El solsticio de verano y las comadronas que lo recibieron en el lago de Atitlán
El jueves 20 de junio Kawoq Juyú (Santuario de bienestar transformacional) recibió a más de 100 comadronas y contadoras del tiempo para celebrar el don de recibir nuevas vidas.
Por Prensa Comunitaria
En el sitio sagrado Nima’laj Ab’aj, ubicado en San Marcos la Laguna, Sololá, comadronas y contadoras del tiempo de los pueblos maya Mam, K’iche’ y Kaqchikel fueron protagonistas del solsticio de verano que coincidió con el 4 Kawoq, que representa la energía femenina, el vientre, tuj (temazcal), unión de la comunidad, la montaña, energía de la lluvia, la curandera y el nawal de las parteras.
El solsticio de verano tiene un significado cosmogónico profundo para los pueblos originarios, que va más allá de lo descriptivo. Este día representa el agradecimiento por la fertilidad de la tierra y la bienvenida a la lluvia, fundamental para la agricultura. En esta fecha, se reúnen en lugares energéticos como cerros, ríos, bosques y lugares sagrados en cada hogar.
La energía que rige el Kaji’ (4) Kawoq describe los cuatro ejes cósmicos de las iyomab’ (comadronas), parteras ancestrales, quienes, por miles de años, son la cuna del conocimiento ancestral en lo que conlleva a la partería, un ejercicio noble de apoyar en el proceso de gestación, parto y postparto de las mujeres de las comunidades indígenas en distintos territorios del país.
El trabajo de las iyomab’, en idioma K’iche’, o comadronas ha sido reconocido históricamente. Son y serán figuras primordiales en las comunidades. Gracias a su trabajo se les da la bienvenida a nuevos seres a este mundo.
Las comadronas también se encargan de las madres postparto, que incluyen baños en temazcales, que son baños de vapor muy calientes con hierbas para que puedan dar de amamantar y fortalezcan sus huesos y el de los bebés para que “salgan bien macizos”.
Pese a la importancia del rol que juegan en las comunidades, en algunos Centros de Atención Permanente (CAP) no han permitido la labor de las parteras ancestrales y en varios pueblos se les prohibió ejercer debido a la regulación sanitaria, aspectos culturales y percepciones. En algunos lugares las comadronas son vistas con sospecha o desconfianza por autoridades que prefieren un enfoque más estandarizado y medicamente supervisado del parto. Esto lleva medidas para controlar o regular su práctica.
Sin embargo, durante la pandemia de la COVID-19, debido al cierre de centros y puestos de salud, fueron ellas las que atendieron a las mujeres embarazadas en sus territorios, como mencionó una de las presentes durante la actividad de agradecimiento y celebración.
De las 130 comadronas que participaron en esta actividad, algunas dijeron tener 50 años o más de experiencia. Algunas contaron que el número promedio de partos que han asistido supera los 300, desde que comenzaron su oficio.
“Desde que estaba en el vientre de mi madre, la comadrona que la atendió le dijo que yo tenía el don de ser comadrona. Cuando tenía entre 8 y 12 años mi mamá me dijo que tenía un don, pero no me dijo de qué se trataba. A los 35 años descubrí, a través de muchos sueños, cuál era ese don”, relató Rosa Marina, comadrona Kaqchikel de San Juan Comalapa, Chimaltenango.
Durante el recibimiento del solsticio, se presentó una obra de teatro a cargo de Mujeres Ajchowen, un colectivo de mujeres mayas de los pueblos Kaqchikel, K’iche’ y Mam, dedicadas a las artes escénicas: teatro, danza y música. Además, se contó con la presencia de la actriz guatemalteca Mercedes Coroy y la cantautora Ch’umilkaj, quienes participaron en el encuentro.
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Foto: Alex PV