El testimonio de Silvia, una voz que busca contribuir a que otras mujeres no sufran violencia sexual
En enero de 2021, Silvia* fue víctima de una violación sexual. El agresor fue amigo de su pareja. Decirlo y contar su historia varias veces es una acto que, como ella reconoce, requiere mucha valentía y sobre todo en un contexto donde el sistema de justicia no da crédito al testimonio de las mujeres y las revictimiza.
Silvia no logró seguir los procesos de exámenes médicos y denuncia penal inmediatamente después de la agresión, ya que fue muy difícil saber qué hacer y tomar una decisión.
Cuando acude a denunciar, la encargada de la oficina de la mujer del Ministerio Público -MP- le dijo que no tenía caso hacer algo, “Llevas las de perder porque voluntariamente aceptaste las bebidas y aceptaste ir a su casa, entonces para mi que no hagas nada porque no tienes como ganar”.
Sin confianza en el sistema de justicia, pronunciar su historia en alto es otra forma de acercarse a la justicia. Sobre todo al saber que no fue la primera sobreviviente agredida por el mismo sujeto, a quien se nombrará como Elmer. Esta es la historia de Silvia, una joven farmacéutica y mamá de 33 años.
– Yo lo conocí porque era amigo de mi novio, un amigo de hace mucho tiempo. Él me caía un poquito mal, sentía como mala vibras. Una en su interior dice esto no me cuadra mucho. Lección aprendida, una tiene que confiar en eso siempre. Una tiene que confiar en lo que una misma se está diciendo. Entonces él no me caía bien pero era amigo de mi novio y eventualmente coincidimos en algunas reuniones, fiestas y cosas así.
Sin embargo, con el tiempo su perspectiva sobre Elmer. fue cambiando, después de conversar con él y encontrar varios puntos en común.
– Capaz que lo que hizo fue encontrar los puntos para poder sacar conversación conmigo y hacer clic. Ese día marcó un antes y un después porque antes yo era muy alejada de él. Pero a partir de ese día éramos muy unidos. Entonces empezamos a hablar más, nos comunicábamos por whatsapp, de repente compartíamos memes o noticias. Y mi novio sabía de esto, me decía que qué bueno que ya nos llevábamos bien y no me caía mal.
Elmer había insistido en invitarles a cenar para que llegaran a su negocio de tacos, donde también era su casa. Llegó un día en que Silvia y su novio podían salir solos porque su hijo estaba al cuidado de la abuela, y los dos hijos de ella estaban pasando tiempo con su papá. Pensaron salir a cenar, y decidieron ir al negocio de Elmer, también podía salirles más barato que un restaurante.
Llegaron a su casa y les atendió. Estuvieron bebiendo ron, Silvia tomó 4 rones preparados por Elmer, una cantidad de alcohol que para sus niveles de tolerancia era muy baja, por lo cual le pareció muy extraño que empezó a sentirse muy mal. Eran las 10 de la noche y Silvia se quedó dormida.
Despertó con muchas ganas de vomitar a eso de las 11:30 de la noche. Su novio estaba dormido en un sillón a la par de ella, dormido de tal manera que no reaccionaba cuando ella le habló y lo movió para despertarlo. Entonces Silvia preguntó por el baño, que se encontraba en el segundo nivel.
– No era una náusea típica sino como cuando una está enferma y el cuerpo te lo pide. Entonces subí, vomité, bajé, y eso se repitió unas 6 o 7 veces, subía, vomitaba, bajaba. La última vez ya me sentía muy mal, estaba consciente de todo lo que estaba pasando pero mi cuerpo no respondía bien, apenas pude caminar, me quedé recostada.
Silvia no tenía control sobre su cuerpo. Al tardar tanto en bajar, escuchó que le dijeron a Elmer que como no había bajado debía sentirse muy mal. Elmer subió, ayudó a Silvia a levantarse.
– Yo estaba súper consciente de lo que estaba pasando a mi alrededor pero mi cuerpo no daba una. Entonces le dije a Elmer “mira, necesito acostarme, necesito dormir, porque me siento super mal” entonces él me dijo “no te preocupes, acostate aquí en mi cuarto, dormí tranquila”, enfrente del baño estaba su cuarto. Recuerdo que todavía le dije que llamara a mi novio.
La llevó a su cuarto y la acostó en su cama. Silvia no podía moverse aunque estaba consciente de todo. Al colocarla en la cama le metió la mano debajo de la blusa, y Silvia se puso alerta queriendo reaccionar para empujarlo, pero no podía, su cuerpo no le respondía. No podía ni siquiera hacer un puño con las manos.
– Entonces supongo que él se dio cuenta que no reaccioné. Cuando me acostó en la cama me bajó el pantalón y la ropa interior y empezó a rozarse contra mi trasero. Yo no lo podía creer. Ni siquiera sabía qué estaba pasando, qué tenía que hacer. Traté de mil maneras darme la vuelta y no lo pude hacer. Entonces él se acostó detrás de mi y me penetró tres veces con mucha fuerza. Fue terrible. Finalmente se quitó, me subió la ropa y se quedó a la par mía masturbándose. Esto no demoró más de 5 minutos. Me tiró un trapo encima y se fue.
Silvia quedó en estado de shock, de asco. Empezó a recriminarse, sintiendo que ella se había expuesto a esta situación siendo adulta, pensando que no estaba en la casa de un desconocido, sino de un amigo de su novio y además con él. Pensaba “¿en qué momento todo desembocó en esto?”
– Yo traté por 20 minutos adicionales levantarme de la cama. Traté de voltearme, traté y no pude hacerlo. La respiración me costaba mucho, me costaba incluso respirar, traté de moverme muchas veces y no lo logré hasta que finalmente me quedé dormida. Esto fue a la media noche más o menos.
A las 2 de la mañana del sábado todavía le fue difícil levantarse de la cama. Sentía una náusea terrible y un dolor de cabeza indescriptible.
– Todavía sentía un hormigueo en todo mi cuerpo, estaba deshecha físicamente. Y me volví a preguntar, ni siquiera en la universidad, en ninguna fiesta me puse así, y cualquiera de mis amigos podía dar fe y legalidad de que en el momento en que hay una fiesta y hay alcohol involucrado, el momento en el que yo sé que ya llegué a mi límite yo misma me levanto, me despido y me voy a dormir.
Pudo bajar las escaleras, vio que su novio seguía dormido en la misma posición. En otro sillón dormían Elmer y otro de sus amigos. Silvia quería irse pero era difícil a esa hora, entonces despertó a su novio para que subiera a dormir en la cama. Un poco antes de las 7 de la mañana se despertaron y se fueron. Elmer ya no estaba allí.
– Yo sé que hay protocolos, que lo que tenía que hacer era ir a un hospital, a que me examinaran, que llamaran al Inacif e hicieran todo este examen forense. Yo sé lo que hay que hacer, pero no estaba preparada para hacerlo porque sabía que implicaba que le tenía que contar todo a mi novio y encima me sentía fatal.
La recriminación hacia sí misma no se detenía.
– Había una serie de pensamientos en mi cabeza porque como te decía tengo hijos, cómo se me ocurrió venir y exponerme de esta manera, echándome la culpa a mi misma, pensar que era tonta, que no era ninguna adolescente para hacer estas cosas
Este sentimiento fue tan fuerte que le impidió decidir ir al hospital y hacer todo. Silvia pasó un día terrible ese sábado. Incluso dudando si debía seguir amamantando a su bebé por el riesgo de haber sido contagiada con una ITS. Aún no sentía el valor para contarle a su novio lo que pasó.
– Lo hablé con una amiga, que solo le conté que él me había metido mano. Entonces ella me dijo que le tenía que contar a mi novio porque eran amigos y se iban a seguir viendo, lo vas a seguir viendo y ni modo que te vas a hacer la loca si te faltó el respeto.
Silvia le contó a su novio, sin hablar de la violación. Le dijo lo mismo que a su amiga, que Elmer “le había metido mano”. Él se puso muy mal, disculpándose una y otra vez por haberle presentado al agresor. Le escribió a Elmer cuestionándole, pero sin esperar respuesta pensaron que lo mejor era bloquearlo de todos lados y avisarle a su otro amigo y a su novia.
– Pensé que iba a ser suficiente para sentirme mejor. Pero en realidad no, no lo fue. Al otro día amanecí muy mal, peor que el domingo. Es muy difícil describir ese tipo de asco que una siente. Me junté a desayunar con esta misma amiga a la que le conté inicialmente, y le dije la verdad. Que no solo pasó eso y le conté todo. Entonces ella me dijo que debía contarle todo a mi novio, que no podía callarme una cosa de este nivel.
Se enteró que no había sido la primera víctima de Elmer. Que anteriormente otra mujer había sido cercana a él y luego se había alejado completamente. Finalmente, un día miércoles Silvia le cuenta detalladamente a su novio lo que vivió.
– Él tuvo una reacción muy dura físicamente. Su cuerpo reaccionó de una manera muy extraña, se acostó en la cama, se puso frío, temblaba, lloraba, me pedía perdón por habérmelo presentado.
A partir de entonces formaron un grupo de apoyo entre amigas y amigos cercanos.
“Tú lo aceptaste”
Cuando Silvia tiene la oportunidad de hablar con alguien del Ministerio Público, el resultado fue decepcionante. Habló con una jueza de la jurisdicción de Villa Canales.
– A ella le conté todo y lo que me dijo, siendo encargada de la oficina de la mujer, me dijo “sabes qué, no tienes nada, no tienes un caso, no tienes pruebas, no hiciste esto, sos una mujer adulta, sabías a lo que te metías, los riesgos que corres cuando haces este tipo de situaciones en que aceptas un trago. Y esto es no tener nada, no hay caso, va a ser desgastante para vos el tener que estar en ese ir y venir de información. Llevas las de perder porque voluntariamente aceptaste las bebidas y aceptaste ir a su casa, entonces para mi que no hagas nada porque no tienes como ganar”.
Silvia sintió morirse en ese momento. Pidió la opinión de varias personas, algunas le decían que lo hiciera, otras que ni lo considerara.
Encontrar caminos de sanación
Con la decepción en el sistema de justicia, Silvia espera que compartir su testimonio sea una forma de alertar a otras mujeres. Piensa en su hija, de 11 años, y lo que no quiere que ella viva.
– Personalmente llegaba al punto de decir ¿qué tanta cosa me tiene que pasar? Ya que la pare la vida, qué tiene conmigo. Le decía a mi psicóloga, ¿cuánto más tiene que pasar? Son cosas que me están pasando ¿por qué? Porque soy mujer, porque me topo con hombres machistas que no tienen esa conciencia de que la mujer es un ser humano que tiene valor. ¿Cuánto más tiene que aguantar una mujer en una sociedad tan machista? Estoy cansada.
Silvia piensa en la violencia psicológica y económica que vivió en su antigua relación. Ella ya ha pasado por procesos de terapia psicológica que sostiene y deja en pausa cuando siente que ha llegado a un tope. A raíz de la violación retomó sus terapias.
Cuando Silvia vio la historia de Verónica Molina y la campaña #JusticiaParaVero, donde Verónica denunció públicamente haber sido víctima de violación por parte de Diego Stella, dueño de los restaurantes Ni Fu Ni Fa, pensó en cómo el sistema de justicia no funciona para las mujeres aún cuando siguen los procesos de denuncia.
– Si igual yo hubiera tenido las pruebas hoy y hago todo lo que tengo que hacer y de todos modos la justicia en Guatemala no me va a dar apoyo, o sea, tenes que exponerte de manera nacional para que por lo menos empiecen a escucharte.
Todas estas situaciones han generado frustración y han hecho pensar a Silvia en múltiples escenarios de lo que pudo haber pasado. Piensa en qué consecuencias tendría que su cuerpo no se hubiera defendido con los vómitos para expulsar la sustancia somnífera que le dieron, porque es farmacéutica y sabe cómo funcionan los compuestos. Piensa en sus hijos y en su hija.
– Y después también pienso qué pasa si yo sí hubiera tenido la vuelta para darle la vuelta y demostrarle que estaba consciente de lo que me estaba haciendo, pero no hubiera tenido fuerza para quitármelo de encima.
Pero sobre todo, habla, y en el hecho de hablar y contar su historia recordando que está aquí y ahora, habiendo conocido la historia de otras mujeres y ahora dando a conocer la suya para ayudar a otras. Además, menciona las formas de autocuidado que es importante mantener en una sociedad patriarcal, como mantenerse alertas y atentas a las bebidas que ofrezcan otras personas.
Finalmente, el mensaje de Silvia es a confiar en una misma:
– Si sientes un rechazo hacia esta persona, y lo sientes porque tu interior te lo está diciendo, es por algo. No es tema de prejuicio porque yo no sentía que él se veía mal, sino era un sentimiento distinto. Era una reacción natural que sentía haca él, no me caía bien, no me agradaba.
Con la esperanza puesta en que su testimonio pueda ayudar a otras.
*Silvia es un nombre ficticio utilizado para guardar la identidad de la denunciante.