El suicidio: una problemática que debe ser atendida
Me es casi imposible separar mi vida personal de mis textos, no me siento con la capacidad de hablar de aquello que no siento en los huesos.
Septiembre fue el mes de la prevención contra el suicidio y una piensa que este tipo de situaciones “tabú” están tan lejos hasta que una persona cercana se ve en peligro.
Sé que han pasado ya unos días desde que septiembre terminó, sin embargo, es propio hablar de ello todo el año. Aunque conmemoremos ciertas fechas, estas no deben ser sólo un touchpoint en el calendario, así que quiero hablar de una situación que desafortunadamente presencié hace poco tiempo. Para ejemplificarlo, lo relataré cambiando los nombres de las personas involucradas.
El caso de Artemisa
Artemisa no se presentó un lunes por la mañana a trabajar. Quizá yacía con resaca bajo las sábanas de su cama, quizá sólo no sonó el despertador. Tenía fama de llegar tarde debido a la distancia entre su hogar y la oficina, aunque era también reconocida por su alta eficiencia y responsabilidad.
A las casi 11 de la mañana, no había ni luces de ella. Llegó la noticia salidita de las paredes de recursos humanos: “No encuentran a Artemisa, nadie sabe dónde vive, no atiende el celular”. Su hermana se había comunicado a la oficina para pedir ayuda, pues desde el jueves pasado no sabía nada de ella. “Ninguno de nosotros ha ido nunca a su casa, su hermana tampoco”, comentó Joaquín, uno de sus amigos más cercanos de la oficina. El rumor se corrió.
“¿Se habrá ido de fiesta? ¿Le habrá pasado algo?”, fue el pensamiento colectivo que todos emanamos. Los compañeros, amigos o no, mandamos mensajes: “Hola nena, ¿cómo andas? ¿Todo bien?”
Ensimismados en la angustia sabíamos que había que tener paciencia. “Las malas noticias corren rápido”, mencionó Susana. “Démosle tiempo, no hagamos conjeturas”.
Joaquín, mencionó haber leído una historia en WA en donde Artemisa pedía perdón y se despedía. La angustia nos explotaba la cabeza peor que los mails en la bandeja de entrada los lunes. Se sabía poco de Artemisa quien compartía menos de su vida que un niño pequeño de sus dulces.
Cuatro días transcurrieron desde el acontecimiento, hasta que el quinto, llegó un correo del jefe: "Encontraron a Artemisa dormida dentro de su casa, de momento, sólo puedo decir que está bien. Estará ausente unos días, por favor seamos empáticos y saquemos sus pendientes adelante".
Cinco días más pasaron para su reincorporación. Un día antes, ella envió un mensaje al chat en donde todos los amigos que comemos juntos estamos reunidos. "Chicos, mañana estoy de vuelta, agradezco sus mensajes y su preocupación, no responderé personalmente a ninguno. Cuando me vean por los pasillos no me pregunten nada, la mejor muestra de cariño para mí será un trato normal, descansen”. ".
Me quedé fría. Le conté a mi madre lo que ocurría y sólo dijo: “Mira corazón, cada quien es dueño de su vida, a ti y a los demás solo les queda esperar y respetar”.
Tenía razón. Lo único que yo podía hacer era respetar y quizá estar presente, escuchar activamente, ser empática y ofrecer mi apoyo sólo si me lo piden. Pero no pude evitar sentir mi corazón achicarse, como si fuera un pedazo quebradizo de papel que botaban en el bote de basura.
Pensé en aquella amistad que ha estado al borde del límite, luchando contra sus demonios. Tomando medicamentos diariamente y haciendo de menos sus problemas para no preocupar a nadie. Pensé en las incontables veces que he visto a mi pareja tomar antidepresivos en silencio, fingiendo que todo está bien y en mi propio hermano diciendo que esos ataques de ansiedad no son más que “achaques de la edad”. Pero no, la cosa es mucho más profunda. ¿Por qué habríamos de luchar solos? ¿Por qué nos da miedo pedir ayuda? ¿Es por lo duro de la crítica social?
Justo cuando pienso que hemos avanzado tanto, me doy cuenta de esta burbuja que sigue aprisionándonos.
Sobre el Suicidio en México
El Día Mundial de la Prevención del Suicidio (DMPS) se conmemora anualmente el 10 de septiembre. Es organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su objetivo es crear conciencia acerca de la prevención del suicidio en todo el mundo. Refleja la necesidad de una acción colectiva para abordar este problema urgente de salud pública.
El suicidio es un problema importante de salud pública con consecuencias sociales, emocionales y económicas de gran alcance. Se calcula que actualmente se producen más de 700 mil suicidios al año en todo el mundo.
Según resultados de la Ensanut Continua 2022, en México, el 7.6% de la población adolescente y 7.7% de la población adulta pensó alguna vez en suicidarse. La prevalencia de intento de suicidio alguna vez en la vida fue de 6.5% en adolescentes y 3.5% en adultos, y 3.1% en adolescentes y 0.6% en adultos para los últimos 12 meses. Las mujeres reportaron la mayor prevalencia en comparación con los hombres, tanto en pensamiento como en intentos de suicidio.
Los hallazgos de la Ensanut Continua 2022 confirman la tendencia de incremento en la prevalencia de la conducta suicida a nivel nacional, especialmente en los grupos etarios más jóvenes.
¿Es posible prevenir el suicidio?
No en todos los casos, sin embargo, existen algunas medidas de prevención que podemos incorporar a nuestro estilo de vida y compartir con quien más lo necesite.
Las medidas clave de prevención del suicidio basadas en evidencia incluyen:
Restringir el acceso a medios para suicidarse (por ejemplo, armas de fuego, pesticidas, etc.)
Establecer políticas de salud mental y reducción del alcohol
Promover que los medios de comunicación informen sobre el suicidio de manera responsable
Hablar de la salud mental y acercar a los individuos a ella sin tabúes
El estigma social y la falta de conciencia son barreras importantes para buscar ayuda para el suicidio, lo que hace destacar la necesidad de alfabetización en salud mental y campañas contra el estigma.
¿Cómo me acerco o apoyo a una persona?
Pregúntale sobre su estado de ánimo. Bríndale tiempo de calidad y escucha activa. Muchas veces no buscamos consejos, solamente la presencia y compañía del otro.
Manténlo a salvo. Reduce el acceso a pensamientos, espacios o situaciones que le detonen a la persona sentimientos de riesgo.
Mantente presente. Acompaña, escucha activamente. Las personas necesitamos establecer vínculos y redes de apoyo que nos den certeza y estabilidad. Hazle saber que no está solo.
Ayúdala a establecer una conexión. Mantente en constante comunicación con la persona y bríndale herramientas de apoyo, como los números de la Línea de Prevención del Suicido. (Acorde a tu país de residencia).
Algunos estudios han demostrado que el número de muertes por suicidio disminuye cuando alguien da seguimiento con la persona en riesgo. ¡Es posible generar el cambio!
Y como me gusta repetir en este espacio tan nuestro, es válido sentirse mal pero es aún más válido pedir ayuda si la necesitas. Sé que al principio no es fácil, empero, es posible salir adelante.