Guatemala, ¿una revolución dividida en dos? 

Después de más de 3 semanas de Paro Nacional Indefinido en Guatemala, hay muchos pensamientos que como guatemaltecas y guatemaltecos pueden venir a nuestra mente. Pero entre las cosas que más ha resonado en mi interior fue verlas muestras de solidaridad y valentía de cada persona que ha puesto su granito de arena para llevar este deseo de libertad y democracia a cada uno de los rincones de nuestro país. Ahora más que nunca me siento orgullosa de ser guatemalteca. 

Este orgullo lo traigo desde que comencé a  valorar el entorno, cultura, tradiciones, bellezas naturales, gastronomía y las maravillas que distinguen nuestro país. Pero, también, a ser consciente de los retos que conlleva ser de un país que ha luchado constantemente contra gobiernos que han intentado robar la prosperidad por la que tanto trabajamos. Estos gobiernos se han manchado con el sufrimiento de su gente por el gusto de perseguir únicamente su ambición y utilizar al máximo el poder que han obtenido para oprimir al pueblo y extinguir cualquier rastro de verdad y justicia.

Al ver lo que ha acontecido en estas últimas semanas es inevitable compartir la impotencia y la preocupación que sentimos colectivamente. Pero, también ha surgido una inmensa admiración por la gente, porque por más que han intentado debilitarnos y callarnos, nunca hemos dejado de alzar la voz y luchar, por eso que nos mueve y nos hace aspirar a una mejor Guatemala. 

Pero como toda situación que surge, siempre está la otra cara de la moneda, y esta revolución que se ha creado tampoco ha sido  una excepción.

Sabíamos que el hecho de crear un movimiento más fuerte iba a tener consecuencias porque levantar la voz reclamando lo que por derecho nos corresponde, no estaba generando ningún impacto en contra de quienes han utilizado todo su poder únicamente para enriquecerse y desvanecer nuestro Estado de Derecho.   

Lamentablemente, muchos sufrieron con las horas de tráfico generadas por las tomas de carreteras. Muchos debieron salir horas antes para lograr llegar a su destino, otros debieron quedarse en casa y algunos no pudieron regresar a ella. De igual manera, otras  personas no podían generar los ingresos que les permitieran satisfacer sus necesidades diarias.

A pesar de estos esfuerzos y sacrificios, una gran parte de la población estaba de acuerdo con que este movimiento se llevara a cabo, ya que era necesario para generar un cambio. Incluso las personas de la tercera edad mostraron su apoyo porque reconocían que se estaba luchando por un bien común, no individual. 

Pero aquí es donde viene la contraparte. Fuimos testigos de personas diciendo o comentando “estas no son formas”, “¿Por qué no van a manifestar a la plaza o algún otro lado?”, “¡Vayan a afectar a los responsables, no a nosotros!” y ¿Por qué no piensan en las personas que no tienen qué comer?”.

Pensar de manera diferente no está mal, cada persona de por sí es distinta. La cuestión es cómo expresamos esos pensamientos y desde qué perspectiva. 

¿Acaso los expresamos desde un interés individual o desde uno colectivo?

¿Acaso estamos hablando desde nuestro espacio de privilegio o estamos viendo más allá de este?

¿Acaso apoyamos causas a favor de quienes más lo necesitan siempre que podemos o solo cuando nos conviene?

Indudablemente surgirían consecuencias luego de declarar un Paro Nacional Indefinido, así como también se generaría cierta incertidumbre, como en cualquier situación en la que desconocemos cuál será el resultado. Eso quedó claro al ver cómo la gente se abastecía con cierto pánico y miedo (como sucedió en la pandemia de COVID-19).Pero más allá de esto, pudimos ver que se pretendía conseguir algo para el beneficio de todas y todos.

Ser parte de ese cambio es posible aún si no se puede estar presente en las protestas.  Es necesario apoyar a quienes estan día y noche en la calle dando la cara por todas y todos nosotros e informarnos al respecto, involucrándonos y teniendo conversaciones informativas con las personas a nuestro alrededor.

Generar un cambio requiere de muchas fases y capas, pero formar parte de algunas de estas etapas en el proceso para el bien común es nuestra responsabilidad. Por ejemplo, con el simple hecho de cambiar el “¡Vayan a manifestar a otro lado!”, por un “¡Vamos a manifestar y buscar ese cambio!”., También apoyando a quienes la están pasando mal, de la manera en que pudiéramos. Si durante el paro pensamos en gente necesitada de trabajo, comida o recursos, debemos recordar que esa es una realidad  reflejada diariamente en la vida de miles de guatemaltecas y guatemaltecos.

Debemos trabajar nuestra a humanidad y solidaridad todos los días, así como pudimos verla en las personas que se dedicaron a brindar su aporte mientras se realizaban  las tomas.

Gracias al trabajo periodístico de tantos medios confiables que se pusieron a disposición del pueblo para retratar la realidad de este fuerte y maravilloso movimiento que unió a más personas de las que hubiéramos imaginado, es que pudimos ver cómo las calles se sentían más nuestras y libres que nunca. Se pudo sentir como la unión generó la fuerza, pudimos celebrar como las niñas y niños estaban seguros jugando feliz y libremente por las calles como normalmente deberían poder hacerlo. Descubrimos que  la empatía y solidaridad es lo que más nos caracteriza por todas esas personas que se organizaron para llevar asistencia médica, alimentos y bebidas, para acuerpar a quienes no les importó estar bajo el sol y la lluvia, siempre y cuando la voz de todas y todos no fuera silenciada.

También pudimos ver como la creatividad y la imaginación tomaron lugar en cada rincón de Guatemala gracias a cada persona trabajadora y emprendedora de nuestro país, en conjunto con artistas, estudiantes, autoridades y representantes de distintas organizaciones.

Al pensar en esta revolución y todas las personas que hicieron posible que se diera a cabo, no debemos más que dar las gracias. En especial a los pueblos indígenas que dieron el primer paso para que los demás nos uniéramos, y quienes son los que siguen marcando el paso y el camino en reclamar todo lo que nos han quitado. 

Sí, los pueblos indígenas, los mismos que muchas veces son discriminados por su misma gente, son quienes mostraron el mayor acto de valentía: ¡No quedarse callados! En uno de los muchos países en los que los corruptos no quieren que el pueblo se levante y cambie su realidad, debemos recordarles que si algo no van a lograr es robarnos nuestra voz y fuerza.

Y esto también debe hacernos recordar a aquellos que en el pasado se levantaron y hablaron, por muchas de las cosas que nosotros hoy en día gozamos. Por el honor y la valentía que tuvieron, debemos de seguir, para que su lucha, su vida y su muerte no sean en vano. También por quienes se quedaron callados y aguantaron, porque tener miedo también es válido. 

Esta lucha es por todo un país que se distingue más por su gente buena, pilas y trabajadora, y no por aquellos que por años han vivido de nuestro trabajo, porque todas y todos deberíamos gozar de un país que cuente con todas las herramientas para ayudar a su gente a vivir dignamente y en paz. 

Mientras tanto lo que ahora tenemos es un grupo de gente que intenta debilitar a su país de a poco, desestabilizándolo a través de la corrupción, la violación de derechos, la falta de acceso a los servicios de salud, la poca inversión en la educación, la desnutrición, inseguridad, la pésima infraestructura, las pocas oportunidades laborales… la lista es interminable. Pero, sobre todo, el valor a la vida misma y la inexistente humanidad que se ve reflejada en el sufrimiento de la gente. 

¿Acaso eso no es realmente lo que debería indignarnos?

El hecho que las niñas y niños tengan que crecer en un país así no debería de ser una opción, así como la cantidad de personas que se ven en la necesidad de arriesgar sus vidas y migrar a otro país en busca de la más mínima oportunidad de supervivencia tanto para sí mismos como para los suyos. Que esto nos haga reaccionar y reconocer que no hemos tenido otra opción más que levantarnos una vez más y pelear por una vida justa y digna.

Porque esto va más allá de defender a un partido político y querer quitar del poder al otro. El verdadero mensaje es que sin importar quién quiera gobernar nuestro país, siempre deben recordar que el verdadero poder reside en su gente y que nunca debemos dejar de defender nuestra tierra y hogar.

Como decía una pancarta durante las manifestaciones: “Luchar aunque no te falte nada, porque a algunos les falta todo”

Así que sigamos luchando, para que el día de mañana seamos la representación del cambio y la valentía de quienes necesiten recurrir a esto una vez más y para recordar que definitivamente vale la pena luchar por nuestra vida y la de los demás, porque unidos hacemos la diferencia para conseguir nuestra libertad.

“Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando.

Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas.”

Martin Luther King

Alejandra Vargas

Freelance de la vida. Escritora en proceso. Traduciendo mi mente a palabras. Aprendiendo a ser no perfecta, más humana, más agradecida, respetando mi entorno pero conectando conmigo. Un ser más buscando su camino, rompiendo las ideas del pasado, viviendo el presente. Amante de la naturaleza, los animales , los deportes y de Guate, aunque ahora esté lejos de ella.

Anterior
Anterior

Libertad para Virginia Laparra y Claudia González pide CEDAW

Siguiente
Siguiente

Karina Vergara y el lesbofeminismo