Comadronas, dos generaciones al servicio de la comunidad 

Dos generaciones, madre e hija, han trabajado a favor de la comunidad. Rosa Espada de 63 años, más conocida como doña Oralia originaria de Retalhuleu y Yolanda Revolorio Espada de 45 años, originaria del Progreso, Jutiapa.  Ambas son comadronas comunitarias, tienen aproximadamente 26 años de experiencia, asistiendo partos de las habitantes de Cooperativa Nuevo Horizonte, Petén y comunidades cercanas. 

Por Guadalupe Figueroa

Durante el conflicto armado interno, Rosa e Irma fueron cuidadoras y sanadoras, implementando el uso de plantas medicinales para atender a sus pacientes. Ruda conversó con ellas y conoció más sobre su labor.

“Yo empecé a soñar que atendía partos. En la hamaca así soñaba y despertaba.  Recordaba que no era cierto, yo miraba así visiones, escuchaba voces y oía que lloraban los niños tiernitos”, explica Rosa.

De acuerdo con la entrevistada, en las visiones que tuvo antes de ser comadrona, le colocaban una corona, como de espina, y veía gente alrededor que cantaba alegre con guitarras. “Le conté a unas comadronas de Santa Ana y me dijeron que es la Virgen quien me daba el don para atender los partos; ahora cuando me encuentro en complicaciones yo menciono, tú me diste mi corona y quiero que me ayudes con la madre, dame una señal de peligro. Y así he podido atender bien los partos”..

Su labor en el conflicto armado interno

Rosa también realizó una labor relevante durante el conflicto armado interno, ella sanaba a niñas, niños y mujeres  con hojas de la montaña.  Después de la firma de los Acuerdos de Paz y el establecimiento de la Cooperativa Nuevo Horizonte, participó en capacitaciones para ser comadrona.  

La comadrona recuerda que viajaba a Las Cruces, pero no sabía leer ni escribir.  Luego de esas capacitaciones Rosa recibió el primer parto en la Cooperativa.  De esa manera empezó su labor de comadrona comunitaria y fue recomendada en aldeas vecinas como La Sarina, La Pita, Santa Ana, El Rosalito, El Chal. 

A lo largo de su vida, Rosa ha atendido un promedio de 300 nacimientos, además, acompaña a las mujeres durante su embarazo, lleva un control, luego del nacimiento de la o el bebé, le cura el ombligo, brinda atención sobre planificación familiar y métodos anticonceptivos. En su familia, este don lo ha heredado a sus tres hijas.  Les recomienda trabajar por vocación y no por dinero.

Otra generación al servicio

Yolanda Revolorio, es una de las hijas mayores de Rosa, quien también es comadrona. Tiene 24 años de experiencia.  Yolanda cuenta que estuvo durante siete años en la montaña, sabía leer y escribir bien.  Ha aprendido en el campo de acción, en la tierra, con hojas y espina de escobo. “Recuerdo que vieron mi inteligencia, me regalaron el libro “Cien años de soledad”,  cuando era niña y lo leí como cinco veces, aprendí rápido a sumar, multiplicar y a dividir” explica. 

La comadrona recuerda que a los siete años la llevaron con el doctor Hansi, donde había un grupo de médicos; empezó a participar en capacitaciones sobre vacunación, nombres de medicamentos, extracción de dientes, entre otros.  Por esa razón, le regalaron su segundo libro: “Donde no hay doctor”.

Foto: Guadalupe Figueora

A los diez años, Yolanda empezó a dar clases  y tres años después empezó con su trabajo de comadrona.

“Si yo hubiera tenido la posibilidad de estudiar, yo no me hubiera quedado de maestra, después de la firma de la paz, yo quería estudiar enfermería, pero no tenía un papel de estudio, aunque ya sabía todo, tenía que estudiar desde el inicio, desde cero, pero no pude estudiar enfermería, porque en ese tiempo solo había en Cobán” comenta Yolanda.

elata que ha atendido un promedio de 200 nacimientos.  En la mayoría de los casos, acompañada de su madre o de alguien más. A los 24 años Yolanda tuvo la oportunidad de estudiar para ser promotora (4 años) y para ser comadrona al mismo tiempo (4 años), siendo madre, ella estudiaba y trabajaba. 

La labor de la comadrona se ha extendido a Nuevo Horizonte y comunidades vecinas como Santa Ana Vieja, La Sardina, El Buen Retiro, El Rosalito y El Chal. Asimismo, si hay casos de cesárea la buscan para curar al bebé y a la madre. 

“Un día doña Ramona (una conocida), me dijo que mi mamá debía pasarme algo a mí, entonces le conté a mi mamá, porque ya llevaba tiempo sin atender parto, justo a los tres días yo soñé que me casaba de blanco y tenía una corona, al igual como mi mamá soñó que la coronaron, yo también soñé la corona de hojas y que puyaba, eso recuerdo haber soñado, luego empecé a atender partos, en la pandemia atendí 18 nacimientos”, dice Yolanda. 

Rosa Espada y Yolanda Revolorio, también atienden a las madres en el postparto, esto va desde la sanación con hierbas medicinales hasta la sanación de bebés con mal de ojo o enfermedades estomacales.

Ruda

RUDA surgió en 2017 entre reuniones e ideas del consejo editorial de Prensa Comunitaria bajo la necesidad urgente y latente de tener un espacio digital en dónde evidenciar, publicar y visibilizar las luchas de las mujeres. Mantener la memoria VIVA de casos históricos como el Caso Molina Theissen, el caso de las abuelas de Sepur Zarco y el Caso de las 56 niñas en el Hogar Seguro Virgen de La Asunción. Un espacio sembrado y formado con miradas feministas, comunitarias y sobretodo resilientes ante la violencia contra las mujeres en el mundo. En noviembre de 2018 accedimos a un pequeño fondo del Fondo de Acción Urgente - FAU, en un encuentro entre activistas, abuelas, jóvenes, indígenas, mestizas, brujas, chamanas, ancestras, sanadoras y defensoras del territorio de Abya Yala en Paraguay, nos dimos cuenta de la necesidad de cómo y porqué visibilizar esas luchas históricas de las defensas de los territorios por las mujeres y trascender de lo nacional a lo continental, colocarles nombre, historicidad, palabra, amor, ternura, arte y sobretodo una memoria viva que mantenga presentes nuestras luchas en el mundo y la era digital, pero que también nos llevó al camino de reencuentro consciente con nuestros cuerpos y territorios personales como fundadoras de la revista.

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