Claudia Sheinbaum: ganarle la pulseada a la derecha y a la ultraderecha es posible y probable en la región
Por María Florencia Alcaraz - corresponsal latinoamericana
Mía no fue a votar porque todavía no alcanzó la mayoría de edad. Pero sí se acercó en la madrugada del 3 de junio al Zócalo, el corazón de la Ciudad de México, a festejar el contundente triunfo de Claudia Sheibaum, la nueva presidenta de ese país, quien participó por la alianza oficialista Sigamos Haciendo Historia. Obtuvo más de 30 puntos por sobre su contrincante Xóchitl Gálvez, de Fuerza y Corazón por México, la oposición compuesta por el PAN, PRI y PRD.
“Pasamos de no poder votar a tener a la primera presidenta mujer de la República”, dice Mía y resume los últimos 70 años de historia para las mexicanas, mientras sostiene una bandera de Morena con una mano y a su prima más chica, con la otra. No es algo que esta chavita de 17 años leyó en los libros de la prepa. Se lo contó su mera abuelita, Lourdes, que hoy tiene 95 años, y hubo un tiempo en el que no pudo elegir porque no era considerada una ciudadana plena. La primera vez que su abuela votó fue “wow”, en palabras de esta chilanga que describe con onomatopeyas. Para ella, Sheibaum es “una mujer súper hiper mega wow”. La apoya, entre otros motivos, porque durante la gestión de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, ella pudo acceder a una beca estudiantil que le permitió comprar útiles, pagar el metro para ir a la escuela y soñar con, algún día, trabajar como azafata.
Es probable que Mía, como muchas mexicanas y mexicanos, no olviden qué estaban haciendo este 2 de junio de 2024. La jornada quedará, indefectiblemente, en la historia de México y de toda América Latina y el Caribe. Con un récord de votos, el pueblo mexicano convocado a las urnas decidió que una científica de 61 años sea la primera presidenta mujer en 200 años de la República, antes que Estados Unidos y Canadá, el resto de los países que componen el norte de las Américas.
Los mexicanos y mexicanas optaron por la continuidad de un proyecto de gobierno después de la pandemia: una rara avis a nivel continental y global, las alternancias se replican en una vorágine acelerada. El triunfo de Sheinbaum, tan macizo e indiscutible, es observado con cierta ilusión (y hasta envidia) por el resto de la región porque pone un coto a la tendencia (que parecía inevitable) de avanzada de la derecha y la ultraderecha. “Es el triunfo de distintas luchas progresistas”, dijo el presidente nacional de Morena, Mario Delgado, cuando el oficialismo salió a confirmar el triunfo pasadas las 19:00 horas, luego de que las casillas de todo el país cerraran.
En la colación que integra este partido joven se mezclan tradiciones de izquierda, el feminismo, el ambientalismo, entre otras luchas. "La esperanza transformadora se abre paso frente al conservadurismo", sumó Delgado, como un flechazo casi directo a ciertos progresismos de la región que, en su pugna con la ultraderecha en la disputa por el electorado, optan por parecerse a ellos antes que tomar distancia y radicalizar propuestas democráticas.
En su primera intervención como virtual presidenta, en el búnker de Morena, en el Hotel Hilton, después que se conociera el conteo rápido del Instituto Nacional Electoral (INE). “¡Presidenta! ¡Presidenta!”, agitaba la tribuna pasada la medianoche. En el Zócalo, una multitud que había empezado a reunirse desde muy temprano, festejaba.
“Somos feministas, somos de izquierda y defendemos el proyecto de transformación”, dice la plataforma de la virtual presidenta. En una de las últimas entrevistas que dio antes de las elecciones, prometió, como primera medida, “enviar una iniciativa para modificar la Constitución para que se reconozca la igualdad sustantiva de las mujeres y la no violencia”. En su plataforma figuran otras promesas como construir un Sistema Nacional de Cuidados y garantizar el acceso a la justicia.
“Llegamos todas”, fue una frase repetida durante la campaña. Pero, ¿llegarán todas? Esa será la gran incógnita a partir de diciembre.
Puesta bajo una lupa situada, encarnada en estas tierras aztecas, Claudia Sheinbaum Pardo es portadora de un feminismo hidropónico. A diferencia de su par, la economista Clara Brugada que gobernará la ciudad de México, quien tiene una trayectoria bien enraizada en el movimiento, la gestión de Sheinbaum como jefa de gobierno estuvo atravesada por tensiones con los activismos locales. “Ella es una mujer súper preparada. Es wow”, dice la jovencita de 17 años y se queda sin palabras, pero con mucha ilusión. “Ella no es feminista ni de izquierda”, me dice una colega amiga que desconfía. Las activistas no olvidan que en la pandemia, desplegó un operativo policial desmedido para las protestas feministas en el Zócalo y cuestionó “la violencia” de algunas manifestantes. Tampoco le perdonan que tenga entre sus colaboradoras a personas señaladas como transodiantes.
Si Sheinbaum “rompió el techo de cristal”, una metáfora gastada para describir a aquellas que logran llegar a espacios de poder eternamente reservados para ellos, ¿de qué material es el piso sobre el que edificará su gestión?
Para conocer los cimientos de la próxima presidenta hay que enumerar y poner en una línea de tiempo una serie de avances -producto de luchas feministas históricas- que no es casual que se hayan logrado durante la gestión de AMLO.
La Reforma constitucional de la Paridad en todo en 2019 tuvo un impacto concreto en el ejercicio de la política, que se vio reflejado en el récord de candidatas inscritas a diputadas, senadoras, alcaldesas, jefas de gobierno, entre otros cargos que se dirimían en estas elecciones.
México hoy tiene un Congreso y un gabinete paritario.
Nueve mujeres gobiernan Estados en México y después de estas elecciones serán muchas más.
En los últimos tiempos ha tipificado la violencia política por razones de género; la reforma constitucional 3 de 3 contra la violencia que prohíbe que personas deudoras alimentarias, morosas y/o sentenciadas por actos de violencia de género y delitos sexuales, puedan acceder a cargos en el servicio público; la despenalización del aborto se expandió por 13 Estados.
El Congreso ha aprobado una serie de normativas que se convirtieron en modelo para la región y fueron replicadas por otros países: la ley Olimpia (acoso digital), la ley Ingrid (violencia digital y mediática) y la ley contra la violencia vicaria, que tiene media sanción.
Es sabido que las políticas que impactan en la vida de las mujeres van más allá de la tradicional agenda de género. La justicia social bien aplicada derrama en justicia de género. Los cimientos de Sheinbaum también están compuestos por la estabilidad económica y política que hereda. “Por el bien de todos, primero los pobres”, fue un lema de la campaña de AMLO que luego se transformó en esencia de su gestión y tuvo su impacto de género al achicar las cifras de pobreza: 5 millones de mexicanos y mexicanas salieron de esa condición. El ala feminista de Morena reformula y dice “Por el bien de todas, primero las pobres”.
El aumento histórico del salario mínimo, por caso, tuvo un impacto directo en la reducción del 20% de la brecha salarial de género.
Un 58% de mujeres son beneficiarias de los programas sociales, un 55% de las becas de estudiantes van para la formación de jóvenes y niñas. A su vez, existe una beca específica de Apoyo a la Educación Básica de Madres Jóvenes y Jóvenes Embarazadas.
Así y todo, no se puede esquivar la violencia cotidiana con la que empiezan y terminan cada día mexicanos y mexicanas. Basta con prender la televisión o pasar por un puesto de diarios y revistas para ver un crimen convertido en noticia. México tiene un récord de casi 10 feminicidios por día, una trama de narcocriminalidad extorsiva casi anudada ya en su identidad y números desorbitantes de personas desaparecidas: más de 100 mil habitantes ausentes sobre los cuales el Estado no puede dar respuesta. ¿Tendrá decisión política la sucesora de AMLO para abordar los pendientes que él le deja?
Vista desde el sur y con una región hipermasculinizada en el ejercicio del poder político, que una mujer gane, y que además sea una mujer que se define feminista, de izquierda, que busca transformar una realidad desigual, ya se parece mucho a una película de ciencia ficción feminista, una utopía inalcanzable. ¿Serán tiempos de utopías feministas? ¿Comenzará una reacción progresista con el triunfo de Sheinbaum en México?
Foto: Florencia Alcaraz
En el prólogo de su libro de ciencia ficción feminista “Mujer al borde del tiempo” (1976), la escritora Marge Piercy dice que “en el apogeo de la segunda ola del movimiento feminista, se crearon algunas utopías” pero que “ahora ya no”. Y explica que “las utopías feministas nacieron del hambre de lo que no teníamos, en un momento en que el cambio no solo era posible sino también probable”. Sigue, “Las utopías vinieron del deseo de imaginar una sociedad mejor, cuando nos atrevimos a soñarlo. Cuando consumimos nuestra energía política defendiendo derechos y proyectos ya conquistados que hoy están bajo amenaza, queda mucha menos energía para imaginar sociedades futuras plenamente detalladas en las que nos gustaría vivir”. Con ilusiones, tensiones, expectativas, desconfianzas, pisos por construirse con cimientos sólidos, deudas pendientes enormes y techos rotos, México hoy plantea algo distinto al resto de la región: ganarle la pulseada a la derecha y a la ultraderecha es posible y también probable.