Isabel Matzir: “quienes hemos sostenido esta lucha hemos sido las mujeres”

Maria Isabel Matzir Miculax es de origen Maya Kaqchiquel y pareja de Bernardo Caal Xol. Ella ha asumido un rol más visible en la defensa del río Cahabón y de los territorios indígenas desde que Caal fue sentenciado a siete años de prisión. Para Isabel Matzir, la defensa no se detiene porque lo correcto es apoyar a las comunidades y vencer la represión.

Contar la historia de Isabel Matzir sin contar la de Bernardo Caal es casi imposible porque se entretejen estrechamente. Se conocieron hace muchos años en espacios de formación de derechos humanos. En ese entonces, Caal ya era dirigente, pero no era tan conocido y Matzir empezaba a participar en la resistencia de los territorios.

“Coincidíamos en actividades de CALDH. Él ya era adulto. Una persona con propósitos muy claros y ya acompañaba a las comunidades. Lo conocí ya siendo un dirigente”, cuenta Matzir.

Conforme se fueron conociendo se dieron cuenta de que compartían mucho más que la enseñanza, pues ambos son maestros y tenían interés de formarse. Los dos estaban comprometidos en acompañar las luchas colectivas. Incluso en medio de la represión que significaba asumir compromisos comunitarios.

El acompañamiento de él siempre ha sido incondicional, continuo. Antes de que lo capturaran lo dijimos abiertamente, que lo acompañaríamos hasta donde fuera posible y que haríamos todo lo posible para asegurarnos de que volviera a su casa”, recuerda.

Matzir notó su humanidad y compromiso no solo con las comunidades sino con su familia. Cuando estaba estudiando para ser maestro, Caal tuvo que regresar a su casa porque su papá falleció y se hizo cargo de su madre y hermanas. María Caal, la más pequeña de sus hermanas, apenas tenía 3 años.

Eso es algo que dejaba ver qué futuro me esperaba con una persona así, el ver cómo trataba a su mamá. Para él su mamá y sus hermanas son muy importantes. De hecho, hasta después de que todas crecieron, Bernardo formó su familia. Primero sacó a todos con estudios, alimentación y con todo lo que pudo y estuvo a su alcance”, relata.

La primera de dos hijas que tendrían con Matzir nació cuando Caal tenía 34 y ella 25.

“Él siempre se ha sentido muy realizado con sus hijas. Siempre lo ha visto como lo máximo. Asumió con mucha responsabilidad la formación de las niñas. Eso es algo que yo valoro mucho. El hecho de asumir y cooperar en casa con lo cotidiano, me permitió seguir trabajando y estudiando, haciendo labor social. No fui reducida al espacio de casa nada más”, cuenta.

Juntos acompañaron la defensa de La Puya, de Barillas y San Juan Sacatepéquez. Sabían que existían riesgos de detención e incluso muerte, pero nada los detuvo. Eso fue hasta 2014, cuando la dirección del viento cambió. Nuevos aires trajeron a Florentino Pérez, empresario español y presidente del Real Madrid, a Guatemala para concretar la construcción de la hidroeléctrica Oxec durante el gobierno de Otto Pérez Molina.

El siguiente año, cuando la hidroeléctrica empezó a operar alimentándose del Río Cahabón, ubicado en Santa María Cahabón, Alta Verapaz; Caal y Matzir se organizaron para defender los derechos del pueblo Q´eqchi´ y al afluente pues la empresa no realizó una consulta comunitaria de vecinos como lo establece el Código Municipal y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Caal empujó para que se realizara la consulta el 31 de julio de 2016, con las autoridades municipales. Dos días antes de la consulta, Oxec presentó un amparo para impedir que se desarrollara y el Juzgado de Primera Instancia de Cobán lo otorgó a favor de la empresa.

Ya Bernardo era la persona que había sido elegida por parte de las comunidades en resistencia para que firmara los tres amparos en contra de la hidroeléctrica de Oxec. Eso fue en 2015. Allí empieza la persecución, la difamación. En 2017, giran la primera orden de captura contra Bernardo y lanzan campañas a nivel nacional de estigmatización donde lo hacen ver como delincuente, como persona mala”, indica Matzir.


Cuando -Caal- aceptó firmar estos amparos sabíamos a lo que nos exponíamos como familia y comunidad. De alguna forma, sabíamos que a él, a nosotras o a alguien más de la familia o la resistencia podrían capturar sin fundamentos ni delitos. Sabíamos que podían asesinarnos o secuestrarnos en cualquier momento. Nadie quería que eso llegara a cumplirse. Asumimos el compromiso con mucha responsabilidad porque lo correcto es estar del lado del pueblo y del lado de las comunidades”, asegura la defensora.

La pareja decidió continuar la defensa del territorio y del río pero alternándose las actividades para no poner en riesgo a sus hijas. Entre el 2015 y 2017, Caal fue quien más participó en las manifestaciones para oponerse al proyecto.

“Por seguridad y por estrategia intentábamos no salir juntos. No volver juntos. No ir siempre a las mismas actividades porque si a él le hacían daño al menos quedaba yo con las niñas. O si a mí me hacían algo él quedaba con las niñas. Siempre estábamos tratando de cuidarnos”, dice la entrevistada.

Por las mismas razones, cuando Caal fue capturado, Matzir no acudió a las audiencias. Su figura pasó a ser pública el 9 de noviembre de 2018, cuando su pareja fue sentenciada a 7 años de prisión, acusado de haber cometido detenciones ilegales con circunstancias agravantes y robo agravado contra trabajadores de la empresa de cable Netzone, S. A.

“Sabíamos que tendríamos que enfrentar un proceso más largo sin él en la defensa”, recuerda.

Por ahora, la defensa espera la respuesta de la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que resolverá si le concede a Caal una medida sustitutiva para que pueda regresar a su casa debido a las condiciones de hacinamiento de las cárceles y para evitar el contagio de Covid-19.

“Resistir ha significado ya no salir”

Han pasado casi tres años desde el encarcelamiento de Caal, quien ahora es reconocido como “preso de conciencia” por la organización Amnistía Internacional (AI). Es decir, una persona que defiende una causa sin recurrir a la violencia y/o a la alteración de la ley.

Matzir trabajó junto a las comunidades en resistencia para juntar las firmas necesarias que ayudarían a exigir la liberación de Caal. Un total 27 mil firmas que AI entregó a la Fiscal General. Si Caal fuese un partido político tendría más simpatizantes de los necesarios para postularse a diputado o Presidente de la República.

En su encierro, Matzir sigue visitándolo a pesar de la situación de riesgo de contagio del Covid-19. Incluso le lleva cartas que sus hijas le escriben porque no pueden visitarlo ya.

Ha sido una tortura para ambos y para la familia. No es justo abandonar cuando más se necesita. No sé si tocara vivir algo más difícil que esto, pero hemos tratado de sobrellevar la situación porque sabemos que él no está allí porque sea responsable sino porque esto es una represión del Estado de Guatemala y de las empresas por denunciar la violación de nuestros derechos”, enfatiza Matzir.

Añade: “cuando las empresas ingresan a los territorios lo primero que hacen es dividir a las comunidades, a las familias. Llegan con una serie de engaños. Como mujeres nos sentimos más vulnerables porque estas empresas actúan de forma muy violenta. Somos difamadas por participar en la resistencia. Esto no se puede ocultar por la violencia”.

Como resultado, Rosa Caal fue detenida durante algunos días mientras auxiliaba a unos comunitarios argumentando que estaba fuera de su casa después del toque de queda. “Les fabrican los delitos que se les ocurran”, afirma sin temor.

Entre 2016 y 2017, su casa fue vigilada. Además entrevistaron a personas que conocían a su familia y lo publicaron en redes sociales para desprestigiar a los defensores, asegura. Todo se denunció en el Ministerio Público. Aun así, “la agresión psicológica es demasiado fuerte”, refiere.

Resistir ha significado ya no salir, o no salir solos. Ha sido una situación drástica desde que lo empezaron a perseguir porque vivíamos juntos”, comenta.

Después de la sentencia de Caal, la defensa que Matzir hace del territorio siempre la acompaña con medidas de autocuidado para evitar que ser criminalizada, secuestrada o asesinada. Aunque admite que no puede tener todo el tiempo bajo control porque la defensa de los derechos también representa un riesgo.

“Sin embargo, asumimos esos riesgos. Por eso, hacemos saber lo que estamos pasando, para que intentemos ver cómo fortalecer estas posibles acciones que puedan ayudar a sobrevivir todo esto”, afirma.

Mujeres en la defensa del agua y el territorio

Mujeres de Cahabón exigen la liberación de Bernardo Caal. Foto: Paolina Albani.

Matzir y otras mujeres han sido quienes han alimentado y fortalecido la resistencia por la defensa del río y quienes la han sostenido mucho antes que Caal fuera detenido.

La lucha de los territorios la hemos sostenido las mujeres. Bernardo me escribe cartas y en ellas hace referencia a todos los conocimientos que su abuela y madre le dejaron sobre la protección a la naturaleza. Fueron ellas las que le legaron los valores de nuestra cultura”, dice Matzir. “En las audiencias quienes más acompañan son mujeres. La presencia no solo es en los territorios, sino que también lo vemos públicamente cuando se eligen representantes ahora que está la pandemia -y no todos pueden acudir-”, resalta.

El apoyo de las mujeres no solo está en las calles, también está acompañando el proceso para liberar a Caal. El 30 de marzo de este año, la defensa del dirigente presentó unos escritos amici curiae donde personas terceras y ajenas al caso, de manera voluntaria, ofrecieron su opinión para colaborar con la resolución de la sentencia. La mayoría de ellas son mujeres.

Todo apoyo suma a la resistencia. Para Isabel Matzir, ni las intimidaciones y amenazas ni la detención de su pareja ni el covid-19 o los ataques que han sufrido las defensoras son motivo de arrepentimiento o miedo. Al contrario, está convencida que “se debe luchar más fuerte” para que el compromiso sea más grande que la represión.

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Paolina Albani

El periodismo y yo compartimos la honestidad como principio de vida. Me convertí en periodista de datos en una búsqueda por evidenciar patrones en las fallas del sistema que, generalmente, colocan en posición de desventaja a unxs respecto a otrxs. Inicié en esta profesión en Diario La Hora. Desde entonces, he viajado por las redacciones de Siglo 21, Diario Digital y Plaza Pública. Actualmente, trabajo para la Revista Ruda mujeres + territorio aprendiendo y aportando al periodismo feminista.

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