Glosaria Feminista: Androcentrismo
Como lo afirma bell hooks, el feminismo es para todo el mundo. Practicarlo implica conocer distintos conceptos teóricos que lo orientan. En RUDA conversamos con feministas y mujeres del territorio con propósito de definir este movimiento, cómo lo percibimos y hacia dónde nos dirigimos.
Ana Lucía Ramazzini, socióloga e investigadora feminista, define al androcentrismo como la tendencia a colocar a los hombres y a lo masculino al centro de todo, como punto de partida, de medida, de comparación y de llegada. “Actúa imbricada con otros poderes y por eso la norma y referencia que sostiene la relación con hombres blancos, cisheterosexuales, adultos y de clase alta”.
El androcentrismo es una herramienta que legitima y autoriza el poder masculino. A través de él, “se le otorga supremacía a los hombres y lo masculino”. Ha sido universalizado, lo que significa que se le considera como modelo definitorio de “lo humano”.
Ámbitos de manifestación
El androcentrismo se manifiesta en todos los ámbitos de la vida humana, como lo son la política, economía, cultura, religión, artes, literatura, trabajo y lenguaje.
En la educación, se evidencia de distintas maneras. “En los contenidos que se configuran a partir de la experiencia e intereses de los hombres; en la falta de nombrar a las mujeres en el lenguaje y en la prevalencia del lenguaje masculino como universal”, explica Ana Lucía Ramazzini. También en los espacios, estructuras y disposición en las instituciones educativas que, por ejemplo, no toman en cuenta las necesidades de las mujeres. Incluso las políticas educativas son creadas desde una perspectiva androcéntrica.
Consecuencias para las mujeres
El androcentrismo expresa una visión parcializada del mundo que ha sido universalizada y considerada como verdadera y neutral, explicó la socióloga. “Por esto, una de las consecuencias más fuertes es que invisibiliza a las mujeres, nuestras vidas, experiencias, aportes y luchas. El androcentrismo provoca la desaparición y exclusión de las mujeres en la historia, en la construcción de conocimientos, en el lenguaje… Y esto tiene efectos poderosos en nuestras vidas, desde el no nombrarnos ni reconocernos ¡como parte de la humanidad!”
La prevalencia del androcentrismo en nuestras sociedades es violencia, pues anula, niega y marginaliza las experiencias y visiones de las mujeres. Desmontar el androcentrismo es un desafío, aún cuando representa una universalidad masculina parcial y limitada. “La tarea pendiente es dejar de vernos con ojos ajenos”, finalizó.