen violencia para evitar el traslado de las niñas. La Secretaría de Bienestar Social está sola en su intento por darles un espacio digno. ¿Quiénes son estas niñas? ¿De dónde vienen? ¿En qué condiciones vivían antes en los otros espacios en donde eran instaladas por la Secretaría?
Capítulo 1: De lavar carros en la zona 10 al nuevo hogar estatal
El recuerdo más bonito de su infancia fue cuando desde los 4 años de edad acompañaba a su abuelo a cuidar carros en los fines de semana en la zona 10. Fue la época en que Linda estuvo lejos de su madre, que tomaba mucho y se desahogaba a golpes con ella. Su padre las abandonó cuando su madre quedó embarazada. A los 3 años la madre decidió entregarla a sus abuelos, pero cuando Linda cumplió 7 años, la señora decidió recuperarla. Volvió al maltrato. Fue tanto que un día salió de su casa para no volver.
– Me quedaba en el parque central, pero la policía le pegaba mucho a los chicos. Había uno que se pasaba y nos pegaba a las mujeres. A veces llegaban a echarnos gas pimienta. Ya no quise estar allí y me fui cerca del Hospital San Juan de Dios; allí había más chicos en un grupo. Unas amigas, la Canche y la Gata, me protegían.
Linda tenía 15 años cuando comenzó a vivir en las calles del Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala. Sobrevivió dos años al maltrato de la gente, a la PNC, a las balaceras y a las drogas. Hasta que el 4 de abril de 2018 agentes de la PNC la llevaron a la Procuraduría General de la Nación. Así entró por primera vez a un hogar del estado.
Linda es una de las 39 niñas en el nuevo hogar de San Bartolomé Milpas Altas de la Secretaría de Bienestar Social. Hoy tiene 17 años. Esta adolescente tímida cuenta sobre la vida dura que le tocó. Una vida que ella nunca pidió.
Creía que las drogas la hacían sentir bien. Cuando estaba sola, enojada o triste, las drogas la acompañaban, la aliviaban. Algo que nunca sintió en la casa de su mamá.
– Antes me drogaba mucho. Inhalaba (pegamento), fumaba marihuana. Yo pensé que las drogas iban a ser mi vida. Ahora me di cuenta que las drogas no le llevan a nada bueno a uno.
Cuando entró al hogar estatal y perdió el acceso a las drogas provocó un quiebre duro de abstinencia. Linda sufría ataques de ansiedad. Era agresiva y maltrataba verbalmente a las educadoras.
– Ahora me llevo re bien con ellas, ya no les contesto como antes y no me da las mismas ansias. Me felicitan porque mi cambio ha sido constante. He cambiado mucho, y de eso estoy un poco feliz.
Linda, que tiene otro nombre, termina de contar y esconde las manos en las mangas de su suéter rosado. Mira a los arbustos y las flores de diferentes colores a su alrededor.
El nuevo hogar estatal es precioso. Está ubicado en un terreno entre lotes de maíz y montañas verdes, a casi dos kilómetros del centro de San Bartolomé Milpas Altas, y a casi cuatro kilómetros del centro de San Lucas Sacatepéquez, en la carretera que lleva a Antigua Guatemala. La estructura principal es un edificio pensado para ser hotel. Está pintada de blanco, con habitaciones amplias, oficinas, salones y macetas con flores. Desde cada nivel se puede apreciar la vegetación exuberante que cubre los cerros. Hay aire fresco, cielo azul y nubes blancas.
Cada habitación es compartida por entre dos y cuatro niñas y tiene un baño privado.
El salón está equipado para que las menores reciban talleres de panadería y de corte y confección, aunque los enchufes aún no han sido adaptados para las máquinas de coser. Hay una cocina grande para que las niñas dejen de recibir comida industrial en paquetes de duroport. Ahora participan en la preparación de la comida cada día.
Las niñas consultadas para este reportaje responden que están contentas. Están en diferentes actividades en pequeños grupos. Sólo se quejan porque hay días que no han tenido agua para ducharse. El asesor Miguel Martínez, de la Secretaría de Bienestar, explica que el agua se desconecta ciertos días porque todavía hay trabajos en proceso; a penas fueron trasladadas hace dos semanas, el 15 de julio.
Capítulo 2: El antiguo hogar, en la zona 1
Este nuevo espacio es un idilio en comparación con la última casa donde estaban estas menores. Cuando Linda fue institucionalizada e integrada al grupo, eran 24 menores en un hogar con capacidad para 20, en la 18 avenida de la zona 1. Se llamaba Zafiro o ‘Matamoros’. Por el hacinamiento, la Secretaría decidió trasladarlas a un hogar provisional en la Avenida Elena por tres meses mientras encontraban otra casa. Era un espacio insuficiente, hacinado. Pero las comunidades de todo el país se organizan para evitar recibir en sus barrios a las niñas. No las quieren en la exclusiva zona 15 de la Ciudad de Guatemala. Tampoco en la suburbana Chimaltenango.
En el hogar temporal en la zona 1, las condiciones eran pésimas.
Hace varias semanas, Nómada habló con una ex trabajadora de la Secretaría sobre el hogar en la zona 1. En una casa pequeña con dos dormitorios vivían 35 niñas y adolescentes bajo el reguardo de la Secretaría de Bienestar. El ambiente era muy tenso.
– Ellas ya se dieron cuenta que las monitoras están desesperadas. Son muchas y solo son tres monitoras. Si pasa algo, no hay ni guardia seguridad. Si se paran matando, las monitoras vamos presas. Tenemos familia.
Los perfiles de las niñas y adolescentes eran variados. Algunas, como Linda, venían de la calle tras un hogar con maltrato y tenían problemas con consumo de drogas o de alcohol. Otras habían sido víctimas de violencia sexual en su entorno familiar. Otras escapaban del riesgo de ser asesinadas o reclutadas por las pandillas. Estas chicas han sido maldecidas con las distintas condiciones de vulnerabilidad que ofrece Guatemala a sus niñas.
No son delincuentes, son niñas en Guatemala.
La ex trabajadora asegura que las riñas en el hogar de la zona 1 eran frecuentes por el hacinamiento y tantas horas de encierro.
– Ellas tienen la razón. Bajo esas condiciones, ¿quién no se pondría violenta? Ahí no teníamos espacio, había humedad, su ropa olía, había demasiada tensión.
Recuerda una escena recurrente: Llega el camión que entrega comida al hogar, pero no hay nadie en el portón metálico. Una de las monitoras baja las gradas corriendo con las llaves en su mano. En minutos descargan 33 contenedores de duroport con el almuerzo y un termo grande con refresco. Todo se queda en el pasillo angosto de la entrada. No hay cocina ni refrigeradora ni congelador.
La casa de la zona 1 convertida en hogar llegó a tener 35 adolescentes de 13 a 17 años, hacinadas.
Era una bomba de tiempo. Necesitaban el traslado a una casa en mejores condiciones. Como la de San Bartolomé Milpas Altas.
El domingo 15 de julio al mediodía, después de 2 meses y medio de esperar, las menores fueron trasladadas al nuevo hogar en Sacatepéquez, a 20 kilómetros del Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala.
3. Vecinos: “Si quieren violencia, violencia tendrán”
Dos semanas después de ser trasladadas, el idilio se ve amenazado por el rechazo de vecinos del municipio de San Bartolomé, el alcalde Rubén Ernesto Axpuac (UNE) y Julio Ixcamey, el diputado de la UNE por Sacatepéquez que el año pasado benefició al presidente Jimmy Morales al frente de la Comisión Pesquisidora.
El jueves 26 de julio, el alcalde y el diputado citaron a Secretaría de Bienestar a una reunión para expresar su rechazo al traslado de las niñas y adolescentes al hogar. El alcalde fue tajante:
– Nosotros no venimos a negociar. Yo necesito llevar una respuesta hoy.
El alcalde Axpuac dice que el concejo municipal nunca fue consultado antes de la instalación del hogar en esta casa, y que no es adecuada para un hogar. Dice que falta un sistema de drenaje funcional, agua potable y mejores accesos porque solo se llega por una calle angosta de tierra donde solo cabe un carro. Dice que “el clima helado de la montaña sería negativo para las niñas”.
Esas son excusas. En realidad no quiere cerca de las adolescentes más excluidas por la sociedad.
– [Los vecinos] no quieren que esté en San Bartolomé porque es un pueblo muy pequeño. Es un pueblo de paz, un pueblo tranquilo. Con estas personas, y no sé si tiene relación, pero hoy se ve gente extraña. Ya han llegado a visitar al hogar. O sea, ya se rompió un poco la paz que hay en ese sector. Es cierto, son niñas, pero nosotros también tenemos derecho a vivir tranquilos.
–¿Donde propone usted que podría ser un mejor lugar para estas niñas?, le pregunta esta periodista.
– En cualquier lugar que no sea San Bartolomé.
– ¿Y si fueran niñas de San Bartolomé?
– No creo que se daría, porque el pueblo es bastante culto. Si usted ve la estadística que hay en la oficina de la mujer (municipal), la mayoría (de casos de violencia) es gente que no es nativa de allá, que alquila o algo por el estilo.
El diputado Julio Ixcamey (UNE) secunda al alcalde.
– San Bartolomé Milpas Altas diría yo es el municipio más tranquilo. Sin inseguridad. Una población que hay de admirar por su manera de vivir.
– ¿Eso no es exactamente un ambiente que podría ser del mejor interés para las niñas?, se le cuestiona.
– Lo que pasa es que ya se tuvo la primer experiencia que una niña se salta y camina por las láminas. Han entrado vehículos y gente desconocida, y la población entra en pánico. Esa tranquilidad se perdió por la diversidad de gente que entra ahora al municipio.
El diputado Ixcamey sugiere que mejor se les traslade a uno de los inmuebles adquiridos por el Estado por extinción de dominio a narcos o corruptos, una finca aislada.
No toma en consideración que eso podría ser peligroso para las adolescentes, que en el Hogar Seguro eran acechadas por redes de tráfico de personas.
Mientras están reunidos el alcalde y el diputado con el personal de la Secretaría de Bienestar en las oficinas de la zona 11 capitalina, se comienza a escuchar los gritos de unas 30 personas. Son vecinos de San Bartolomé que llegaron en dos buses contratados por la alcaldía para manifestar su rechazo al hogar. Entrevistamos a dos señoras, que no dieron sus nombres pero sí su indignación.
– Nosotros no fuimos notificados como pueblo, y la verdad que no queremos que el pueblo se llene de delincuencia y que entre (en una pérdida de) plusvalía. Nosotros no estamos en contra de las niñas, nosotros estamos en contra de la violencia, en contra de la inseguridad, en contra de la plusvalía, repite acelerada la primera señora.
La plusvalía, al parecer, no es un concepto que le sea familiar.
Eso sí, amenaza con medidas de hecho contra el hogar.
– Queremos que nos escuchen y que no sean violados nuestros derechos. Y si no nos escuchan, el pueblo va a unirse y va a tomar medidas represalias.
– ¿Qué tipo de medidas?
– Sacarlos. Nosotros tenemos que hacerlo. Somos un pueblo pacífico, pero si quieren un pueblo de violencia, la van a tener. Porque ellos entraron de noche a las 2 de la mañana a instalar a las niñas. Eso no es correcto.
Esto no es verdad. El traslado fue a mediodía.
La otra vecina llevada por el bus municipal interrumpe alterada.
– Allí hay adolescentes entre hombres y mujeres. Parejo. Vienen de padres maltratadores. Vienen de mareros. Nosotras hemos sido madres para poder criar a nuestros hijos. No necesitamos un correccional allá. A nosotros no nos beneficia. Nosotros no somos laguna para mantener lagartos, perdone la mala expresión. Porque nuestros hijos peligran a que después van a ser reclutados a maras. Allá es un pueblo libre de maras, libre de violencia.
Esto tampoco es verdad. La Secretaría permitió a Nómada ingresar al hogar para verificar que no hay adolescentes hombres ni problemas con los drenajes. Tampoco hay lagartos, solo personas.
Capítulo 4: No son delincuentes
Tampoco es verdad que sean delincuentes. Linda nunca ha pertenecido a una mara. Lavaba carros los domingos en la zona 10 y vivió en la calle cuando su mamá la hizo escapar de las golpizas en su casa. Las armas le dan miedo desde que vio cómo disparaban a uno de sus tíos.
Carolina, otra de las adolecentes que quiso hablar (con nombre ficticio) para este reportaje, tampoco ha estado en una pandilla. Tiene 16 años y creció en la zona 2 de la Ciudad de Guatemala. Hace dos meses fue institucionalizada porque su mamá dijo que era rebelde. No fue por las violaciones que sufrió de parte de su padrastro desde los 13 años, ni por las amenazas de muerte del padrastro contra ella y sus hermanos menores para que Carolina no lo denunciara.
– He intentado hacerle entender a mi mamá que yo no fui culpable de las cosas que me pasaron. Realmente he aprendido a saber que yo no soy la culpable, pero sé que mi mamá todavía necesita un proceso para entender muchas cosas.
Nerviosa, Carolina se rasca el antebrazo. Está lleno de cicatrices. Una fila de líneas van desde su muñeca hasta el codo. Con un gilette o cuchillo, Carolina, como otras adolescentes en el hogar, se corta habitualmente cuando le dan bajones de ánimo. El dolor físico ofrece una distracción para el dolor psicológico.
Carolina no puede regresar a su casa. Tuvo una audiencia hace dos semanas y la mamá declaró que no la quería recibir. Hace poco el padrastro regresó a la casa y Carolina dejó claro a la jueza que mientras él esté, ella tampoco puede regresar.
Se quedará bajo el cuidado de la Secretaría hasta cumplir 18 años. Carolina, todavía una adolescente, dice que la mantiene viva la preocupación por sus hermanos menores.
– Es duro. Si regreso ahora tal vez vuelvo a cometer las mismas estupideces (de drogarse). Pienso que hacerme independiente y basarme en mi bienestar es lo más importante. Y pienso salir adelante por el bienestar de mis hermanos también. No quiero que les pase lo mismo.
Capítulo 5: La Secretaría pide un plazo para ceder
El resultado de la reunión entre el alcalde y el diputado con la Secretaría de Bienestar fue el establecimiento de una mesa de diálogo para resolver el desacuerdo en 6 meses. Aunque no sea un traslado inmediato, como pidió el alcalde Axpuac, la Subsecretaría de Protección tuvo que ceder.
– La SBS (Secretaría de Bienestar Social) no quiere entrar más en temas de tribunales o juzgados, siempre preferimos cuidar la integridad de nuestros chicos que a ponernos a pelear. No se quiere dar el riesgo de decir: vamos a poner unos chicos aquí y a ver qué hace la comunidad con ellos, explica Miguel Martínez, asesor de la Subsecretaría de Protección y Acogimiento a la Niñez y Adolescencia de la Secretaría de Bienestar.
El asesor Martínez asegura que la Secretaría está implementando nuevos modelos de trabajo para mejorar el sistema de protección de los niños y adolescentes, pero que no depende solamente de ellos. Persiste un estigma hacia estos menores que se traduce en la dificultad de encontrar casas para albergar la gran cantidad de menores institucionalizados.
Desde septiembre de 2017, el asesor Martínez se encarga de conseguir casas para los hogares de la Secretaría después que se evidenciara el fracaso de tener a los y las niños y adolescentes en macro hogares. Como por ejemplo el Hogar Seguro Virgen de la Asunción donde vivían más de 300 menores. El 8 de marzo de 2017, después de hacer una protesta por las condiciones en las que vivían y los abusos sexuales que sufrían, 56 niñas y adolescentes fueron encerradas en una habitación durante ocho horas, sin acceso a los sanitarios. Cuando encendieron un colchón para provocar que les abrieran la puerta, la Policía Nacional Civil impidió que salieran a tiempo y 41 murieron calcinadas; otras 15 sobrevivieron con quemaduras graves.
A pesar de la indignación nacional después de estas muertes, a la Secretaría no le es fácil conseguir casas para las niñas que fueron trasladadas desde el Hogar Seguro o desde otros refugios estatales. Es una tarea casi imposible en Guatemala. Nadie las quiere cerca.
– Ha habido factores de hacinamiento que se dan por no poder disponer de casas inmediatamente. Cuando comenzamos a tener el problema de hacinamiento en el anexo de Matamoros en la zona 1, la Secretaría decidió trasladarlas. La casa [en Avenida Elena] sí era más grande, pero es sano aceptar los errores que se cometen. Por la premura del tiempo no evaluamos muchas cosas de la casa. Resulta que la casa no era adecuada para tener a la población de chicas. Y en la zona 15, quizás fue uno de los ejemplos más grandes de las fallas del sistema de protección. Porque había hacinamiento y a la vez había la mezcla de perfiles.
No es primera vez que el asesor Martínez y la subsecretaría han tenido que cancelar el contrato de alquiler de una casa hogar tras meses de búsqueda y negociación. En junio, los pobladores de Chimaltenango se opusieron al traslado de 10 varones, víctimas de maltrato. El alcalde de Chimaltenango organizó una reunión que terminó en una campaña política, donde las mejoras en la carretera ocuparon más palabras que los niños y el hogar. La diputada Eva Monte (ex Líder, ahora de AC) también participó en hacerle campaña negra a los menores e incluso averiguar quién era el dueño del local que había aceptado alquilarlo a la Secretaría de Bienestar. Terminó incluso diciendo que la PDH no trabajaba sino solo se dedicaba a cuidar a extranjeros, en referencia a los amparos del procurador para evitar la expulsión del colombiano Iván Velásquez, jefe de la CICIG. La diputada Monte y su bancada son parte de la alianza del Pacto de Corruptos. Aquí, un video del mitin.
Continúa el asesor Martínez.
– Los retos y las dificultades que tenemos para conseguir casas son bien complicados. Porque siempre la gente pone sus intereses antes del interés de estos chicos. La sociedad critica a los chicos de la Secretaría, hasta se hacen memes, se burlan de ellos. Se estigmatizan y los rechazan. Se necesita una sensibilización de la sociedad.
Capítulo 6: “Ya me voy a ir”
Linda y Carolina sonríen al final de la conversación.
– En una semana me toca audiencia. Ya me voy a ir.
Linda habla con brillo en sus ojos. A su lado, Carolina sonríe, feliz por su amiga.
Linda ha tenido cuatro audiencias en los últimos cuatro meses. Cada una fue suspendida porque ningún familiar se presentó para reclamarla. Solo su mamá, la única que no puede recibirla por su historia de violencia. Pero Linda no pierde la esperanza. Le contaron que su abuela y su tía fueron citadas como recurso familiar para la próxima audiencia y está segura que esta vez su salida al juzgado no será en vano.
Mientras nos despedimos de las adolescentes, un carro entra por el portón al hogar. Entra una niña. Tiene un vestido corto, la cara triste y los ojos alertas. Ingresa al hogar rescatada de la calle.
Con ella, el grupo de niñas y adolescentes en San Bartolomé Milpas Altas crece a 40. Dentro de 6 meses serán trasladadas otra vez.
via Nómada
Prensa Comunitaria hace visible el trabajo de siete periodistas que abordan el fenómeno de la violencia contra la mujer. Con la finalidad de apoyar la amplificación de está temática, compartiremos 24 piezas periodísticas publicadas en el medio digital Nómada.