El paro en territorio K’iche
La pesada niebla y la luz gris del día dejan ver destellos de los cuerpos de personas conforme los vehículos se aproximan a uno de los puntos de la carretera panamericana, justo en la cuchilla que divide los caminos que llevan hacia Los Encuentros y Chimaltenango. En ese sitio, llamado “La Trampa”, el concreto de la carretera, fragmentada y hecha polvo, es bloqueada con rocas por los hombres que son manifestantes de Sololá.
Los hombres visten jeans, tenis, chumpa y llevan un bolsón en la espalda. Las autoridades indígenas que se encuentran en este lugar se diferencian del resto por dos características: llevan una vara de madera con punta de metal frente al pecho y visten sombreros. A las 7 de la mañana, se reúnen en torno a unas bocinas y anuncian el inicio del Paro Nacional. Solo ambulancias y medios de comunicación podrán pasar.
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Es el 29 de julio de 2021. Desde tempranas horas, cientos de personas bloquean diferentes tramos de las carreteras para exigir la renuncia del presidente Alejandro Giammattei y de la fiscal general, Consuelo Porras en el primer día de Paro Plurinacional contra el Gobierno.
Todo ocurre a unos días de que Porras destituyera a uno de los fiscales que se ha convertido en una figura pública, respaldada por la ciudadanía por llevar a expolíticos y a empresarios ante la justicia: Juan Francisco Sandoval.
La destitución de Sandoval se suma al malestar ciudadano por la crisis sanitaria generada por la incapacidad del Estado de vacunar a la gente contra el Covid-19 y por el endeudamiento que el Gobierno asumió con ese propósito. La crisis ha puesto al gobierno de Giammattei en jaque.
Durante la primera jornada del paro, no obstante, surgirán demandas que van más allá de la coyuntura y están relacionadas con la violación sistemática de los derechos humanos de los pueblos originarios, el escaso acceso a la alimentación, el aumento de la energía eléctrica y con la exigencia de la creación de un Estado Plurinacional en Guatemala.
A 21 kilómetros de La Trampa está el segundo punto de la toma de carretera en Los Encuentros, Sololá. Allí, cerca de 2 mil manifestantes se autoconvocaron para cerrar la calle, subirse a un camión de carga y tomar el micrófono.
Estamos manifestando contra la impunidad porque representa miedo y riesgo, pero no tenemos miedo. Tenemos que decir no a la impunidad”, dice uno de los líderes indígenas de Sololá.
Los comercios han sido cerrados en su totalidad. En la pasarela hay carteles en los que se lee: “¿Dónde está el dinero de las vacunas?” y “El Rey de la Mafia (Giammattei) y la Reina de la Corrupción (Porras)”.
La policía se ha hecho presente. Treinta o cuarenta de ellos permanecen al borde de la carretera con actitud pasiva. Igual los delegados de derechos humanos, quienes vigilan el paro con actitud relajada.
Al menos diez hombres, entre líderes y alcaldes indígenas, toman la palabra. Paulina González, del colectivo de mujeres indígenas de San Pedro La Laguna, es la única mujer que toma el micrófono; dice:
Él -Sandoval- estaba siendo honesto, estaba sacando a luz las atrocidades que se estaban cometiendo. Hay tantas situaciones que ya no se soportan como la vacunación. Se está vacunando a la gente con pura donación. Y por qué tantos préstamos que todavía no llegan a nosotros”, cuestiona.
El resto de las mujeres presentes participa con cierta curiosidad y desconocimiento, pero están determinadas a escuchar. Toman sus chales o carteles y los ponen en el piso. Se sientan sobre ellos y escuchan a quienes toman la palabra.
Pronto, la lluvia se deja venir. De una esquina salen varios vendedores con capas plásticas envueltas en una bolsa del mismo material. La gente se aglutina alrededor de ellos y antes de que haya pasado un minuto, el primer vendedor se queda sin más capas que vender.
El resto se resguarda bajo el puente de un metro de grosor, que no detiene a la lluvia, pero les permite resguardar los carteles que allí cuelgan.
A 15 minutos de distancia está El Tablón. María Tun, del grupo de mujeres organizadas de la aldea, dice:
Necesitamos que Giammattei renuncie porque ya mucha corrupción. Subieron las canastas básicas y los recibos de la luz. Él, cuando entró, se comprometió a ayudar a los pobres y ahora no lo está haciendo”. Algunos problemas de la aldea son la falta de medicamentos en los centros de salud y que los caminos aún son de tierra.
La siguiente aldea en el camino que también participa en el Paro Plurinacional es María Tecun Alayo. Unas cien personas toman la calle y la bloquean con palos y sillas. Un pequeño grupo juega una cascarita para pasar el tiempo. Cuando algún vehículo quiere pasar le abuchean y le cercan el paso.
Uno de los vehículos que dejan pasar es un carro de funeraria blanco, con ataúdes del mismo color, envueltos en plástico. Son personas fallecidas por COVID-19.
Sabemos que las vacunas son donadas, y el dinero que pidió en préstamos no se ha usado para acá. También exigimos que la señora Porras renuncie.” Son las palabras de Catarina García, una de las vecinas de la aldea.
“La vacuna no ha llegado aquí a la aldea. No queremos más corrupción. La canasta básica ha subido bastante. Nosotros somos agricultores y ya no podemos comprar la comida”, reclama Josefa Vásquez.
Otros aldeanos dicen que el bono “Mi Familia”, que el Gobierno entregó en los primeros meses de la pandemia, ahora se los están cobrando con creces en los recibos de luz y con el aumento de la canasta básica.
En Santa Lucía Utatlán, Sololá, está la tercera toma de la carretera. Allí se encuentra Rosario Yax, alcaldesa indígena, y unas 2,500 personas que exigen la renuncia del Presidente y la Fiscal General. La mayoría se dispersa a la hora del almuerzo.
“El motivo del paro, es para exigir la renuncia de Giammattei y de la Fiscal Porras por tomar decisiones injustas y destituir a Juan Francisco Sandoval como pasó con la CICIG. A ellos no les conviene que nosotros como pueblos originarios nos levantemos y nos apoyen. Queremos poner un alto a esta situación que nos pisotea. Los pobres pagamos por todo lo que está pasando”, indica Yax.
El pueblo está cansado de tanta corrupción y tanta humillación. Esperamos que con esta crisis política el pueblo resista y no caigamos a votar por los mismos políticos. Siempre tenemos los peores presidentes. Jamás han gobernado en beneficio del pueblo. Creemos que la única salida es que renuncie”, dice Luz Emilia, vecina de Santa Lucía Utatlán. “Vamos a esperar a que renuncien. Es lo más sano para el país para que no colapse más de lo que está”.
Ketzali, quien la acompaña, refiere que “los más afectados siempre son los pueblos. Tenemos la obligación y el derecho de exigir que ya basta. Ha sido demasiado”.
A 36 kilómetros, a 45 minutos de distancia, está la aldea Lo de Vásquez, territorio de los 48 cantones de Totonicapán. Cerca de 20 mil personas bloquean la carretera Panamericana pasado el mediodía.
En un receso almuerzan y a los pocos minutos empieza a llover. Se congregan frente a una plataforma desde donde las autoridades dicen que la lluvia no los intimida. Ponen música para entretener a la gente y tiempo después deciden levantar el paro porque la lluvia arrecia.
Las personas corren bajo la lluvia, algunos con sombrilla y otros con nylons de colores sobre sus cabezas, para buscar los buses que los llevaron allí.
Los 48 cantones y demás pueblos indígenas no muestran una actitud derrotista a pesar de la lluvia. Esperan haber enviado el mensaje al Gobierno y aseguran que continuarán en asamblea permanente hasta lograr la renuncia de Giammattei y Porras.
Mientras tanto, la alcaldía indígena de Sololá se prepara para presentar un amparo en contra los funcionarios.